Una puerta con tres arcos sirve de entrada —actualmente en desuso— a los depósitos de San Cristóbal, situados en el término municipal de El Puerto de Santa María, aunque colindando con los de Jerez.
Se accede por la carretera de la barriada rural de El Portal, ascendiendo por una vía que lleva a unos depósitos construidos a mediados del siglo pasado, y que venían a paliar déficits en el abastecimiento de agua de estas ciudades.
En la puerta aún se puede leer el nombre de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), aunque hace años que la gestión de los depósitos está en manos del Consorcio de Aguas de la Zona Gaditana (CAZG), un ente supramunicipal creado a finales de 2005.

El CAZG es quien ocupa ahora las oficinas que hay en los edificios anexos a los depósitos de San Cristóbal, con capacidad para 200.000 metros cúbicos, una obra de ingeniería deslumbrante, sobre todo si se tiene la oportunidad de recorrerlos cuando no tienen agua.
En el momento en que lavozdelsur.es lo visita, unas obras en las instalaciones permiten recorrer uno de los depósitos, que vacío permite contemplar su impresionante arquitectura, plagada de pilares y arcos que recuerdan al estilo de las bodegas-catedral.
El origen de los depósitos (y de otras infraestructuras clave)
A mediados del siglo XX, cuando grandes poblaciones de la provincia tenían serios problemas para abastecer de agua a su población, se aprobó en las Cortes franquistas la Ley de 31 de diciembre de 1945, promovida y gestionada por el ingeniero de caminos gaditano Francisco García de Sola, quien entonces director general de Obras Hidráulicas en el Ministerio de Obras Públicas —conocido como Mopu—.

Antes de aprobarse esta ley, que permitió la construcción de presas y de los depósitos de San Cristóbal, entre otras infraestructuras hidráulicas, poblaciones como Cádiz, San Fernando, Puerto Real o El Puerto se abastecían de pozos, con dotaciones que no llegaban a los 50 litros por habitante y día.
Jerez tiraba del manantial del Tempul, que proporcionaba diariamente un total de unos 5.000 metros cúbicos para una población cercana a los 100.000 habitantes por aquel entonces. Chipiona, Rota, Conil o Sanlúcar se surtían de pozos particulares, en muchas ocasiones contaminados, y también mediante la venta callejera de agua, transportada en cántaros que portaban caballos o mulas.
La citada ley encomendó a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir el estudio y ejecución de un plan general de obras para dotar de agua potable a poblaciones situadas en un radio de 45 kilómetros en torno a Cádiz. De ahí surge la construcción del pantano de Los Hurones, la conducción del agua desde este punto hasta los depósitos de San Cristóbal; pero también la depuradora de Cuartillos y conducciones para abastecer a estos municipios.
En el informe El abastecimiento de agua a la zona gaditana 1957-1982, elaborado por el Ministerio de Obras Públicas en 1983, se recoge que el sistema se inauguró en febrero de 1957, después de que las obras puestas en marcha concluyeran el primer tramo San Cristóbal-Cádiz, usando para ello el embalse de Guadalcacín.
No fue hasta 1970 cuando se puso en marcha la segunda fase del proyecto, la conocida como Arteria II, de 40 kilómetros de longitud, una fase que también incluía una segunda estación depuradora, los depósitos en Cerro del Montañés, en Puerto Real, y nuevos ramales para Rota y Chipiona.
La red tiene en total más de 45 kilómetros de longitud. En ese momento se plantearon nuevas obras, como la construcción de las presas de Zahara y de Guadalcacín II, para regular los ríos Majaceite y Guadiaro. Para principios de los años 80, se abastecía a 656.000 habitantes. En la actualidad son en torno a un millón de ciudadanos de una veintena de localidades a las que abastece el Consorcio de Aguas de la Zona Gaditana.



