Tres años después de la polémica tala detenida por orden judicial, el Ayuntamiento de Sevilla ha retirado este jueves los restos del ficus de la parroquia de San Jacinto, en el barrio de Triana. Según ha confirmado la delegada de Parques y Jardines, Evelia Rincón, "era imposible recuperarlo porque lo mataron en agosto de 2022".
La delegada ha explicado que el ejemplar estaba muerto desde hace más de dos años y que, pese a los esfuerzos realizados, su estado había empeorado visiblemente. “No ha habido manera de recuperarlo”, aseguró Rincón en declaraciones a Europa Press, confirmando que las tareas de mantenimiento aplicadas no lograron salvar al árbol.
El Ayuntamiento ha decidido dejar una sección del ficus como recordatorio
Representantes de la plataforma ciudadana en defensa del ficus, presentes en la retirada, solicitaron en 2024 una moratoria para frenar la tala, algo que Rincón afirma que “hemos cumplido”. Sin embargo, el deterioro del árbol era irreversible. “Estaba más podrido de lo que pensábamos”, confesó. Como gesto simbólico, el Ayuntamiento ha decidido dejar una sección del ficus como recordatorio.
Sobre qué se instalará en su lugar, la delegada aclaró que aún no hay una decisión firme: “Vamos a esperar a ver cómo queda la base y, en función de eso, se decidirá qué es lo más viable”. Un informe técnico del Servicio de Parques y Jardines, emitido en septiembre de 2024, ya confirmaba el “colapso final” del árbol, proponiendo su eliminación y la plantación de un nuevo ejemplar que compense su valor ambiental.
El informe: colapso, hongos y deterioro irreversible
Este informe detallaba que el “descope total” del ficus, realizado durante el intento de tala en agosto de 2022, provocó la desaparición de toda la masa foliar, exponiéndolo a las altas temperaturas estivales y fomentando la aparición de hongos saprofitos. “El ejemplar no tiene posibilidad de recuperación”, concluía el técnico.
Además, se advertía de que la estructura del árbol se descompondría progresivamente, a un ritmo no predecible y condicionado por la meteorología y los organismos que invadieran sus tejidos. El informe proponía plantar un nuevo árbol que evitara conflictos y molestias a la ciudadanía, pero que también recupere el valor paisajístico y ecológico del ficus desaparecido.
El origen del conflicto se remonta a agosto de 2022, cuando la Orden de los Dominicos, propietaria de la parroquia, inició la tala del árbol con el aval del Ayuntamiento, alegando la caída de ramas —una de ellas en 2021 dejó seis heridos— y el deterioro estructural del templo. La Asociación de la Jardinería Andaluza (AMJA) llevó el caso a los tribunales, logrando suspender la tala con una medida cautelar.
En 2023, se alcanzó un acuerdo extrajudicial entre el Ayuntamiento y la Orden. El Consistorio destinó más de 78.000 euros a encargar al CSIC un dictamen sobre la viabilidad del árbol sin afectar a la seguridad del templo ni de los viandantes. En agosto de ese año, el alcalde José Luis Sanz anunciaba un pacto definitivo: el ficus pasaba a ser competencia municipal y el jardín de entrada quedaba cedido como espacio público.




