La devoción a la Virgen del Carmen en Jerez supera los domingos playeros y las altas temperaturas. Ayer, la salida procesional de esta imagen, como cada 16 de julio, su festividad canónica, superó los augurios previos de que al ser en domingo la presencia de público en las calles sería menos. Todo lo contrario, incluso se tuvo la impresión de que fue mayor. No en vano, la presencia de carmelitana en la ciudad cuenta con una historia que se remonta a 423 años atrás.
Desde la salida, a la 8.15 de la tarde, la plaza del Carmen estaba abarrotada de público y así siguió durante todo el recorrido que atrevió la calles principales de centro urbano, un gentío que disfrutó de una procesión corta en el cortejo pero intensa como siempre en su estética y orden.
El paso llevó la elegante decoración formal de costumbre, con la novedad de que en vez de gladiolos llevó nardos. El aroma de esta flor fue un hecho diferencial que nos avanzó otras fiestas y otras advocaciones que se evocan con el aroma del nardo. También se vio la restauración de la media luna que luce a los pies de la Virgen, que ha sido dorada.
No faltó la excelente música procesional de la banda del Maestro Tejera que sigue siendo la mejor en esto de acompañar a un paso sea cuando sea, en Semana Santa o en tiempos de glorias. El repertorio fue muy bueno y a la vez variado. Volvió un clásico en esta jornada y en un momento concreto, la marcha Soleá Dame la Mano en la Tornería, que suena siempre en recuerdo del padre de José Manuel Tristán, director de Tejera. Su progenitor Pepín Tristán, al que le gustaba esta marcha, fue siempre fue fiel a esta cita del 16 de julio en Jerez. La música, pese a ser un complemento de lo fundamental, no deja de ser un aliente y una motivación que adorna cada momento del paso de la imagen por las calles. Y más cuando se trata de la mejor banda.
Campanilleros, marcha que en 2024 cumple 100 años de su composición, y La Esperanza de Triana, abrieron las puertas del recorrido central por calle Larga desde donde buscó su barrio, el del Carmen. Atestado el centro y aledaños y el 99 por ciento de los barres cerrados. Una pena porque había ganas de estar en la calle y de tomar algo porque la temperatura invitaba a ello.
Al frente del paso como capataz estuvo el experimentado Raúl Vázquez acompañado de su padre, usando el costal como herramienta de carga. Fueron unas horas duras para los costaleros por las elevadas temperaturas bajo las trabajaderas. Todos de antemano saben que el que quiera entrar en el Carmen, el calor lo tiene mas que garantizado. El paso anduvo siempre de frente, con un ritmo muy vivo y trabajando los giros o revirás. La elegancia marcó su caminar en la procesión.
Así, la devoción a la Virgen del Carmen pasó en su día grande pero esta advocación seguirá sonando en próximas fechas con el Año Jubilar concedido por el Vaticano que celebrará la Orden Carmelita en Jerez por los cien años que se cumplen de la coronación canónica de la Virgen.
Comentarios