Entre hilos y cabos: el gallego que fundó la única cordelería que existe en Cádiz

Santiago Cerviño y Teresa Colmenare están al frente de Hércules, un negocio familiar iniciado por José Cerviño hace más de medio siglo de vida que suministra cordeles y cuerdas desde Puerto Real a ferreterías y barcos de toda España

Teresa Colmenare en la única cordelería de la provincia de Cádiz.
Teresa Colmenare en la única cordelería de la provincia de Cádiz. CANDELA NÚÑEZ

Saltar la comba, la flagelación y completar la Chilam Balam -la ruta de escalada más difícil del mundo- parecen no tener nada en común. Pero las tres acciones están unidas por un utensilio necesario para llevarlas a cabo. La cuerda, ese objeto que una mañana cualquiera José Antonio guarda en una gran caja de cartón. El operario organiza el material desde el interior de la única cordelería de la provincia de Cádiz, Hércules, ubicada en el polígono industrial Tres Caminos.

“Las hay desde un milímetro hasta el grosor que quieras”, dice el trabajador que lleva 23 años entre cordeles. A su espalda, las estanterías están llenas de bobinas de diferentes tipos y materiales y, al fondo, Antonio controla que el hilo de polipropileno entre en la reunidora de hilo para, posteriormente, pasar a la encarretadora.

“Normalmente las piezas son de 100 metros, pero hay de 1.000 también, según lo que pidan los clientes”, comenta el operario que porta unos cascos. El ruido invade esta fábrica donde los hilos bailan en la maquinaria. Cabezales y motores que no existían en sus orígenes.  El negocio arrancó en el año 1955 de la mano de José Cerviño Vila que empezó con la cordelería artesanal en el sector pesquero.

Antonio colocando el hilo en la fábrica.
Antonio colocando el hilo en la fábrica. CANDELA NÚÑEZ
Proceso de fabricación de las cuerdas.
Proceso de fabricación de las cuerdas. CANDELA NÚÑEZ

“Él fue uno de los muchos gallegos que migraron a Cádiz. Reparaba las redes de pesca a mano en el muelle, remendaba las redes y las malletas que ya se dejaron de hacer”, explica Teresa Colmenare, al cargo de la cordelería junto a su marido Santiago Cerviño, hijo del fundador.

Sentada en el despacho, cuenta a lavozdelsur.es cómo su suegro “hacía las cuerdas con métodos que ya utilizaban los romanos. Le daba vueltas a un madero y de ahí salían los distintos cabos que conforman la cuerda”. José nunca abandonó su esencia artesanal, pero los tiempos cambian y tocaba adaptarse.

Las fibras vegetales quedaron en desuso y las nuevas tecnologías se impusieron. Así, compró una pequeña nave con maquinaria donde permaneció hasta que su hijo Santiago le dio el relevo. En 1984, el actual regente continuó con la tradición familiar y mantuvo el mismo nombre con el que su padre había iniciado la actividad. “Es un Dios fuerte y luchador”, comenta Teresa que, junto a él, comenzó un proceso de mecanización necesario en la industria.  

Santiago Cerviño en la cordelería ubicada en el polígono Tres Caminos.
Santiago Cerviño en la cordelería ubicada en el polígono Tres Caminos. CANDELA NÚÑEZ
 
Estanterías con bobinas.
Estanterías con bobinas. CANDELA NÚÑEZ

“Estuvimos en Alemania y en Barcelona buscando la maquinaria que en ese momento era puntera. Después la hemos ido renovando”, sostiene desde la fábrica que, desde entonces, le dio paso a nuevos materiales de fibras sintéticas como el polipropileno, nylon o poliéster.

"También vendemos a la Armada"

Las máquinas por las que pasa el hilo antes de convertirse en cuerda no cesan. Antonio coloca el hilo con precisión mientras su compañero mide las cuerdas ya terminadas. Esas que acabarán no solo en la provincia sino también en ciudades de toda España. Esta cordelería vende a ferreterías, que las ofrecen para uso doméstico, y a empresas de suministros industriales y navales.

Maquinaria en la cordelería Hércules.
Maquinaria en la cordelería Hércules.  CANDELA NÚÑEZ

“También a organismos oficiales como la Marina”, apunta Teresa. Muchos de los cabos que surcan los mares en los barcos proceden de esta nave donde dan servicio a los sectores pesquero, náutico y deportivo, además de a la acuicultura.

Durante muchos años esta fábrica familiar le suministró la cordelería al buque más conocido de la Armada española, el Juan Sebastián de Elcano. Según detalla Teresa, “era de abacá, fibra vegetal que reproducía a la de la época, pero ya desapareció y fue sustituida por cuerda de polipropileno que la imita perfectamente”.

Detalle de las bobinas.
Detalle de las bobinas. CANDELA NÚÑEZ
Cuerdas.
Cuerdas. CANDELA NÚÑEZ

Mientras recorre la fábrica de cuerdas expone que funcionan bajo de manda, aunque tiene un stock de los pedidos más demandados -nylon y polipropileno-. Teresa se detiene frente a unas estachas de amarre, que utilizan los barcos para atracar en el muelle. “Esta es específica, tiene un diámetro más ancho de lo normal, de 80 mm a 100 mm”, dice señalándolas.

Entre cuerdas de colores -seleccionados a conciencia bajo pedido- el equipo sigue con sus tareas para producir un objeto sencillo a simple vista que esconde una fase de fabricación compleja. “No somos conscientes de la utilidad que tiene la cuerda siendo una tecnología tan básica”, expresa Teresa. Tender la ropa, recoger la persiana o colgar una paleta de jamón.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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