Un profesor sevillano diseña camisetas de Los Palacios al mundo: un negocio que no esperaba

El profesor Víctor Díaz Monje convierte las raíces de su pueblo en un fenómeno textil con diseños que mezclan motes, cultura popular y orgullo palaciego

Víctor Díaz Monge, con la camiseta con la que empezó todo.
Víctor Díaz Monge, con la camiseta con la que empezó todo. JUAN CARLOS TORO
12 de septiembre de 2025 a las 22:11h

Lo clavó el escritor ruso Antón Chéjov hace más de un siglo, en una frase valedera para cada vez más situaciones desde que la globalización admite Bizum: “Si quieres ser universal, habla de tu pueblo”. Sin tantas pretensiones, el palaciego Víctor Díaz Monje la ha llevado a la práctica atendiendo a una petición de su padre antes de que, precisamente esta semana, saliera en un crucero con varios paisanos.

"Fue hace muy poco, cuando en la sobremesa de una cena y entre bromas, mi padre me pidió que hiciera unas camisetas iguales en las que pusiera plaillero". Fue la idea original para no perder de vista a su equipo dentro del barco. Pero la idea ha dado mucho más de sí. 

Camisetas los palacios  4
Un ordenador con uno de los diseños.   JUAN CARLOS TORO

Para profanos y gente de fuera en Los Palacios y Villafranca, el plaillero es el natural del Plaíllo, uno de los barrios más castizos ubicado precisamente en el histórico prado comunal. Quienes no son del barrio ni del pueblo pueden caer en la pedantería de pronunciar el gentilicio conforme a las reglas de derivación del castellano, pradillero, del mismo modo que quien no ha pasado nunca calor dice el calor (en masculino) y no la calor, que es la calor que solamente se sufre aquí.

Pero entonces demostraría que no es el del Plaíllo. Como toda palabra arrastra sus connotaciones, ser plaillero o, por extensión, ser un plaillero venía significando en este municipio del Bajo Guadalquivir ser alguien sin demasiada cultura o civismo, una especie de tierno salvaje al que se le llama así entre la intención de insultar y de acallar, un individuo sin pulir en todos los sentidos. Pero ha pasado el tiempo, el barrio ha progresado y lo que en principio encerraba cierta connotación peyorativa ha pasado a integrar cierta connotación de oriundez, el orgullo de patria chica de quien, más allá de ser andaluz, sevillano o palaciego, se llena la boca al afirmar que es plaillero. 

Pues bien, el sentido creativo de Díaz Monje, profesor de Biología en el IES Marismas de su mismo pueblo natal, empezó por jugar con la primera parte de la palabra, play –que significa precisamente jugar en inglés- y añadirle el sufijo “-llero”. Y ya estaba plantada la semilla.

"Lo que pasa es que yo no quería que la camiseta fuera tan simple y le pregunté a mi padre más cosas", dice él ahora con una tímida sonrisa. El padre, en efecto, le contó que todos los que lo iban a acompañar en el crucero eran del Plaíllo, un barrio donde lo más típico era ver a un vecino ordeñando una vaca y a otro bebiéndose la latita de leche. “Así que yo intenté concentrar esa información en un dibujo lo más simple posible”, explica este docente que, en principio, no quería pasar de este divertimento si no llega a ser porque su hermano le sugirió que vendiese el modelo de esas camisetas que habían gustado tanto en su entorno más cercano por Instagram.

Volao se venden”, aventuró su hermano. Y a Víctor, que piensa en la posibilidad de que la empresa la exploten sus hijos, no se le ocurrió otra idea que llamar a su improvisada fábrica Volao Ideas. Así se llama la página en la que ya pueden pedirse camisetas de estas que promocionan lo más castizo, lo más elemental, lo más folklórico y de indudable raigambre de Los Palacios y Villafranca y que, al mismo tiempo, constituyen una demostración sin precedentes de orgullo local. 

Camisetas los palacios  7
Víctor Díaz Monje, durante la entrevista.   JUAN CARLOS TORO

“¿Y tú de quién eres?”

... De Marujita, contestaba aquella canción del grupo palaciego No Me Pises Que Llevo Chanclas. En rigor, aquel grupo autodenominado de agropop que sigue liderando Pepe Begines casi cuatro décadas después mamó la pregunta y –medio en broma– la respuesta de la costumbre coloquial de los mayores de preguntarles siempre a cualquier joven de quién era para conocer inmediatamente a su familia. Y no por los apellidos, sino por el mote, porque en Los Palacios y Villafranca, incluso más de lo que pueda ocurrir en otros sitios, toda familia tiene su mote más allá de los apellidos que figuren en el carné de identidad.

Tanto es así, que suele contarse la anécdota de quien vino en autobús a vivir en este pueblo y le preguntaron que cómo le decían a su gente. “Afortunadamente, yo no tengo mote”, dicen que contestó el tal. “Pues ten cuidado”, le advirtieron, “porque en este pueblo a todo el que llega le colocan rápidamente un mote”. “A mí no me preocupa; yo estoy prevenido contra eso”, contestó el ingenuo. Y El Prevenido se le quedó. A él y a toda su familia a partir de entonces. 

Así que a la típica pregunta de cualquier persona mayor que terminó constituyendo el famoso estribillo de Los Chanclas se suele responder aquí por el mote. Y esa simple idea es la que le sirvió a Víctor para su segundo modelo de camisetas. Un cuadro coronado por la silueta del pueblo con la torre de su iglesia y con la dichosa pregunta de las ancianas palaciegas por debajo. Y dentro, más de un centenar de motes que todos los palaciegos conocen de sobra hasta el punto de estar tentados, nada más ver la camiseta, de buscar el suyo. 

No están todos los que son pero sí son todos los que están. No han cabido más de un centenar, y aunque faltan muchísimos, se encuentran los más representativos, desde los más misteriosos por la dificultad de imaginar su origen (Tipití, Cachana, Melón de invierno, Terrino, Tonono, Litri o Guitita) a los que revelan más fácilmente una explicación (Caranabo, Zapatones, Colorao, Espelucao, Narigón, Sombrerillo o Pepón), pasando por los que pueden provocar una carcajada en cualquier sitio menos aquí, donde se tiene costumbre de tratar a la gente de Carajierro, Pocasperras o Escuchapeos

“A mí el que más me gusta es el de Gorripato Esmayao”, confiesa Víctor, que en cuestión de días ha ido confeccionando más de una docena de otros modelos de camisetas mientras su hermano se encarga de hacer potable el producto: “Nuestras camisetas siguen los principios de diseño, originalidad y sostenibilidad”, puede leerse en sus redes sociales. “Por eso están elaboradas con fibras naturales como el algodón y diseñadas con el mínimo número de colores posibles”. Su vena de biólogo también se nota: “Todo ello hace posible reducir los recursos utilizados y los residuos producidos. Además, se minimiza el uso de energía y la contaminación porque son productos hechos aquí para venderlos aquí”. 

Esto último habrá que verlo, porque aunque la referencia de los mensajes de cada camiseta pueda ser muy de aquí, sus sentidos pueden universalizarse con facilidad. “No te fíes de aquel a quien se le calienta la cerveza, se le enfría una croqueta o no tenga mote en Los Palacios”, asegura Volao Ideas en sus redes sociales para vender una de sus camisetas estrella. 

Camisetas los palacios  3
Camiseta con algunos de los apodos del pueblo.    JUAN CARLOS TORO

Insultos con gracia

Hasta la manera de insultar en Los Palacios y Villafranca, otra práctica tan castiza, ha inspirado otro modelo de camisetas, que se ofrecen en todas las tallas y colores posibles al precio único de 15 euros. Que te llamen Zartagavia puede ser menos grave que te llamen papafrita, pero nada debería preocuparte más que digan de ti que te falta un jervó. Menos grave puede ser igualmente que te llamen jirvanao o esnabao, porque eso puede responder a una circunstancia más o menos pasable que si te llaman “joio vaina” o, directamente, mamaostia, el top de los insultos aquí, cuyo catálogo continúa con shiki shanka, mamabreva o zopla, y todos se reúnen en una de estas innovadoras camisetas que miran con gracia al pasado. 

Otros modelos de camisetas hacen referencia a condiciones que solo se entienden en Los Palacios, cuyo gentilicio más popular no es palaciego, sino moñiguero, que viene de moñiga, es decir, de boñiga si nos atenemos a como se llama en el diccionario la caca de la vaca, pues Los Palacios y Villafranca tuvo fama hasta hace medio siglo de ser un municipio donde abundaban los vaqueros. Ya apenas quedan dos, pero el gentilicio de moñiguero ha sobrevivido a las moñigas o boñigas. Igualmente sonoro resulta manchonero, de manchón, que es el pequeño trozo de tierra o huerto del que cualquier agricultor (manchonero) ha presumido aquí de siempre sin necesidad de ser un terrateniente y con suficiente brío como para alimentar a su familia. El orgullo del campo aquí es el orgullo del manchonero y la manchonera, y por eso otro modelo de camisetas de Víctor luce un logotipo en el que se juega con la ilustración de una agricultora en sus labores y palabras que designaban a objetos ya en desuso como angarilla, zoleta o quincana. 

Camisetas los palacios  8
Dos diseños más de estas camisetas de Los Palacios y Villafranca.    JUAN CARLOS TORO

Que todo lo del pueblo, por local e íntimo que resulte, puede relacionarse con lo universal lo demuestra esa otra camiseta en la que se ve el antiguo depósito del agua –desde hace unos años convertido en mirador turístico de la marisma– abrazado por King Kong, que sube como la bestia que es por las recién estrenadas escaleras exteriores, mientras el resto de la ilustración hace guiños a otros clásicos del cine, con pájaros de Hitchcock o de la marisma y dinosaurios de cualquier parte…

Tal vez la prueba más palpable de esta universalización textil desde lo local sea la camiseta que luce a los tres jugadores locales –su versión cómic– que han convertido a Los Palacios y Villafranca en el único pueblo del mundo con tres paisanos jugando en la Selección Española de Fútbol a la vez: Jesús Navas, Fabián Ruiz y Gavi, además de esa estrella naciente del motociclismo que se llama José Antonio Rueda… Debajo de los cuatro deportistas internacionales cruzando como Los Beatles un paso de peatones puede leerse: “The Biggests in Los Palacios”. Pues eso. 

Sobre el autor

Álvaro Romero Bernal.

Álvaro Romero

Ver biografía

Lo más leído