rtve.jpg
rtve.jpg

La crónica del paso del presidente del Gobierno por la casa del cantante en su programa 'En tu casa o en la mía' tal y como podría haberlo hecho el histórico noticiero.

En su empeño sin descanso por acercarse a la ciudadanía, el presidente del Gobierno y de la nación, don Mariano Rajoy Brey, visitó en cordial y electoral actitud un chalet de tres plantas y 1.000 m2 construidos y 3.000 de parcela, donde reside el ciudadano español y presentador a la par que cantante de rancheras Bertín Osborne. En tan señorial solución habitacional, ubicada en urbanización de primera categoría, ambos departieron amistosamente durante una agradable y divertida velada que dejó algunas anécdotas cuya crónica narramos a continuación por ser del interés de los votantes españoles.

Las coordenadas de la nación las dicta desde hace cuatro años Mariano Rajoy y lo hace con convicción, entrega y tesón. Fue el registrador de la propiedad más joven de la historia de España. Tenía una trayectoria brillante y una vida cómoda por delante. Pero llegó la transición y, con ella, la vocación y la personal renuncia a tener una vida resuelta para tratar de contribuir a la mejora de su país. De su padre, un hombre recto, heredó el valor del esfuerzo y el sentido de la justicia. Caballero de buena estatura, barba cana, sonrisa amplia, hoy nos visita el presidente Rajoy. 

Con estas hermosas a la par que sinceras líneas, el autor de éxitos musicales como Sabor a México o Como un vagabundo recibía en su chalet madrileño al presidente del Gobierno, que tras llamar al timbre y recibir el consejo de darle un empujoncito fuerte a la puerta, que está dura, accedió sin más problemas y con paso firme y decidido hasta el recibidor del ciudadano Bertín, que lo invitó a pasar al tiempo que recibía de manos del presidente un magnífico albariño “de primera categoría”. El cantante, amante del vino, lo agradeció sinceramente, no sin anécdota, ya que Bertín fue nombrado años atrás cabaleiro del Albariño en un emotivo acto presidido por el fundador del movimiento popular, don Manuel Fraga en Cambados, Pontevedra.    

Tras la anécdota inicial, el mandatario y el ciudadano Bertín se acomodaron en un sofá chaise longue de primer orden y comenzaron la acolchada charla abrazados a un cojín amarillo de grandes dimensiones. “Hay gente a la que le caeré mejor y otra gente a la que le caeré peor”, declaraba el presidente antes de dar el primer titular de la noche: “Me gustaría poder hablar, uno a uno, con los 46 millones de españoles. Uno a uno. Lo que pasa es que es imposible. Es decir, es imposible”. Tras la demostración de llaneza y naturalidad, la conversación derivó hacia el asunto deportivo, en el que el presidente aseguró que suele caminar a toda velocidad, afirmación que el ciudadano Bertín constató “es verdad, porque cuando he abierto la puerta te he visto andando muy rápido”. “Y cuando voy de viaje también camino”, ampliaba el prisma del asunto de las caminatas el presidente, para añadir que ha “caminado por los sitios más inverosímiles, en Malta, en Nueva York, ¿eh?”.

“Me siento muy español porque he recorrido toda España”, declaraba sobre el chaise longue el presidente, que aseguraba haber estado “en muchos lugares de España y de Andalucía, por ejemplo, en Cádiz”. A pesar de los temores del cantante de rancheras ante la reciente llegada al Gobierno de la capital gaditana de los populistas de Podemos, el presidente Rajoy aportó tranquilidad como padre que es de todos los españoles y explicó que coincidió “con el nuevo alcalde y estuvo bien la inauguración”, de lo cual el entrevistador dedujo que hay buena gente en todos lados. “Bueno, me dio unos papeles con unas reivindicaciones y le dije, yo haré lo que pueda, como cualquiera”, aseguró el presidente del Ejecutivo ante el cantante y presentador.

Además de en Cádiz, también estuvo recientemente el líder de la nación en un pueblo de Almería, “donde caminó a toda velocidad a las siete de la mañana con el alcalde de la localidad”, caminata en la cual se produjo la anécdota de que “el alcalde pinchó”, provocando la historia la lógica carcajada prolongada en el tiempo del entrevistador Osborne.

Tras una sucesión de imágenes de la infancia, juventud y temprana adultez del presidente, introducidas las instantáneas por la extranjera canción Let It Be versionada por un coro de féminas, la entretenida charla bajo los cojines derivó con espontánea naturalidad hacia asuntos del mundo amoroso, dejando la conversación titulares como “No he sido de muchas novias, era de lo que me dejaban”, “Conocí a mi mujer en un pub por la noche”, “Tuve que dar allí algunos argumentos y razones para conquistarla”, o “No hice despedida de soltero, porque me casé un 28 de diciembre y el día 27 eran los presupuestos”. Después del paseo por el lado más Don Juan de nuestro presidente, el ciudadano Bertín repasó junto a él cuestiones relativas a la dura y abnegada tarea de gobernar, que por el bien del país ha desempeñado y desempeña, en la que ha vivido momentos muy duros, como “Yo no explicaba nada porque tenía mil millones de líos” o “Me ha afectado muchísimo lo de la corrupción. Vamos. Ha sido una cosa tremenda. Muy duro”, momentos que gracias a dios no doblegaron su determinación y tesón, logrando dejarlos atrás, para concluir en resumen que: “Ser presidente de España es la pera”. Tras esta declaración, el ciudadano Bertín requirió al presidente de la nación que abandonaran el sofá para ir a la cocina “a tomarse una copa que no puedo más ya”.

Rodeados de magníficos fogones de primera categoría, el gobernante hizo entrega a Bertín Osborne, ya con una copa en la mano, de un segundo obsequio tras el primero del vino albariño: una empanada gallega, receta de su suegra, receta de la que en el Palacio de La Moncloa tienen conocimiento y poseen la pericia para reproducirla con éxito. El presidente, en audaz actitud, rechazó, a pesar de las advertencias del cantante de rancheras, colocarse un delantal para evitar manchas en la camisa de las que Viri, esposa del líder occidental, pudiera dar queja en su papel de mujer. “Le diré que fue culpa tuya”, respondió desenvuelto y con sinigual gracejo el presidente Rajoy, broma que fue bien recibida por Bertín a juzgar por su sonora carcajada ante tan espontánea respuesta. A pesar de ser de primera categoría, como los dos comensales, no iba a ser la empanada tradicional gallega el plato principal de la velada, sino unos mejillones al vapor, que con auténtica impertinencia se resistieron a abrirse debido a un problema de inducción, “la inducción me tiene amargado”, declaró el ciudadano Bertín, que requirió la ayuda del mandatario de la nación para encender los fuegos “pues yo me temo que no puedo ayudarte a encender esto”, dándose la escena de los dos simpáticos y eventuales cocineros observando de manera impasible, copa de vino en una mano y la otra a la cintura, la negra superficie eléctrica con figuras circulares que se negaba a desvelar sus secretos. Nadie dijo que fuera necesario saber de alta cocina para dirigir con eficiencia una nación centenaria. 

Tras un lapso de unos minutos en los que posiblemente la esposa del cantante de rancheras tuviera que abandonar sus aposentos para bajar a hacer la labor de presionar el botón y encender la vitrocerámica, habilidad con la que Dios dotó a Eva, pero no a Adán, el fuego apareció al fin encendido ante la cámara para lamento de los rebeldes mejillones atrincherados. “En Bruselas presumen de mejillones y les meten salsas y no. El mejillón de verdad es cocido y con limón”, sentenció el presidente durante la cocción, asestándole un certero golpe al relativismo moral que devasta Occidente. No por relajada la comida, el presidente deja de ser presidente y, aun estando en mitad de la tarea de masticar mejillones, encuentra el mandatario un momento para recordarles a sus compatriotas sentados en el sofá de casa que “en España hay gente que hace muchas cosas, y que cada día debemos ser buenos haciendo cosas”, como él hace cada mañana que el Sol aparece. En el ocaso de la interesante charla a la mesa, no por informal exenta de un cierto tono de análisis, ambos comensales llegaron a la conclusión de que es bueno saber idiomas. “Saber inglés es importante, ¿no?”, declaró el mandatario. Tras esta declaración, el ciudadano Bertín requirió al presidente de la nación que abandonaran juntos la cocina para ir a echar un futbolín, no sin antes “pegarse otro lingotazo”.

Tras decidir por razones geoestratégicas que el presidente hiciera el sacrificio de coger al Barça y Bertín al Real Madrid, la partida, cordial en línea con el resto de la velada, fue amenizada por las carcajadas continuas del insigne artista, víctima del enorme sentido del humor desprendido por el presidente, serio y firme en su gestión de Gobierno cuando es necesario, divertido como pocos cuando la soga de la responsabilidad afloja. Tras cada gol, los eventuales rivales se lanzaban preguntas, provocando un simpático y novedoso juego, que con toda seguridad se popularizará entre los más jóvenes españoles de ahora en adelante. Del entretenido juego salieron varios titulares entre los que cabe destacar que el artista estaría dispuesto a ir a Eurovisión, escaparate de naciones sin igual, si el presidente mediara ante TVE para posibilitar un dúo entre Osborne y el humorista Arévalo para que ambos interpretasen ante los ojos de Europa “una canción que cantamos con una zambomba“. A su vez, el presidente señaló como los tres países más importantes para España: la Unión Europea, Marruecos, Estados Unidos y Latinoamérica. En el terreno local y vista la sintonía entre artista y estadista, Mariano Rajoy deslizó la posibilidad de ofrecerle al polifacético Bertín en un futuro ser alcalde de Jerez de la Frontera, localidad natal del anfitrión de la velada.

El tablero político es como la mesa de un futbolín y tal vez por eso no hubo rival para Mariano y su pericia. Agarrado a las barras, golpeando con puño de hierro y dirigiendo con muñeca de seda a los azulgranas subordinados de madera española, goleó a su anfitrión que, a pesar de declarar en un principio que estaba “cabreado como una mona”, posteriormente supo encajar la derrota con la deportividad que se le supone a una persona de primera categoría y se deshizo en alabanzas hacia la figura del presidente: “Usted no me ha sorprendido porque es como yo esperaba antes de conocerlo: un tío estupendo. Eres un fenómeno. En el terreno de juego y en las distancias cortas”.

La cita acabó, como no podía ser de otra manera, en un fraternal abrazo entre el presidente de la nación y el ciudadano Bertín Osborne, demostrándose así que no es incompatible la altura política con estar cerca de la calle y sus variopintas gentes.

Pincha aquí para ir al enlace original de esta publicación

Sobre el autor:

jorge-miro

Jorge Miró

...saber más sobre el autor

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído