Una auténtica pesadilla vivió el pasado domingo en la playa de las Tres Piedras de Chipiona la familia de Ezequiel, un niño de cuatro años que de buenas a primeras desapareció del lugar en el que se encontraba.
"Iban pasando los minutos y el niño había desaparecido como por arte de magia. Pensaba que al niño lo habían sustraído. Fue horrible, pensaba que no iba a volver a mi hijo", ha relatado Rebeca, la madre del pequeño, a Andalucía Directo.
Dos horas de angustia y cuatro kilómetros de distancia
Tras casi dos horas de angustia y desesperación, Ezequiel apareció a más de cuatro kilómetros de distancia en Costa Ballena. Un matrimonio lo encontró desorientado y llorando. La pareja ofreció agua y comida al pequeño tras llamar a la Policía.
Todo quedó finalmente en un gran susto, pero tras lo ocurrido, Rebeca, que vive en Lebrija junto a su pequeño, quiere agradecer a este matrimonio lo que hizo por su hijo. "Me gustaría encontrar a estas personas que ayudaron a mi hijo en ese momento. Estamos buscándolos porque me gustaría darles las gracias personalmente".
Decenas de avisos diarios durante el verano
Cuando llega el buen tiempo, las playas andaluzas se llenan de familias que buscan descanso y diversión, pero también se multiplican los episodios de niños que se pierden momentáneamente por despistes. La mezcla de aglomeraciones, relajación de la vigilancia adulta y la propia curiosidad infantil contribuyen a que estos incidentes sean frecuentes, especialmente en las horas de mayor afluencia.
Según datos de Cruz Roja y servicios de Protección Civil, durante la temporada alta pueden registrarse decenas de avisos diarios en las diferentes playas de la costa andaluza. La mayoría de los casos se resuelven en pocos minutos, pero generan gran ansiedad en padres y cuidadores.
Los servicios de salvamento han reforzado sus protocolos para actuar con rapidez ante estos casos. En muchas playas andaluzas se han implantado pulseras identificativas para menores, megafonía específica y puntos de encuentro señalizados.
Aun así, los expertos insisten en la prevención: vestir a los niños con ropa llamativa, acordar puntos de referencia y no perderlos de vista, ni siquiera un momento. Basta con mirar el móvil un segundo para que un niño se desplace decenas de metros sin que nadie lo advierta. El mensaje es claro: la vigilancia activa es la mejor herramienta para evitar sustos.




