'Comando Burgaíllo' en la misión imposible de limpiar la cala de algas y basura: "La gente ha reaccionado"

El Ayuntamiento de Barbate asegura que ejerce labores para mantener su extensa costa. "Nos sentimos dejados de la mano de Dios", señala una de las voluntarias de la cuadrilla

Varios voluntarios del Comando Burgaillo, en una batida de limpieza. FOTO: JUAN CARLOS TORO
Varios voluntarios del Comando Burgaillo, en una batida de limpieza. FOTO: JUAN CARLOS TORO

La cala de Marisucia tiene un nombre que le viene perfecto. Porque los vecinos y visitantes recurrentes de esta zona de Barbate se han encontrado este año con un entorno en peores condiciones que otro años en cuanto a limpieza. Primero, influye la crisis sanitaria, porque explican que las batidas municipales han comenzado más tarde. Segundo, porque el alga asiática, el alga invasora, está golpeando la costa y las administraciones hacen, en principio, lo que pueden: la situación está descontrolada porque en los cambios de marea, por más que limpien, vuelve una y otra vez. Crece y crece y la ciencia tiene respuestas limitadas para impedirlo, y de hecho probablemente la solución pase por una investigación específica para ponerle fin.

Elena Carmona es una de las organizadores de las batidas vecinales. Se han puesto hasta nombre, aunque no es oficial porque no están constituidos como asociación. Son el Comando Burgaillo, como esos caracoles de mar de la Bahía. Y han reunido en su primer encuentro a unas 40 personas, "con mascarillas, guantes, y cada uno con su bolsa", explica. "La costa de Barbate es muy extensa y tres cuartas partes de la cala estaban llenas de algas. En la parte libre se congregan los que vienen para echar un día del fin de semana. Vienen del quinto pino y se encuentran esto lleno de algas, que huelen mal, y con basura. Eso te deja sin ganas de bañarte".

Un momento de la batida de limpieza.

El Ayuntamiento de Barbate explica que se está trabajando en la limpieza. A la vez, reconocen que el asunto del alga es "muy complicado", aunque no faltan trabajos de operarios municipales, tanto para la suciedad como para la especie invasora. "El Ayuntamiento se puso las pilas cuando vieron que nos movilizábamos", dice Carmona. "Lo primero que han hecho es quitar la arena del camino de acceso, porque si tenían que venir para un accidente, no podía entrar una ambulancia. Luego, cuando empezaron a quitar el alga, la máquina se atascó".

Y hubo que ponerse manos a la obra. "El miércoles montamos la primera batida. Empezamos a las ocho de la tarde, para recorrerla de cabo a rabo". Primero, captaron a los voluntarios. "Vino gente que no habíamos visto nunca. Pusimos carteles por los siete y ocho sitios que sabemos que podían vernos más. La gente reaccionó. Al bañista que viene solo a echar el día le cuesta, pero se han ido uniendo niños de familias que estaban aquí. Este miércoles pretendemos volver a hacerlo de un extremo a otro".

https://youtu.be/IwhzZwfSkDE

Entre los perjudicados por el alga invasora, la propia industria de la zona. Desde los pescadores, los cuales sufren un shock ambiental como es la presencia de una nueva especie tan numerosa, pero también el turismo y los negocios accesorios. "Esto ha impedido que trabaje un chico con una escuela de pádel surf y kite surf. Al acceso con las tablas huele mal".

En la batida, los clásicos de cada año. Colillas, vasos, latas, litronas... Hace poco, el propio encargado de la escuela de surf rescató a una cría de gaviota, a la que llamó Marea, que tenía en su pico un plástico, la parte inferior de los tapones de plástico que quedan como una anilla en la botella. "Lo ha conseguido rescatar y alimentar varios días y este lunes por la mañana ya está volando libre. Seprona y eso, nada", asegura.

Además, en la zona de pinares, "chaquetones, lleno de basura, de gente que ha estado ahí viviendo. Y no pasa nada que haya gente durmiendo, el problema es que no se quedan solamente. Este año ha habido un incendio y si es con cuidado no tiene que pasar nada". Sin embargo, lo visto tras el confinamiento "ha sido como un huracán".

El grupo en el primer miércoles del batallón de limpieza. FOTO: JUAN CARLOS TORO

En resumen, Carmona asevera que "estamos muy dejados de la mano de Dios. Yo lo soporto porque llevo desde siempre aquí, no me importa tener las algas. Pero te da rabia porque no llegan ni los voluntarios de la Junta, ni los socorristas". El Ayuntamiento asegura que sí. "Con las algas hay tanta gente congregada en el trozo de playa donde no están, que da un poco de pánico". Vecinos, por un lado, y Ayuntamiento, por otro, trabajan con el mismo fin: salvar las calas. El reto del alga (y de los irrespetuosos que no cuidan este espacio protegido) es grande. Lo que queda de verano, al menos, parece que no faltará el Comando Burgaillo.

 

Sobre el autor:

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Pablo Fdez. Quintanilla

Licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria periodística en cabeceras de Grupo Joly y he trabajado como responsable de contenidos y redes sociales en un departamento de marketing antes de volver a la prensa digital en lavozdelsur.es.

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