La historia del fresno de Bornos que 'quita las malas energías': este es el "arbol de moda" de la Sierra de Cádiz

Situado en el maravilloso jardín del Palacio de los Ribera, los visitantes de la localidad gaditana suelen entrar en su tronco para fotografiarse. Pero más allá de las instantánea, el árbol guarda una leyenda muy particular

El fresno de Bornos que guarda una curiosa historia.
El fresno de Bornos que guarda una curiosa historia.
02 de junio de 2025 a las 11:31h

En el corazón del jardín del Palacio de los Ribera de Bornos, entre tapias centenarias y sombras que murmuran historias, crece un árbol que parece haber nacido para quedarse. No es el más alto ni el más frondoso, pero sí el más visitado. Un fresno viejo, herido por el tiempo y por la furia del cielo, se ha convertido en el secreto a voces de este pueblo de la Sierra de Cádiz. Un secreto que muchos quieren descubrir, cámara en mano, y espíritu en pausa.

Dicen que un rayo lo partió en dos una tarde en que el cielo se cerró como un telón de teatro. Desde entonces, el árbol quedó con un gran agujero en su tronco, un hueco que no parece herida, sino boca abierta, un refugio. Contra todo pronóstico, el fresno no murió. Siguió creciendo. Y en ese gesto desafiante contra la destrucción, algunos comenzaron a ver algo más que simple resistencia.

Porque este no es un árbol cualquiera. Con el tiempo, surgió la creencia –mitad leyenda, mitad tradición popular– de que el fresno albergaba una fuerza invisible, una capacidad para absorber lo que pesa, lo que no se ve pero se arrastra. Quienes se sienten extraños, torpes de ánimo o perseguidos por una mala racha, dicen que basta con cruzar ese hueco y quedarse un momento dentro para empezar a sentirse distintos. 

No es un amuleto ni un árbol de los deseos. El fresno de Bornos no promete loterías ni amores. Su magia, si es que la tiene, es más sutil: sirve para soltar. Para dejar atrás lo que uno no sabe cómo quitarse de encima. Un pensamiento oscuro, un cansancio que no se explica, una tristeza sin nombre. Uno se mete en el hueco, cierra los ojos y piensa en lo que quiere dejar ir. A veces, eso basta. O eso se cuenta. 

Hoy, el fresno es casi un símbolo. Las redes sociales lo han elevado a árbol de moda, como apuntan desde Turismo Bornos y Coto de Bornos. Cada vez más visitantes llegan para fotografiarse dentro, como si quisieran atrapar un instante de esa promesa silenciosa. Pero hay quienes lo visitan sin decir nada, buscando más que una imagen, un instante de paz. 

Bornos, con su historia rica y sus maravillosos paisajes, tiene en este árbol centenario una curiosa leyenda. Un árbol atravesado por el rayo y el tiempo, que en lugar de romperse, se convirtió en refugio. Un hueco que no vacía, sino que alivia. 

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Rubén Guerrero.

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