Sergio Cámara es todo un ejemplo de resiliencia. Este hombre de 56 años, natural de San Fernando (Cádiz) y vendedor de la ONCE, tiene detrás una gran historia de superación. Tras los pronósticos médicos que lo condenaban a una silla de ruedas, Sergio ha convertido el deporte en terapia y medicina contra sus problemas de salud. Diagnosticado con artrosis en la columna y con una operación por trombosis a sus espaldas, este isleño ha dado la vuelta a España en tres ocasiones y ha convertido cada pedalada en un mensaje a favor de la inclusión.
Un desafío más allá del deporte
Cámara se convirtió en la primera persona con discapacidad en completar la exigente ruta entre San Fernando y el Monte Oiz, en Vizcaya. La hazaña iba mucho más allá de los números. “El reto no era solo una cifra. Era una promesa, una locura que había que cumplir. 1.196 kilómetros. 36.225 metros de desnivel acumulado. Y todo, por una causa que daba fuerza a cada pedalada: demostrar que las limitaciones se las pone uno mismo”, explicó en sus redes sociales.
El ciclista relató que lo vivido no se trató de una victoria en términos deportivos, sino de una experiencia transformadora. “No fue una victoria deportiva. Fue una lección de vida. Esos 1.196 km no me llevaron solo del punto A al punto B. Me llevaron a lo más profundo de mí mismo, para sacar la fuerza que no sabía que tenía y dejarla ahí, en la carretera, para que otros la encuentren”.
La creación de Mi Gran Reto
Además de la visibilidad a la inclusión que intenta promover, Sergio ha creado la asociación Mi Gran Reto, con la que busca promover el deporte como herramienta de motivación entre personas con enfermedades o en situaciones complicadas. Su propósito es claro: que cada persona se marque metas propias y encuentre en la actividad física un motor para luchar por la vida.
Sin embargo, la iniciativa enfrenta serias dificultades por falta de apoyo. El propio Cámara lo expresó con pesar: “Por desgracia, nadie apoya mi proyecto altruista y solidario”. A pesar de ello, asegura que no se da por vencido y mantiene intacta la determinación que lo llevó a recorrer más de mil kilómetros.
El isleño reconoció que a veces la lucha se hace cuesta arriba, pero rendirse no está en su diccionario. “A veces siento que estoy luchando contra los molinos de la injusticia y de la indiferencia. Cuando pides ayuda o patrocinio, porque los medios que tengo son insuficientes, te ves solo y sientes que te observan deseando que fracase y solo recibo negativas. Pero mi fuerza y mi tenacidad son muy grandes, porque con muy poco he llegado a lograr lo impensable en mi situación”.



