¿Puede una cuarteta de un popurrí servir de inspiración para una exposición de cuadros? ¿Puede generar una pintura, a través del humor, una sátira de la turistificación y del eterno problema del aparcamiento? En la cabeza de Mikel Gil, sí, y si además el escenario es Cádiz, todos los planetas se alinean para que Los Titis de Cai, chirigota del Selu de 1994 haya provocado que un artista pinte desaforadamente paisajes de Cádiz con extraterrestres queriendo aparcar como locos sus platillos volantes allá donde haya un hueco.
Problemas de aparcamiento y otras piezas eclécticas es la segunda exposición pictórica de Mikel Gil Camacho, un portuense, vasco de nacimiento y de carácter, que, de manera autodidacta, expresa todo ese mundo interior y su sempiterna pasión por el cine a través de sus cuadros. Como ya hiciera el año pasado, Blanco y Negro es la galería donde expone casi una veintena de sus nuevas creaciones que se agrupan en series cargadas de simbolismo de principio a fin.
Una reinterpretación de la mítica portada de Los Beatles es de las piezas más icónicas
Problemas de aparcamiento volumen uno, dos y muchos más, conforman una serie de ocho cuadros de diferentes tamaños pintados al óleo en los que Gil representa monumentos y paisajes característicos del skyline gaditano con un elemento común: ovnis de distintas películas y dibujos animados (Futurama, Mars Attacks o los Simpson) que sobrevuelan la capital gaditana intentando hacer como cualquier terrestre, encontrar un sitio para aparcar el coche. Y así están los pobres marcianos. Intentándolo por astilleros, con sus grúas amarillas viéndolas venir, en la playa de la Victoria y una singular señora sentada en su silla, a la altura de una catedral pintada en dos dimensiones o sobre el Pirulí, la Torre Tavira o la maravillosa Bella Escondida. Incluso se paran un rato a matar los barquitos de la Caleta. Desesperados, en uno de los ovnis, un extraterrestre le señala al otro lo que parece ser un sitio por la Plaza de Candelaria. Iluso. Sólo hay zona de carga y descarga.
Una serie nacida por una "tremenda fobia al aparcamiento en Cádiz"
“Esta serie nace por mi tremenda fobia al aparcamiento en Cádiz, pero también quería hacer una crítica a la turistificación y masificación de una ciudad como ésta. Es una metáfora de los que vienen de fuera y se encuentran una ciudad distinta a la de hace años, que es un poco lo que me pasa a mí también con Cádiz”. Y en este pensamiento, aparece Selu y sus vetustos titis, otro de sus míticos personajes, y aquella cuarteta que decía: “Al salir de los ensayos, por una callejuela, con la lengua fuera, me encontré a un marciano y por telepatía, con la cara asustá y las lágrimas saltás, así me desía: Yo vengo del planeta Trikitra, ahora mismito acabo aterrizá, estoy buscando un sitio pa aparcar pero esto es horroroso. Déjate de tontería que los extraterrestres no existen”, canturrea entre risas. Así que ovnis, aparcamientos y Cádiz encajan a la perfección en los lienzos de Mikel.

Y es que el Carnaval es, sin quererlo, la clave de la exposición que presenta otras piezas eclécticas que se distribuyen en tres temáticas: carnaval propiamente dicho, música y la reinterpretación de los clásicos al estilo Mikel Gil. Un imponente Juan Carlos Aragón en su tipo de Capitán Veneno, mira directamente a los ojos del espectador cautivándote aún sin escucharlo y una chica con peluca, sombrero y dos coloretes te recuerda que, en el Carnaval de Cádiz, no hace falta más que eso para entregarse al ingenio de un día de coplas y a las letras ya eternas del capitán.
Los Beatles de Cádiz, como la ha nombrado Gil, es la pieza central de la serie de música con óleos de estrellas con ese puntito canalla que le gusta a Gil: Mick Jagger comiendo un frigo dedo, Angus Young con un bajo, Ozzy Osbourne con una botella de fino Osborne y los cuatro genios de Liverpool representados en su mítica portada del disco de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band pero rodeados de personajes y figuras patrias: desde Velázquez, el círculo Lorca, Buñuel y Dalí, pasando por Gloria Fuertes, Clara Campoamor, Arguiñano, Marisol, Rocío Jurado, Julio Anguita o el Ecce Homo de Borja.
Dos escenas de la filmografía española tan distintas y, a la vez, tan cañís también encuentran su espacio en esta obra tan singular, quizá la estrella de la exposición: un Paco Martínez Soria perdido en Madrid en su película La ciudad no es para mí y Régula, de Los Santos Inocentes, sosteniendo a la niña chica como la llaman, su hija con parálisis cerebral. El miliciano abatido de Capa y algún guiño a su niñez en forma de D'Artacan o de un trompo son algunos de los elementos más destacados de esta obra llena de genialidad. “El día de la inauguración todo el mundo se paraba para intentar averiguar quiénes acompañan a los Beatles. Ha sido muy interesante ver a la gente parada frente al cuadro, incluso queriendo tocarlo”, explica Gil que reconoce, además, la complejidad para él de esta composición. “Es el último cuadro que pinté y le he echado muchas horas. Ha sido un reto para mí pintar caras en miniatura que fueran identificables y representativas de los personajes”.
Sus versiones de Duelo a garrotazos de Goya, encarnados por Batman y el Jocker, y la Libertad guiando al pueblo de Delacroix, esta vez con una bandera republicana y no con la francesa original, cierran esta nueva creación y es una seña ya de su pintura irreverente de la que dio buena muestra en su primera exposición con obras como Los fusilamientos de Goya, donde el héroe anónimo que se enfrenta a los franceses se convierte en Krusty el Payaso de los Simpson o en los Chicos en la playa de Sorolla, cuyas caras pasan a ser emojis con los que hoy nos comunicamos.

El director que más ediciones ha ganado en el festival de cortos de Alcances
Y es que el cine, la música y la cultura pop siempre están presentes, de una u otra manera, en este artista casi renacentista -arquitecto técnico de profesión- que toca todos los palos por su necesidad constante de crear. Su paso por el cine y el mundo del cortometraje, en particular, ha estado lleno de éxitos y los sinsabores propios que provoca la industria. Creador junto a Sergio Ceballos de Producciones Varadas y el reconocido cortometraje Hablando en plata, ambos pusieron en marcha el Festival Internacional de Cortos Shorty Week, una iniciativa sacada casi a pulmón durante los diez años que se ha celebrado entre El Puerto de Santa María y Cádiz.
En estos años, Gil, ha conseguido hacerse con premios tan reconocidos en el sector como el Premio al Talento Español en del Notodofilmfest por su cortometraje Plano genealógico o ser el director que más ediciones ha ganado en el Festival de Cortos Docuexpres de Alcances. Su ingenio ha tomado forma también en juegos de mesa y después de haber creado Memm y Ringames se lanza ahora en la que va a empezar a trabajar. “Voy a colgar los pinceles durante un tiempo y quiero sacar un nuevo juego de mesa muy intuitivo y divertido que ya está en pruebas, además lanzarme a otro reto, esta vez literario y con compañía”.
Pero la pintura siempre está ahí, más allá de las exposiciones y de la opinión del público. “Necesito pintar y en este año he sido consciente de mi propia evolución al aprender a manejar colores, a definir rostros, a no tener límites. Hay momentos que estoy pintando y estoy literalmente en trance. Es una sensación maravillosa”.
Como el propio escenario donde las obras de Problemas de aparcamiento y otras piezas eclécticas se puede ver. “Para mí siempre ha sido un sueño exponer aquí en la Galería Blanco y Negro y con el mejor montador de exposiciones de todo El Puerto de Santa María que es Juan Cebrián. Él consigue que las obras de los artistas brillen aún y se mantenga la cultura en esta ciudad”.
La exposición de Mikel Gil puede verse en la Galería Blanco y Negro (calle Ricardo Alcón, 10. El Puerto de Santa María) hasta el próximo 27 de septiembre.


