La presencia de la colonia felina en el CEIP José de la Vega de Chiclana ha desatado un conflicto creciente entre familias, docentes y voluntarios. Un padre del centro educativo ha hecho pública una carta abierta para denunciar el ambiente de tensión que, según afirma, ha derivado incluso en “amenazas directas” y enfrentamientos en redes sociales.
“Creo que ya esto es demasiado”, asegura en su misiva, en la que plantea una solución conjunta basada en el diálogo y el respeto mutuo.
La carta parte de hechos que el autor considera “comprobables”. Señala que el colegio alberga gatos que han formado allí una colonia, aprovechando la seguridad del espacio. Sin embargo, explica que no es posible registrar legalmente una colonia felina en un centro escolar, lo que impide su gestión oficial.
Según explica, el cuidado de los animales ha recaído hasta ahora en particulares y voluntarios, que los alimentan, desparasitan, castran y les proporcionan atención veterinaria. Pese a sus buenas intenciones, “dejan restos de comida en exceso”, lo que genera “un foco de suciedad que no es aceptable en un entorno escolar”. A esto se suma, dice el autor, un clima de enfrentamiento constante: “Varias veces al año surgen conflictos que, con mayor o menor fundamento, provocan división”.
Una oportunidad para educar desde el respeto
El autor reconoce que hay cierto consenso en un punto: “No es conveniente que los gatos permanezcan en el colegio, incluso por su propio bienestar”. Sin embargo, critica la falta de una solución clara y el enfoque caótico del tratamiento del tema. “Cada parte actúa creyendo que hace lo correcto —y esto es totalmente respetable—, pero el tratamiento global está siendo caótico”.


El escrito llama a la responsabilidad colectiva, reflejo de un problema más amplio: “una sociedad que normaliza el abandono animal”. Además, lamenta que el conflicto haya desviado recursos y atención de lo que realmente importa: la educación de los hijos.
Como propuesta, el padre plantea una reunión abierta entre todas las partes implicadas, para encontrar una salida común sin imposiciones. “Una oportunidad para enseñar con el ejemplo que los conflictos no se resuelven con imposiciones, sino con diálogo”.
La solución, una campaña conjunta
El autor sugiere también una posible solución: una campaña conjunta para que todos los gatos sean adoptados o reubicados en colonias registradas. Asegura que cada sector implicado puede aportar algo: desde campañas educativas y castraciones, hasta la búsqueda de adoptantes o colonias adecuadas.
“No es tan difícil si dejamos de lado la visión particular y apostamos por una mirada global y cooperativa”, afirma.
La carta, que concluye con un llamamiento a la unión, la empatía y el respeto mutuo, insiste en que “hace falta más unión y menos división. Más conciencia social y menos individualismo”.
“Esta es solo una opinión personal… No pretendo imponerla, sino abrir la veda para la búsqueda de ideas alternativas respetuosas con la mayoría de visiones”, remata el padre, que invita a construir juntos una solución duradera.