Descubren una valiosa propiedad de las salinas de la Bahía de Cádiz para luchar contra el cambio climático

Un estudio pionero del CSIC releva que son capaces de absorber y almacenar más de 400 toneladas de dióxido de carbono

Salinas de la Bahía de Cádiz.
Salinas de la Bahía de Cádiz. JUAN CARLOS TORO
06 de mayo de 2025 a las 13:19h

Un estudio realizado por el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (Icman), centro perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha demostrado que las salinas de la Bahía de Cádiz actúan como sumideros de carbono, es decir, son capaces de absorber y almacenar dióxido de carbono (CO₂) directamente desde la atmósfera.

La investigación, publicada en la revista Journal of Environmental Management, analiza cómo distintas formas de uso de las marismas gaditanas —desde salinas industriales y artesanales hasta explotaciones acuícolas o zonas sin actividad humana— influyen en su capacidad de captura de carbono y, por tanto, en su eficacia para mitigar el cambio climático, según ha informado el CSIC en un comunicado.

Los autores del estudio subrayan que la recuperación de salinas en desuso o la transformación de marismas degradadas en nuevos espacios salineros se presenta como “una acción eficaz por el clima”, además de generar beneficios económicos para la región. Así lo ha explicado Emma Huertas, investigadora principal del Icman-CSIC.

Un recurso ecológico para luchar contra el calentamiento global

La investigación pone de manifiesto que los ambientes hipersalinos, como los esteros utilizados para la producción de salmuera, tienen una notable capacidad para absorber CO₂ atmosférico, actuando como sumideros netos de carbono. Esta propiedad les convierte en un recurso ecológico de gran valor frente al calentamiento global.

En cambio, otros espacios como los embalses para la extracción de sal o las marismas empleadas para actividades acuícolas —con una salinidad más moderada— presentan un comportamiento mixto: emiten CO₂ durante los meses cálidos y lo capturan en las estaciones frías. Un patrón que también se observa en las marismas naturales no modificadas por el ser humano.

Imagen aérea de las salinas de la Bahía de Cádiz.
Imagen aérea de las salinas de la Bahía de Cádiz.

Pese a esta variabilidad estacional, común en las zonas templadas, Huertas ha explicado que, “en términos absolutos”, el balance es positivo. “La cantidad de CO₂ secuestrada anualmente es muy importante en términos cuantitativos”, ha afirmado, señalando el potencial climático de las marismas transformadas.

Un dato especialmente relevante del estudio es que las salinas industriales extensivas pueden llegar a incorporar “más de 400 toneladas anuales de CO₂ desde la atmósfera”, un dato que refleja su enorme capacidad de captura y su papel como solución basada en la naturaleza.

Un estudio pionero en la Bahía de Cádiz

Para obtener estos resultados, los investigadores analizaron distintos parámetros ambientales que afectan al intercambio de dióxido de carbono entre el agua y el aire. También recurrieron al uso de drones y satélites para calcular la extensión precisa de cada tipo de marisma y estimar su contribución total al transporte de carbono en la región.

Aunque el papel de los ecosistemas costeros como sumideros es conocido, la contribución específica de las marismas modificadas con fines productivos había sido muy poco explorada hasta ahora. Es, además, el primer estudio de este tipo realizado de manera integral en la Bahía de Cádiz, según destaca el CSIC.

La investigación forma parte de la tesis doctoral de Silvia Amaya Vías, del Icman-CSIC, y ha contado con la colaboración de las universidades de Cádiz y Málaga. Además, se enmarca en proyectos europeos centrados en la gestión sostenible de zonas húmedas y la renaturalización de áreas intermareales.

Una gestión sostenible de las salinas

En un contexto de creciente presión sobre los entornos costeros debido a los cambios de uso del suelo, el artículo insiste en que una gestión sostenible de las salinas no solo protege la biodiversidad, sino que además ayuda a reducir emisiones de carbono a escala regional.

El equipo investigador propone que el servicio climático que ofrecen estos ecosistemas debe ser reconocido oficialmente e incluido en las estrategias para mitigar las emisiones, abriendo incluso la puerta a su participación en los mercados de carbono emergentes, conforme a lo recomendado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

No obstante, el estudio advierte que un posible escenario futuro de aumento de temperaturas podría alterar el equilibrio del intercambio de CO₂ y comprometer el papel de estos ecosistemas como sumideros. Por ello, los autores recomiendan establecer un sistema de seguimiento continuo.

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Patricia Merello

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