El año que fui chirigotero en Cádiz

“Yo salgo por mí, porque estos ensayos, aunque son duros, te sacan de todo. Y si luego la gente se divierte, mejor”. Así es el carnaval desde dentro, el que he vivido

Un acto del pasacalles del carnaval de Jerez. FOTO: MANU GARCÍA
Un acto del pasacalles del carnaval de Jerez. FOTO: MANU GARCÍA

Al final, es como cargar un paso. Por más que te guste la Semana Santa, el incienso huele diferente debajo de una parigüela, supongo. Igual huele diferente el carnaval cuando, por más que escuches y seas buen aficionado, lo practicas. Y el Carnaval de Cádiz no regala nada. Ni la gente que está en Cádiz, que apenas es de Cádiz estos días en muchas plazas. Esta crónica de sensaciones se corresponde con la de este humilde periodista, para que quien lo lea se lleve un poquito de lo que yo me he llevado.

Cuando te pones los coloretes con un grupo de gente que lleva tu mismo disfraz, con la que has ensayado letras, detalles sobre cómo llegar mejor al público, te das cuenta de la trascendencia, porque un grupo de gente te va a dar la oportunidad de ser tú quien le digas muchas cosas. Las críticas, los chistes sin trascendencia... Es como meter en la casa de cada uno de ellos para invadir su tele y que presten atención. Y a menudo, les estas diciendo qué es el carnaval, porque quizás vienen de Granada, Madrid o Valladolid. O lo que es mejor, vas tú a Valladolid a decírselo.

La última hora de la final del COAC, el concurso del Falla, la pasé en un autobús en dirección al Norte. El penúltimo grupo en cantar fue Los Impacientes, la chirigota de Puerto Real que mejor conectó con el público. Un referente para las clases medias y bajas del carnaval. El último, Martínez Ares, el referente de las comparsas modernas. El pase de la final de Martínez Ares es algo que hace historia siempre, porque sabes que será visto y revisto en el futuro, por los demás y quizás por ti mismo. En las partes fijas, presentación, popurrí y estribillo, El Niño se salió este 2020, como siempre. Las letras de pasodobles y cuplés son las que van cambiando en cada uno de los cuatro pases. Y eligió cantar a los kilómetros de carretera.

Tenía 10 horas de camino en un autocar por delante cuando sonaba 'A las siete y media el viernes / en la parada de siempre'. El remate va (ojo, spoilers) de que sí, son muchas horas en carretera actuando con la comparsa, pero que artistas son quienes les aguantan tantos días de actuaciones, sus familias Casi todo el año. Un poco puedes sentirlo en tus carnes. Claro, en ese bus con cuatro chirigotas callejeras que íbamos a dar carnaval de calle por Santovenia de Pisuerga (sí, ese pueblo existe, una ciudad dormitorio de Valladolid), no estaba Martínez Ares, ni Fali Vila, ni Miguel Nández. Y uno al final es un invitado en una fiesta de décadas de curro, pasión, concuirso... De lo que da una idea es ese dolor  da lo que significa que un grupo de gaditanos se peguen la paliza cada fin de semana.

Si vas a cantar alguna vez carnaval, que sea primero en la calle. El concurso es otra cosa, dicen. Me lo cuenta un compañero que llegó a concursar en una final como componente de una comparsa, hace casi 20 años. “Esos nervios… Eso es otra cosa, pisha”. Eso te abre puertas a contratos, a que te conozcan los referentes, te saluden… Entras en otra liga. Pero mirar de frente a una persona en el público que lleva un rato con “cara de sieso” hasta que se ríe y dices, “ea, cayó”, eso es mantener viva la pasión.

La calle es dura, claro. Porque la gente no perdona. Se va. No valen nombres, ni nadie pone en un cartel debajo que el año pasado todos te miraron y aplaudieron. La calle te dice que si no vales nada, la calle se te va.

Eso sí, no siempre que se va eres malo. El botellón no sólo ensucia las calles de Cádiz. También los ánimos. Es increíble que una persona borracha moleste a otra porque va disfrazada. En Cádiz, ojo. No en Sevilla, que tampoco debiera. Pues esos borrachos interrumpen los repertorios, vociferan. Y si se te van, mejor. Y hay calles donde está el público más exigente, La Palma, lo más carnavalero. Las calles cuyos adoquines son el templo del Falla de los profanos.

Si quieres un aplauso fácil, busca guiris. Caen con todas las bromas de satisfyer y kichis, y no pasa nada, porque van con predisposición. Si quieres saber de verdad si vales, canta mucho, y ya sabrás.

Y, si vas como yo algún a día a estrenarte, ten en cuenta varias cosas. Aquí van cinco ideas para que te desenvuelvas bien.

1- Ensaya mucho (o lo que veas necesario, al menos) y con respeto. Tendrás a gente a tu lado que, seguramente, lleve más años que tú en esto. Si das mal una nota, o no te sabes bien el repertorio, o no te esfuerzas en que las cosas salgan bien, a quien estarás fallando es a la gente que te ha dado la oportunidad de salir con ellos, o simplemente de gente que ha confiado en ti para dedicar muchas horas de su vida a esto.

2- Esto es Cádiz, y sí, hay que mamar. Esta es una fiesta gaditana, en la que mayoritariamente gaditanos han dado la batalla para llevarla a donde está. Paco Alba o Enrique Villegas eran de fuera, lo mismo que la familia de los Catalán, que, efectivamente, son catalanes. O lo mismo que el pregonero de Jerez, Luis Rivero.

3- Asume que vas a dormir poco. Porque los ensayos, sobre todo cuando más se acerquen las fechas, acabarán más tarde. Asume también que una buena fiesta por las calles de Cádiz se improvisa. Y, cuando menos, puedes verte en una batalla de coplas con otras agrupaciones.

4- La calle es de todos, pero de ti un poco menos. Las calles en carnaval no son como la sombrilla en la playa, donde marcas territorio. Hay esquinas bonitas en las que puedas cantar, que seguramente ya está cogida antes de que llegues. Pide permiso, pide la vez. Paciencia. Si no se puede donde quieres, ve a otro lado, y sobre todo, no te pongas al lado. Porque 1 más 1 no son dos, sino que es cero. Es habitual, por desgracia, ver a grupos dar sus pases a pocos metros. Eso no es compañerismo, y seguramente salgáis perudicados los dos. Sobre todo, si uno, o ambos, llevan no sólo guitarra, sino también caja y bombo. Igualmente censurable es hacer pasacalles como si estuvieras llegando a la final del Falla. Por mucho que, incluso, seas una de las buenas, la calle no es tuya, no tienes derecho a pisar a los demás.

5- Disfruta tú, y disfrutarán los demás. Intenta no contagiarte de públicos que no regalan ni una sonrisa. A tu rollo, pásalo bien. Ya habrá pases mejores. Pero desde luego, no podrá remontar si no disfrutas y te dejas llevar. Quizás la culpa sea de tu repertorio, o de cómo lo estás defendiendo. Pero también es posible que sea culpa del público. No desistas.

Estos consejos, dichos con la mayor humildad, son sólo una pequeña recopilación de cosas que yo he aprendido, y que me han transmitido a mí antes y durante las actuaciones. Gente que lleva 20 años sacando chirigotas, yendo al concurso con éxito, o simplemente amando la fiesta desde la calle. No soy quién para invitarte a Cádiz, pero yo, desde luego, dentro de mi grupo jerezano, me he sentido como en casa.

Lo haces cuando te vas con aplausos del tablao de la Peña El Adoquín, o cuando te pierdes por La Viña y en una calle oscura te felicita gente de aquí y de allí. Y a lo mejor dices que no, pero un poco te tiembla el cuerpo porque las expectativas van rompiendo el techo. El hormigueo de saber que algo que llegaste a aportar en los ensayos parece que funciona, que ese acorde o esa sugerencia de ir por mayores o por menores quizás eran correctos.

Quien vive año tras año semifinales y de vez en cuando una final del Falla muestra mucha insatisfacción, y lo entiendo. Pienso en grupos que están siempre al borde del pelotazo y no huelen premios más que de lustro en lustro. Para mí, igualmente, es de una admiración profunda que una fiesta participada por gente de todos los extractos sociales, con profesiones diversas, sea capaz de sacar tiempo, muchísimo, para cumplir su pasión con tanto éxito. Es dificilísimo estar arriba. Se necesita talento, dedicación y amor. Si alguno de ellos me lee, no olvidéis que estáis gozando del privilegio de tener ese algo que os hace especiales, ese algo que no sólo se ha logrado con esfuerzo, porque muchos que le dedican tanto nunca se acercan.

El premio, de verdad, lo compro, está en la calle. Yo ya me lo he llevado en el primer año, alguna madrugada de este carnaval de 2020. Los hay para sólo algunos de los que lo han luchado. “Yo salgo por mí, porque estos ensayos, aunque son duros, te sacan de todo. Y si luego la gente se divierte, mejor”. Me lo dicen en la chirigota, lo he oído en la calle. El premio está en la calle. Yo ya puedo presumir de uno en forma de recuerdos y de alguna chapa que no perderé nunca.

CODA: Comprad chapas y libretitos. Que los chicharrones en la Viña no están subvencionados, aunque deberían por ser patrimonio de la humanidad, sobre todo a partir de las 12 de la noche.

Sobre el autor:

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Pablo Fdez. Quintanilla

Licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria periodística en cabeceras de Grupo Joly y he trabajado como responsable de contenidos y redes sociales en un departamento de marketing antes de volver a la prensa digital en lavozdelsur.es.

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