Han pasado más de 60 años desde que María de la Paz Gómez Bancalero y su marido José Ariza Rodríguez fundaran su propio negocio. Ella ha sido el alma de la antigua venta Nueva Alegría de Chiclana, ahora bautizada como La Venta de María, en honor a esta mujer natural de Medina Sidonia, con 83 años cumplidos.
En abril de este año, la propietaria decidió arrendarlo y, desde entonces, el histórico local continúa su rumbo sin desligarse de sus raíces.

En la cocina se siguen elaborando gambas con espinacas, almejas y guisos. Comida tradicional de toda la vida que, desde el año pasado, convivía en las mesas con unos California rolls, unos noodles o un arroz al wok. La nieta de María, Patricia Sánchez y su marido Amine Sbita, por entonces al frente del local, le dieron un toque japonés a la carta, pero manteniendo las recetas de su abuela. Y precisamente eso es en lo que se empeñan quienes han cogido las riendas de este emblemático establecimiento ubicado en la entrada de Sancti Petri.
Los chiclaneros Ángel Luis Ciézar, Antonio Amado y Lolo Moreno decidieron darle un nuevo impulso a esta venta con solera donde muchas generaciones han compartido buenos ratos en familia. Son amigos de toda la vida y socios con otros establecimientos activos como El Camino de Sancti Petri.
Emprender esta aventura hostelera surgió por la cercanía de la venta al hotel Las Marismas, del que Ángel es propietario. “La verdad que en los últimos años estaba un poquito de capa caída”, recuerda este chiclanero que, junto a sus socios, unieron el establecimiento al alojamiento.
“Hemos unificado ambos con una escalinata, de manera que el edificio queda unido al hotel”, explica. La pequeña reforma no solo se nota en los rincones de la venta sino también en su nombre, con homenaje a María.

“Hemos puesto un mosaico de una Virgen Inmaculada en la fachada, que nos cuida a todos. La propietaria también se llama María y también tiene mucho arraigo religioso como nosotros. Es un pequeño guiño a ella”, explica Ángel a lavozdelsur.es.
La venta reluce respetando el concepto que siempre ha reinado en estas paredes. Una propuesta tradicional que pone en valor la gastronomía local. “Atendemos a esa filosofía antigua de venta donde se dan desayunos, almuerzos y cenas. Sin olvidarnos de que estamos en Sancti Petri, y Sancti Petri no es lo mismo que hace 50 años”, expresa.
En los desayunos no falta el mollete y han introducido churros. Cuando se acerca el medio día, en los fogones huele que alimenta. En invierno destacan los guidos, el rabo de toro o la carrillada mientras que, en verano, se estila el pescado frito. La carta apuesta por platos que es habitual ver en los hogares de los chiclaneros.

“Tenemos recetas que no se ven en otros sitios, nosotros sí estamos apostando por ellas para darle un enfoque muy tradicional”, sostiene Ángel, que menciona como ejemplo la poleá, un postre típico de la zona que consisten en gachas dulces de harina y leche.
Cinco en uno: mucho más que una venta
La Venta de María no solo sacia estómagos con propuestas caseras, también alberga otros espacios. En este establecimiento con aspecto de casa andaluza con azulejos y flores hay una churrería, una tienda de comida para llevar llamada María para llevar, con productos gourmet, y una pequeña tienda de comestibles.
“Nos hemos hecho socios de Covirán y somos el primer Covirán Origen de la provincia de Cádiz. Es una submarca para pequeñas tiendas de comestibles de toda la vida con menos de 100 metros” comenta el chiclanero.

En el mismo recinto hay multitud de opciones para vecinos y para visitantes que se dirigen a Sancti Petri. Algunos son huéspedes del hotel, otros siguen siendo las familias que frecuentaban la venta. “Aquí vive gente todo el año, atendemos a los parroquianos, y, al estar en la puerta de Sancti Petri, también hay muchos turistas”, dice.
Las croquetas y los chocos van saliendo mientras los camareros no paran quietos. La venta está llena de vida en plena temporada alta. Un verano en el que la zona está en auge, a unos metros se encuentran el conocido restaurante Popeye y las salinas de Santa Teresa. “Se está potenciando este entorno. Este rinconcito de la entrada se está animando”, comenta Ángel.
Los socios esperan que la venta siga otro medio siglo más al pie del cañón. Ellos intentarán darle mimo para que su esencia continúe en la oferta local.


