El velatorio de Antonio Fernández Díaz, conocido artísticamente como Fosforito, reunió a cientos de personas en Málaga, donde vecinos y admiradores mostraron su respeto por una de las figuras más influyentes del flamenco. El cantaor falleció este jueves a los 93 años, y su despedida estuvo marcada por un ambiente de recogimiento.
Instantes antes de la apertura de la capilla ardiente, instalada en el Ayuntamiento de Málaga, su hijo Alejandro explicó que la muerte había llegado de manera inesperada y recordó que el artista mantuvo un fuerte deseo de seguir activo hasta el final de su vida.
Fosforito había sido sometido hace un mes a una intervención en una válvula cardíaca. Tras la operación recuperó parte de la energía perdida y, según su entorno, continuó con actividades cotidianas como el dominó hasta hace apenas unos días. Una infección reciente provocó su reingreso en el hospital y desembocó en su fallecimiento.
El féretro fue colocado en el Salón de los Espejos, acompañado por un retrato del cantaor y rodeado de numerosos arreglos florales enviados por instituciones y particulares. La bandera verde y morada de la ciudad cubría los restos mortales del artista.
La familia presente
Su esposa, María Isabel Barrientos, y los hijos de la pareja recibieron las muestras de condolencia de familiares, amigos y representantes del ámbito cultural. La familia permaneció junto al féretro durante la despedida.
En el espacio habilitado también se abrió un libro de condolencias en el que los asistentes dejaron mensajes de homenaje. Diversas personas destacaron la relevancia artística de Fosforito y su aportación a la historia del flamenco.
El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, afirmó tras su visita que el cantaor está considerado una figura excepcional dentro del género y subrayó la admiración que generaba tanto en lo profesional como en lo personal. Recordó además que la ciudad había querido reconocer su trayectoria el pasado febrero, cuando fue nombrado Hijo Adoptivo.




