El bar Picalagartos es un clásico de Sevilla. Ubicado muy cerca de la Catedral, en la calle Hernando Colón, paralela a la avenida de la Constitución, y entre plaza San Francisco y calle Alemanes, lleva 30 años en su ubicación actual. Un clásico ya. Y, hoy, se ve amenazado por un posible litigio por parte de la propiedad que busca ya activamente su desahucio, según explica su propietario, Gonzalo del Rey Fernández, tras una información que adelantaba este viernes Diario de Sevilla.
"Llevo aquí toda la vida con un contrato de arrendamiento indefinido que está legalmente muy blindado", señala el propietario. "Quieren echarnos de forma ilegal, pero yo tengo un mínimo conocimiento de derecho". Todo empezó hace alrededor de un año. El edificio es propiedad de dos hermanas, explican desde el negocio. Una de ellas ha fallecido recientemente. "Quien está detrás de todo esto es un sobrino o nieto de ellas. Quiere venderlo para dar un pelotazo. Yo a este individuo no lo conocía".
Todo apunta a un posible pelotazo para convertir el inmueble en pisos turísticos. "Yo creo que aún no lo ha vendido, aunque haya gente interesada". En cualquier caso, señala Del Rey, un posible nuevo propietario del inmueble debería subrogar el contrato.
"Se ha buscado un abogado que es como un tiburón para estos asuntos, ha buscado sentencias que le serían favorables, pero esas sentencias se refieren a contratos de arrendamiento entre dos personas jurídicas. Y en este caso, es un contrato entre personas físicas, por lo que estoy tranquilo". En ese sentido, el dueño del bar indica que ese contrato de arrendamiento está "en escritura pública, ante notario". Siente que intentan "engañarme" porque ha recibido un escrito de desistimiento del contrato por la otra parte. "Quieren resolverlo pero no es legal", insiste.
Además de ese escrito que ha recibido, asegura que "intentan no darme recibo de la renta, a pesar de que estoy pagando en cuenta bancaria. No lo emiten para luego decir que es que no estoy pagando, pero eso es falso, y lograr así desahuciarme".
El asunto no ha acabado en pleito judicial, aunque Del Rey cree que es cuestión de tiempo. "Están haciendo fullerías", asegura. También insiste en que tiene problemas con una cañería y que los propietarios no estarían acometiendo los arreglos necesarios que les corresponden. Es una forma más de presionarle, indican desde Picalagartos. "Estoy temiendo las lluvias que voienen estos días".
Esta pretensión de la propiedad va en la línea de una tendencia en el centro de Sevilla en los últimos años, que se ha agudizado desde 2021: convertir edificios del centro en pisos turísticos. "Los pisos se venden a precios desorbitados, y eso afecta también a los locales comerciales. En las viviendas, o los vecinos ya son muy mayores, o se dedican a pisos turísticos. A menudo, son fondos buitre los que acaban comprando esos locales. O las propias cadenas de hostelería las que son capaces de pagar por esos locales". En definitiva, "el centro de Sevilla cada vez está en manos de menos personas".
Por el momento, el dueño de Picalagartos está tranquilo. "Yo no me voy a ir aunque estén presionando. También han intentado echar a una inquilina de alquiler en mi misma situación que vive en la segunda planta del edificio, que tiene un contrato desde 1985 y que también está blindado".
Y la fuerza que saca para pelear Gonzalo del Rey la saca no solo de su propio sustento. "Hay gente trabajando en Picalagartos desde hace 20 años. No puedo dejar en la calle a tantísimos trabajadores. Es un asunto laboral. Lo tengo clarísimo: no me voy".



