A sus 30 años, el sevillano Álvaro Ferraro de la Puerta ha decidido dar un giro radical a su vida. Tras una década dedicada al emprendimiento, los viajes y el mundo empresarial, ha anunciado su intención de ingresar en el seminario para formarse como sacerdote. "Quiero ser cura y santo", ha declarado en una entrevista con El Español, donde ha explicado los motivos de su decisión y el proceso espiritual que le ha llevado hasta aquí.
Ferraro nació y creció en Sevilla, aunque se trasladó a Madrid para estudiar Administración y Dirección de Empresas. Desde joven mostró un marcado perfil emprendedor: antes de cumplir los 30 ya había creado cuatro compañías, entre ellas Ladran Gaucho, dedicada a la venta de collares, correas y accesorios artesanales para perros. Su trayectoria le permitió viajar y trabajar en países como Irlanda, Francia, Singapur, Australia o los Países Bajos.
La llamada de Dios en Lourdes
Su vida dio un vuelco durante una peregrinación a Lourdes. Allí, mientras participaba como monaguillo en una misa internacional, experimentó lo que define como "la llamada de Dios". El Evangelio del Joven Rico -en el que Jesús invita a un joven a dejarlo todo para seguirle- cobró entonces un significado especial para él. "Empecé a conectar cosas que me habían ido pasando durante meses y que no entendía", explica a El Español.
El empresario asegura que la decisión no fue impulsiva, sino fruto de un largo proceso de discernimiento espiritual acompañado por un director religioso. Antes de dar el paso, se reunió incluso con algunas de sus exparejas para contarles su decisión y agradecer lo compartido. "Todo aporta en la vida, tanto lo bueno como lo malo. La biografía de una persona es su equipaje", reflexiona.
"El seminario es como un noviazgo"
Ferraro ha dejado su actividad profesional y parte de sus empresas para iniciar este camino. "El seminario es como un noviazgo. Tendré siete años para ver si realmente este es mi camino", afirma. Su objetivo, dice, no es otro que alcanzar la santidad y vivir conforme a la fe que ahora guía su vida. "Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras".
