La historia de los libreros que creen en los lectores y han rescatado El Gusanito de calle Feria en Sevilla

Apenas unas semanas después de conocerse el cierre del establecimiento, La Botica de Lectores se hace con el local. Fundada en 2017, esta librería fue creada por tres socios que se quedaron sin empleo en el adiós de Beta

Rafael Rodríguez, uno de los socios de La Botica de Lectores, en el local que deja El Gusanito Lector.
Rafael Rodríguez, uno de los socios de La Botica de Lectores, en el local que deja El Gusanito Lector. MAURI BUHIGAS

La noticia del cierre de la librería El Gusanito Lector, en la calle Feria de Sevilla, fue, por desgracia, una más en una cadena de cierres de establecimientos dedicados a la cultura en la capital. En ese momento, se daba por perdido un espacio. Pero unos libreros han puesto remedio. La Botica de Lectores abrirá su cuarta librería en Sevilla en una carrera sin parar por crecer desde 2017, cuando iniciaron su andadura. Pero, ¿qué ha llevado a unos libreros a creer de forma tan clara por un sector que, teóricamente, está azotado por la venta de grandes corporaciones como Amazon?

Rafael Rodríguez es uno de los tres socios fundadores de La Botica de Lectores, que efectivamente empezó en 2017, pero "somos libreros de antes, con más de 20 años de experiencia cada uno de nosotros". La historia es la siguiente. Eran empleados de la Librería Beta, que cerró un año antes, en 2016. No acabaron bien, recuerda. Llegaron al Sercla. Tenían alrededor de 40 años, muchos por delante para cotizar, y era "lo que sabíamos hacer", vender libros. 

Así, los tres capitalizaron el paro, es decir, lo cobraron anticipadamente de una sola tacada y pusieron en marcha dos librerías. Primero, en República Argentina, en uno de los locales que abandonaba Beta, y un mes después en calle Asunción. Poco después, ya quisieron cruzar el río y abrir en el centro, aunque llegó la crisis sanitaria, lo que les frenó. La oportunidad que no han dejado pasar ha sido la de Reguera, tras la jubilación de Julio Reguera, histórico librero de Santa Catalina. Ahora, con el cierre del Gusanito Lector, han decidido abrir su cuarta librería en calle Feria. O la quinta, porque recuerdan que su web es "otra librería online" para la ciudad.

"Entendimos que se quedaba un sector huérfano, porque en la zona Norte, hasta San Jerónimo, no hay otra librería, y entendemos que está lo suficientemente alejada de la otra que tenemos en Santa Catalina". En estos últimos días, han llegado a acuerdos con el propietario del local, "que se ha puesto muy contento", y con los de la librería que cierra. "Haremos una pequeña reestructuración, pero no queríamos que pasara más tiempo para mantener el mobiliario. Estamos poniendo al día el local y a finales de enero o principios de febrero reabriremos". Además, se hacen cargo de la empleada que dejaba El Gusanito Lector.

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El exterior de El Gusanito Lector, que pasa a ser La Botica de Lectores.  MAURI BUHIGAS
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Cartel de la puerta anunciando la reapertura.  MAURI BUHIGAS

"Este oficio te atrapa, para cualquier trabajador siempre es un sueño abrir su propia librería, y nosotros lo hicimos. Con muchísimo sacrificio y ayuda familiar, porque estuvimos mucho tiempo sin cobrar un euro, mientras tienes que comer, pagar una hipoteca...", rememora Rodríguez. "No queríamos recriminarnos no haber abierto", es decir, no haber intentado invertir el desempleo en esta aventura que finalmente ha ido bien. "Es lo que sabíamos hacer, vender libros es mi único oficio. Sabíamos hacerlo". Rodríguez era, explica, un gerente de librería "en la práctica, aunque no tuve oficialmente ese cargo" en Beta. Estaba en recursos humanos, en compras... "Beta dejó un hueco huérfano que se fue llenando con otras aperturas". 

Sobre la crisis de las librerías tras más de media docena de cierres en Sevilla capital, Rodríguez advierte: "Cada caso es diferente". Ni es un problema de consumo de libros, ni que simplemente los locales se vayan a enfocar en negocios relacionados con el turismo ni nada de eso. "Este problema no es de ahora, ya en 2016 había cierres de librerías. Cada caso hay que analizarlo. Hay muchos motivos. Al final es económico, pero es más complejo y creemos que puede funcionar". 

"Se dice que no se lee, pero no es así, se lee más que nunca, lo que ha cambiado es la mercantilización de los libros", subraya. La pandemia cambió muchas cosas. En aquel momento "hubo una burbuja de ventas y nosotros cuando hablábamos con otros compañeros ya decíamos que iba a explotar". La gente pasó más tiempo en casa y tuvo más tiempo para leer. Y no solo creció Amazon, el gigante de compraventas que vio la luz vendiendo libros a distancia y que aún mantiene esa seña a pesar de diversificarse en los últimos lustros. "Las propias editoriales empezaron a vender libros online en la pandemia, pero nadie se dio cuenta por la inflación de ventas que existía".

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Materiales para la nueva imagen del local.   MAURI BUHIGAS

Y otra cosa que ha cambiado es la librería de nicho. "Ha cerrado la que quedaba de libros dedicados a derecho. Porque ahora los profesionales consultan online y no en papel. La única librería de nicho que ha crecido es la infantil, el resto ha bajado. Nosotros, en La Botica de Lectores, somos una librería general". Y si no te adaptas, "tienes que cerrar, tal cual es, así de duro. Ha pasado con librerías de otros sectores, como el de viajes, por ejemplo".

La apuesta que realizan pasa también por mantener en la lectura a los más pequeños. "Desde la preadolescencia, suelen dejar el libro y dedicarse a los videojuegos o al móvil. Nosotros tenemos presencia ahí para fomentar la lectura con muchas actividades". Una librería hoy es un lugar que debe servir "de referente cultural, de punto de encuentro, que organice presentaciones y clubes de lectura, debes manejarte en una estructura variada".

"El mayor pago es la persona que te dice que por tu recomendación vuelve a leer"

Con todo, a pesar de tanto argumento, rechaza que exista para sobrevivir donde otros no han seguido adelante "ninguna fórmula salvadora y mágica, porque cuando llega el mes de julio y el de agosto lo pasamos con apuros, porque el librero está acostumbrado a vivir en precario", señala.

Lo que sí hay es algo que no tiene tanto de secreto: "Yo no quiero llamar empleados a los trabajadores porque en realidad son compañeros, porque lo han sido muchos años en Beta y en otras librerías. El equipo debe estar contento y dar todo por su trabajo, deben transmitir ilusión y dedicar mucho trabajo y muchas horas, porque el libro es nuestra vida".

Una vocación que implica que, aparte de salarios, "que se desvivan y que sientan compensación en que una persona venga y te dé las gracias porque por el libro que le recomendaste ha vuelto a leer, ese es el mayor pago, el que te llena". Por eso, cuando reabrieron Reguera en Santa Catalina, "buscamos a la persona que estaba en Librería Tarsis cuando cerró, que había sido compañero 20 años antes. Un equipo con experiencia, gente cualificada y con ilusión". Esa ilusión que mantiene viva la historia de las librerías en Sevilla. La de tres libreros que al quedarse sin empleo decidieron cumplir un sueño y que hoy llenan el hueco cultural que otros negocios dejan.

Sobre el autor:

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Pablo Fdez. Quintanilla

Licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria periodística en cabeceras de Grupo Joly y he trabajado como responsable de contenidos y redes sociales en un departamento de marketing antes de volver a la prensa digital en lavozdelsur.es.

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