Las trabajadoras del hogar y los cuidados de Sevilla dan un paso al frente por sus derechos

Hoy, 30 de marzo, es el Día Internacional del Trabajo del Hogar. Hablamos con cuatro trabajadoras que forman parte de la Asociación de Trabajadoras del Hogar de la capital hispalense

De izquierda a derecha: Cecilia, Jacqueline, Sady y Margot, trabajadoras del hogar y los cuidados e integrantes de la Asociación de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar de Sevilla.
De izquierda a derecha: Cecilia, Jacqueline, Sady y Margot, trabajadoras del hogar y los cuidados e integrantes de la Asociación de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar de Sevilla. MANU GARCÍA

Hay un colectivo integrado por mujeres, en su mayoría racializadas, migrantes y de clase obrera que quiere dejar de ser invisible en la sociedad que sustenta. Son las trabajadoras del hogar y los cuidados. Hoy hablan las esenciales de Sevilla, que desarrolllan su trabajo con cariño y dignidad. Sus nombres, Jacqueline, Sady, Cecilia y Margott. Ellas forman parte de la Asociación de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar de Sevilla y toman el 30 de marzo, Día Internacional del Empleo del Hogar, como altavoz para una reivindicación diaria. 

Este grupo de mujeres reclama, junto a otras asociaciones a nivel estatal, 11 años después de la aprobación del Convenio 189 de la OIT, "la ratificación anunciada por el Gobierno de España sin más demoras para equiparar sus derechos", ya que siguen sin disfrutar de unos derechos laborales básicos en igualdad de condiciones, que atienden a la prestación por desempleo, a una ley de prevención de riesgos laborales, la equiparación en el cálculo de las pensiones, la protección frente al despido o la conciliación de la vida laboral y familiar, entre otros.

En una carta dirigida al Presidente del Gobierno, a la Ministra de Trabajo, al Ministro de Inclusión y Seguridad, coincidiendo con su día internacional, destacan la importancia del trabajo de hogar y los cuidados "para la organización de la vida en sociedad", y recuerdan cómo la crisis provocada por el covid19, dejó al descubierto su carácter esencial y la invisibilización y falta de reconocimiento del oficio. Asímismo, señalan la vulneración de derechos humanos en el caso del régimen de interna y que aproximadamente 200.000 compañeras en España están sin contrato "excluidas de cualquier protección". 

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Integrantes de la Asociación de Trabajadoras y Trabajadoras del Hogar de Sevilla en el interior de la Casa Pumarejo.   MANU GARCÍA

"Todos los derechos para todas las trabajadoras del hogar y los cuidados"

Jacqueline Amaya es peruana, tiene 47 años y lleva viviendo 15 en Sevilla. Ya son 10 años como activista del trabajo de hogar y actualmente está estudiando la carrera de Derecho para hacerlo con todas las garantías. En 2015 fundó junto a su compañera Sady la Asociación de Empleadas y Empleados del Hogar de Sevilla, para en 2020, cambiar el término por "trabajadoras y trabajadores" con pleno derecho.

"En Sevilla no había un colectivo organizado para reivindicar, luchar y visibilizar los derechos de las trabajadoras del hogar", inicia Jacqueline, sobre las orígenes de la asociación de la que es portavoz. "Lo hacían en cierta manera algunas entidades, pero solo daban información y no acompañaban ni conocían la situación de primera mano. Hacía falta acompañamiento en ese proceso", afirma.

Avisa de que en su sector, "las condiciones de trabajo casi nunca cumplen lo que se dice en el contrato". Para ello, "tenemos un marco legislativo que es el Real Decreto 16/20 2011 del 14 de noviembre por el que se regula la relación laboral del empleo del hogar, pero lamentablemente en la práctica no se respeta", insiste. Para evitar estas situaciones, la inspección de trabajo resulta fundamental.

"Al no haber inspecciones de trabajo no se puede constatar in situ si una trabajadora interna está trabajando las 8 horas diarias y las 4 horas permitidas que puede hacer de presencia y que dice la normativa que se puede pagar, aunque luego no se les pague o en realidad se esté acostando a las 11 o 12 de la noche", lamenta.

Pone otro ejemplo sobre el régimen de interna: "Muchas veces, la trabajadora tiene que levantarse durante la noche para dar una pastilla o acompañar al baño". El empleo del hogar nocturno no está reconocido y "bajo el disfraz de techo y comida, se están ahorrando dos trabajadoras", por eso entiende que "hay que constatarlo, denunciarlo y visibilizarlo".

Después años de arduo trabajo, Jacqueline ha conseguido trabajar con familias "que se han sensibilizado" y trabaja por horas de manera parcial: "Cobro las horas que trabajo". Pero la realidad no siempre es así, advierte. "Algunas compañeras tienen jornadas de 40 horas, pero cuando acuden a la Seguridad Social se dan cuenta de que tienen un contrato por 6 horas y no están cotizando lo que verdaderamente deberían". En este sentido, Jacqueline agradece mucho la campaña que empezó el año pasado la Seguridad Social para regularizar las cotizaciones de las trabajadoras del hogar internas y este año "se han metido con las de tiempo parcial, como es mi caso", apunta.

Esta mujer se hizo activista fruto de la indignación. "Estuve en una agencia de colocación que cobraba por mí 12 euros la hora mientras que a mí me pagaban 5. Me tenían trabajando de sol a sol, más de 10 horas diarias, hasta que dije que no me podía dejar explotar", rememora. Los contextos son diversos y delicados. "Hay compañeras que no reaccionan o que se ven sometidas porque no tienen papeles y si los tienen, deben sobrevivir de alguna manera. Por eso aceptan este tipo de trabajo de 500 a 800 euros al mes, por 24 horas al día, 7 días a la semana", expresa.

Para concluir, se dirige al Gobierno y a la ciudadanía: "No solo queremos la ratificación del convenio, que sabemos que va a tardar en implementarse, sino que ha tenido que venir el Tribunal Superior de Justicia Europeo a decirle a nuestro Gobierno que discrimina al sector del empleo del hogar, porque está conformado mayoritariamente por mujeres migrantes que no pueden cobrar la prestación por desempleo".

Y añade: "Fuimos esenciales en la pandemia, pero sin derechos. Y las mujeres en situación irregular estuvieron aún más invisibilizadas, ya que no tienen acceso a ningún tipo de ayuda y son las más precarizadas porque, para sobrevivir, tienen que aguantar maltrato, acosos y una serie de abusos". Por eso, en este 30 de marzo, pide "todos los derechos para todas las trabajadoras del hogar y los cuidados". 

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Jacqueline Amaya, portavoz de la Asociación de Trabajadoras del Hogar de Sevilla, en la Plaza del Pumarejo.   MANU GARCÍA

"Me gustaría que se aboliera el régimen de interna para que se pudiese conciliar la vida familiar"

Sady Britez tiene 54 años. Llegó a Sevilla en 2003 desde Paraguay y es, junto a Jacqueline, fundadora de la asociación y presidenta de la misma. Opina que el trabajo de interna "es muy duro y difícil porque no se puede conciliar con la vida familiar" y  le gustaría que "se aboliera el régimen de interna", a pesar de gustarle su trabajo y el cuidado de personas mayores.

Para ello, cree que el Estado podría preocuparse más de las personas mayores. "No tengo mala experiencia porque me gusta lo que hago, pero preferiría que las trabajadoras internas tuviesen realmente horarios de ocho horas que les permitiesen disfrutar de su familia", arguye sensata.

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Sady Britez trabaja en régimen de interna y es la presidenta de la Asociación de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar de Sevilla.   MANU GARCÍA

"Tenemos que concienciar a los empleadores de que somos personas y no burros"

Cecilia Espino llegó desde Perú a Sevilla con solo 18 años. Hoy, con 38, ve la situación con madurez y perspectiva. "Hace 20 años estaba muchísimo más invisibilizado el sector de la trabajadora del hogar. Recuerdo que cuando llegué había mucha desinformación y no había quien te orientara y te apoyara", inicia.

Para Cecilia fue "realmente traumante" llegar de su país tan joven, "con ciertas actitudes y ganas de comerme el mundo", y encontrarse con la cruda realidad del trabajo del hogar. "Me puse a trabajar sin imaginar que iba a encontrarme con un panorama bastante penoso: trabajé de interna durante un mes entero y no me pagaron, de hecho, me echaron por no haber limpiado el congelador", revela.

Debido a la falta de experiencia, no supo defenderse y hasta pensó que era "lo normal". No volvió a trabajar como interna. "Empecé a cuidar de niños y personas mayores", comenta esta mujer, que defiende que "trabajar en los cuidados es muy bonito", ya que "le dedicas mucho tiempo y amor, porque te encariñas con las personas. Es como si trataras con tu abuela o tu madre".

Sin embargo, lamenta que "los empleadores no ven en ti a esa persona que está cuidando con cariño a sus mayores o a sus niños". Sino que "te ven como una esclava", añade. A través de la asociación, continúa, "estamos intentando que todas las mujeres que vienen nuevas, al menos se informen de que merecen ser tratadas como personas y no como esclavas, pues la esclavitud pasó hace muchísimos años".

Cecilia reivindica la información y la unión de las trabajadoras "para que podamos concienciar a los empleadores de que somos personas y no burros"

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Cecilia Espino, integrante de la Asociación de Trabajadoras del Hogar de Sevilla, llegó a Sevilla con 18 años y desde entonces trabaja en el sector de los cuidados.   MANU GARCÍA 

Margot ha trabajado como interna y externa en el sector del empleo del hogar desde que llegó a Sevilla en 2008. Estudió técnico sociosanitario de ayuda a domicilio y se identifica con el cuidado de las personas mayores. "Ojalá que en el algún momento podamos tener la satisfacción de haber conseguido lo que llevamos luchando desde hace tantos años", comenta.

Exige al Gobierno que las tome en cuenta, "porque somos honestamente la base fundamental en la sociedad", asegura orgullosa. "Imagino que el Gobierno también tendrá alguna colaboradora que realice el trabajo de limpieza y cuidado, solo por eso, deberían valorar nuestro trabajo, ya que somos todo en un hogar", advierte.

Margot recuerda: "No somos invisibles, todo el mundo nos palpa y escucha nuestras reivindicaciones". Reconoce que en su gremio se tienen "buenas y malas experiencias, a veces entendemos que son situaciones de la edad, por eso aceptamos, apechugamos y seguimos adelante", expresa. Pero sobre todo, recuerda, que son mujeres y hombres que trabajan con el corazón.

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Margot es la vicepresidenta de la Asociación de Trabajadoras del Hogar de Sevilla.   MANU GARCÍA

 

Sobre el autor:

Carmen Marchena

Carmen Marchena

Gaditana. Periodista feminista por vocación y compromiso. Empecé en las redacciones de Ideal Granada y Granada Hoy. He pasado por eldiario.es/Andalucía. Parte de El Salto Andalucía desde sus inicios. Tengo dos ídolas: mis abuelas Carmeluchi y Anita. Defensora de los Derechos Humanos y la Memoria. Sin más dilación, papas con choco o barbarie.

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