La visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a la base naval de Rota no despierta gran interés entre los roteños, pero destacan el aporte cultural y económico que supone la presencia norteamericana.

“A Rota no hace falta que la ponga nadie en el mapa”. José Luis, propietario de una pizzería a escasos 200 metros del paseo marítimo, cuestiona las palabras de su alcalde, Javier Ruiz, que consideraba días atrás que la visita a la base naval del presidente norteamericano Barack Obama serviría para darle mayor proyección al pueblo. Desde luego, la llegada, el próximo domingo, de uno de los hombres más poderosos del mundo no ha revolucionado a los roteños. El hecho de que tenga previsto tan solo pasar unas horas en las instalaciones militares ha provocado que incluso alguno desconociera todavía su visita. “¿No va a salir de la base, no? Entonces como si no viniera…”.

A horas de la histórica presencia del célebre inquilino de la Casa Blanca, en Rota no se respira nada fuera de lo normal. Desde que se instaló la base, las culturas española y americana han convivido en armonía. “Rota siempre ha sido un pueblo, pero ha tenido algo de cosmopolita gracias a la base. Cuando en España llamaba la atención ver a una persona negra por la calle, aquí ya los llevábamos viendo años”, señala Mercedes desde su negocio, Modas Merche, a unos metros de la entrada a las instalaciones militares, que aun así considera que en la localidad todavía se mantiene “esa esencia de pueblo” que, en gran medida, atrae a los norteamericanos. “No se quieren ir. Aquí están muy bien y fíjate la de americanos que se han casado con españoles”.

En la tienda, una clienta septuagenaria también llamada Mercedes, recuerda los primeros años de la base. “El pueblo cambió al cien por cien. Lo que era la base eran huertos y muchos de a los que les expropiaron las tierras acabaron trabajando dentro. De pronto comenzaron a verse coches, máquinas… Al principio había muchos accidentes, porque aquí la gente no estaba acostumbrada a conducir”, apunta como curiosidad. Su tocaya, la propietaria de la tienda, añade que los propios roteños, en esos primeros años, se prestaban a lavar la ropa a los militares, huérfanos aquí de las tan típicas lavanderías que pueblan las calles en Estados Unidos.Cruzamos la calle. En el bar Plaza del Triunfo, su propietario, Rafael Zarzana, apura un mollete con tomate y jamón. “La repercusión que tendrá Obama aquí será poca, por mucho que diga el alcalde”, afirma cuando le preguntamos. Lo que sí tiene claro es que Rota “no sería tan próspera sin los americanos”, pero no sólo en el plano económico, “que ya es importante porque aquí dejan mucho dinero. Culturalmente también nos ha venido bien. Aquí llega gente de muchos países, no solo de Estados Unidos, igual que de España, que vienen militares de todos lados. Eso ha hecho que nos hayamos ido enriqueciendo de todos”.

Rafael destaca del militar americano “su educación. No digo que sean mejores o peores que otros, pero se les nota. Además cuando llegan a Rota se les ve que llegan cortados a los sitios, como que necesitaran conversación y sentirse acogidos. Y yo aquí en el bar procuro que se sientan a gusto”.

Un breve paseo por Rota sirve para darse cuenta de que la localidad se ha adaptado a la presencia de la base. Banderas americanas, negocios con carteles en inglés y español, productos alimenticios importados de Estados Unidos, estudios de tatuajes, multitud de hamburgueserías y pizzerías –las primeras pizzas que se comieron en España fueron aquí- o bares que sirven exclusivamente comida típica americana. Rubén Prados, encargado de Slice, uno de esos restaurantes que parecen sacados de una peli de Hollywood, no concebiría Rota sin la base –“seríamos un pueblo como otro cualquiera de veraneo”- hasta el punto que considera que los roteños, con el paso de los años, incluso han adaptado costumbres norteamericanas “a la hora de salir de fiesta, de vestir y hasta en las chucherías que comemos desde chicos, que vienen de fuera”. ¿Y qué piensa de los que se manifiestan en contra de las bases americanas?, le preguntamos. “Yo lo tengo claro. Que los americanos no se vayan nunca”.Desde septiembre de 2015, cuando llegó el cuarto y último de los destructores que conforman el escudo antimisiles de la OTAN, la base cuenta, entre militares y sus familias, con 3.400 nuevos inquilinos, lo que se ha notado en el plano económico, ya que aunque los habitantes de la base cuentan con sus propios supermercados y bares, está claro que buena parte de su vida la hacen en la propia Rota. Lo mismo pasa con las viviendas. Muchos viven dentro de las instalaciones, pero otros muchos han alquilado chalés entre Rota, Sanlúcar y El Puerto. “Lo que buscan son casas con jardín para hacer sus barbacoas y con garajes grandes, porque sus coches no es que sean pequeños”, apunta Juan Antonio Cutilla, de la inmobiliaria ‘Tu casa en Rota’, que por otro lado explica que ya no se nota tanta alegría en el americano a la hora de alquilar. Juan Antonio, roteño, tiene claro como muchos de sus vecinos que “sin la base no podríamos hacer nada. Seguir viviendo del campo es muy complicado”.

Desde luego, la visita de Obama a Rota distará mucho de la del célebre mister Marshall de Berlanga, pero lo que está claro es que en la localidad, Estados Unidos tiene y tendrá un hueco en el corazón de todos los roteños.

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Jorge Miró

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