Las vidas de Javier Sánchez, sevillano, y Ruth Stadler, muniquesa, se desarrollaban entre Madrid y el mundo. Él era responsable de eventos para Acciona, la empresa energética del Ibex; ella, productora de cine de éxitos alemanes afincada en España. Se conocieron en Sevilla, en un rodaje. Se enamoraron y unieron sus vidas. El mestizaje les llevaría a lugares que no podrían imaginar. "Veníamos a Rota con unos amigos. Nos encanta, estamos hasta resguardados del Levante", dice Javier.
En la señera calle Veracruz, pleno centro de Rota, rehabilitaron en 2019 un local con dos plantas y azotea para poner en marcha Learning and cooking, una idea innovadora enfocada a ofrecer algo diferente a los turistas y residentes extranjeros de la zona. Reconocen que están ya un poco hartos de hacer fideuás, que es lo que más piden los estudiantes. Porque su idea fue enseñar castellano mientras se enseña a cocinar. También piden mucha paella. "Paela", pronuncia Javier.
Stadler es la encargada de dar clases de español. Lo aprendió en la calle, en estos últimos 22 años viviendo en España. Los viajes de Javier Sánchez, su curiosidad, su apetito por conocer diferentes culturas, le han puesto en los fogones. "Tengo debilidad por conocer los sitios auténticos, conocer sabores... He viajado por todo el mundo gracias a mi trabajo". Aparte de la cocina española, ofrecen también más sabores del mundo. "Hemos hecho ya mucho ramen y sopa pho, les encanta a los americanos".
Ruth Stadler, durante una clase. FOTO: MANU GARCÍA
La elección de Rota es ese retiro prematuro que se han podido granjear. "Queríamos salir del maremagnum de la gran ciudad. Rota tiene muchísimo que ofrecer. Para empezar, está el mayor campo de golf de España, y hay muchísimo turista que viene buscando eso. No es como otras localidades de la provincia que cierran a partir de septiembre. Aquí hay mucha vida entre septiembre y marzo". Ayuda una población abierta, que lleva 60 años expuesta a lo de fuera. "Han sabido convivir con la Base sin perder la esencia".
Además, han estudiado bien la zona. "El 80% de los turistas centroeuropeos que vienen a esta zona, repite después". Eso genera un flujo de turismo continuo. Además, "tenemos enormes poblaciones de islandeses y suecos aquí, algo que no se conoce mucho". Los militares de la Base, aunque acuden a algunas clases, no son en sí el cliente objetivo. "Ellos pasan temporadas de unos tres años aquí, y luego se van a otro país. No pueden aprender todos los idiomas. Sí quieren que lo aprendan sus hijos, pero no ellos".
La dinámica de las clases es la siguiente, y muy sencilla. Ruth ofrece dos horas de clase de español, adaptada al nivel que tenga el alumno. Luego, otras dos horas entre fogones en las que "no permitimos que cojan apuntes, aquí aprenden a limpiar un choco o a quitar las cabezas a las gambas". La inmersión en la comida del país viene de ensuciarse. Y lo hacen en clases de una semana, tres días... La opción puede correr más a cuenta del cliente, toda vez que la empresa se vende a través de paquetes precontratados con agencias, hoteles del entorno, etcétera.
Los dos promotores de la escuela de cocina e idiomas. FOTO: MANU GARCÍA
A todo ello se suman otras propuestas, como eventos específicos. En estas fechas, una velada de carnaval con comidas de cuatro fiestas. Las de Cádiz, por supuesto, junto a Canarias, Nueva Orleans y Brasil. Es la Carnival Experience, que incluye actuaciones de chirigotas. "Les gusta, aunque no entiendan".
El perfil de Learning and cooking es el del turismo exclusivo. "Es un tipo de cliente que se ha estado buscando aquí. Las administraciones nos han ayudado, el Ayuntamiento, la Cámara de Comercio... Estuvimos en FIBES y ahora estaremos en la Feria del Turismo de Berlín, la más importante".
No dan pistas, pero dejan un detalle que llama la atención. Tildan su negocio como una idea "muy franquiciable". Sencillo e interesante. Aunque lo de crecer... "Me llamó hace poco un headhunter (cazador de talentos) de Dubai. Me hizo una buena oferta. Pero yo le tuve que decir: Si supieras dónde estoy, no me lo ofrecerías", dice Javier. Está en Rota. Cumpliendo un sueño.
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