Erigido en los 70 del siglo pasado, el barrio ha crecido durante décadas con el estigma de la delincuencia y la droga. Sus residentes, cerca de 2.600, sostienen que esa imagen negativa desapareció.

Como cada mañana, Francisco Iglesias se toma su cafelito en El Rincón de Willy. El bar, anclado en la plaza Melodía del barrio de San Telmo, no tiene rótulo, pero él lo conoce como tal. A unos metros, resguardado del intenso sol, se encuentra David Jiménez Güiza, primo-hermano del futbolista internacional Dani Güiza. Cada día, después de acercar a sus tres hijos al colegio, se sienta en una silla de playa, en la esquina de un comercio de la barriada, para hacer guardia. Desde que fue desalojado el pasado 14 de noviembre de 2016 por la Policía Local, a causa de un riesgo de derrumbe del bloque número 26, David no le quita ojo a su piso "por si alguien entrara a robar". Los agentes solo le dejaron coger algo de ropa, los bienes básicos; todos sus demás enseres siguen en su domicilio. "Llevo cinco meses viviendo en Picadueña Baja, en casa de mi madre. Dijeron que en una semana iba a estar todo listo", incide con un tono entre resignado y burlón. Este jerezano, de 32 años, confiesa que prácticamente no se ha movido del barrio.

Toda su familia vive en San Telmo, y David, desde que su mujer se quedó embarazada cuando él tenía 20 años, decidió comprar un número del bloque que hoy está desalojado. "Mientras mis amigos estaban comprándose cochazos, yo, con un poco de cabeza, me hice con el piso". Se metió en el negocio de la construcción. Lo cobraba bien. Todo le iba sobre ruedas, hasta que le cogió la crisis financiera de 2008 que se llevó consigo a este sector. Desde entonces, está parado y cobra una ayuda familiar. Como David, muchos fueron los jerezanos que terminaron devorados por la mayor crisis económica de la historia reciente. "Casi todo el mundo aquí estaba viviendo de la construcción. Así que imagínate, todo el mundo está parado", comenta Israel Saldaña Romero, de 33 años, que trabaja en la Papelería Saldaña, la más antigua de la barriada. Su padre, José Saldaña creó su negocio en 1977, década en la que se erigen los 66 bloques de San Telmo donde hoy residen cerca de 2.600 habitantes.

Luis Jiménez es electricista y, a pesar de estar en paro, viste un chaleco con múltiples bolsillos donde guarda varias herramientas. Se acerca a la tienda donde se topa con su hijo que, un día más, vigila su vivienda. "Cuenta la leyenda que al Cristo —de la Expiración— se lo encontraron aquí, en la playa, porque cuando excavaron estas tierras hallaron arena. Antes todo esto era playa", asegura Luis, de ahí que San Telmo se conozca popularmente en Jerez como las playas de San Telmo. La zona sur fue un entrante del estuario del río Guadalete, cuando, antes de su sedimentación, su desembocadura se producía entre Jerez y El Portal. Es en los años sesenta cuando en la ciudad se construyen las primeras barriadas del Distrito Sur: Estancia Barrera, Vista Alegre y San José del Agrimensor. Diez años después, el Ayuntamiento edificó el conjunto de bloques blancos y amarillos para realojar a los habitantes de los antiguos barracones a los pies de Vista Alegre y a los de la zona del balneario (construido a principios del siglo XX por el Marqués de Bonanza), donde la gente vivía en casas de lata.

Cuando nace San Telmo, "había mucha droga y mucha delincuencia. Aquí no se podía dejar ni un coche aparcado", cuenta Francisco Iglesias mientras se atusa la barba. El suelo no era arena, sino tierra, y a pesar del consumo de estupefacientes, el barrio lucía nuevo, resplandeciente. "Ahora esto está más abandonado...", espeta. "Aquí mete la mano un niño y le entra el tétano", afirma Luis Jiménez mientras señala el final de una de las barandillas rojas donde se posa su hijo David. Los más castizos de San Telmo recuerdan que antes, hace más de 25 años, por las calles y las casapuertas había una gran cantidad de yonquis. "Hasta que salieron los vecinos con palos para echarlos fuera del barrio", sostiene el electricista. "La imagen de los enganchados metiéndose entre cartones ha desaparecido", enlaza Israel, mientras su hermano Saúl despacha a una clienta del negocio. "Ahora veo más tranquilidad", destaca un vecino. Y es que "para el paro que hay, la gente no está muy revolucionada", comenta Francisco mientras le da un sorbo a su café.
Para este vecindario, las drogas ahora mismo no son el principal problema, sino el trabajo. Bien sabía de las miserias que habitaban en San Telmo Iván Jiménez Güiza, hermano de David e hijo de Luis. Falleció el pasado 27 de diciembre de 2014 a causa de un cáncer. Su hermano David se levanta la camiseta y deja ver un tatuaje donde, con tinta negra, aparece grabada la fecha de su defunción. Solo tenía 32 años cuando pasó todo. "Él siempre estuvo ayudando a los pobres, involucrado en la parroquia de San Pablo y en muchas organizaciones de carácter social", cuenta David. Su hermano, desde muy joven, se llevaba a los niños de la hermandad de campamento, al Zoobotánico o a la piscina. Todo lo hacía por ellos, para dibujarles una sonrisa. Tras el terrible suceso, la ex alcaldesa de Jerez, María José García-Pelayo, homenajeó al vecino del distrito Sur, llamando a la plaza que se encuentra frente al Centro de Servicios Sociales San Telmo, en la bajada del barrio, Iván Jiménez Güiza. Pero este no es el único homenaje póstumo que guarda la barriada.

En enero de 2016, el gobierno socialista, dirigido por Mamen Sánchez, aprobó colocar un monumento de 2,5 metros de altura del cantaor Manuel de los Santos Pastor 'Agujetas', fallecido el pasado 25 de diciembre de 2015, junto a la Ermita de San Telmo. "Mira -señala David hacia un bloque-, esa que está ahí tendiendo es una de las hijas de Agujetas. Aquí hay un montón de artistas", resalta, como por ejemplo familias flamencas como los Carpio y los Rubichi. Luis, además de ser electricista, también es cantaor. "Mi madre, Juana Domínguez, la mejor saetera de Jerez, tuvo 20 hijos. De todos ellos solo vivimos once, y los once cantamos. Eso querrá decir algo", expone, mientras enumera a sus hermanos cantaores: Joaquín 'El Salmonete', Elu de Jerez, Alicia o Saray Jiménez. "Aquí montas una Zambomba y no te vas nunca".

San Telmo es un barrio de cuestas, de escaleras. Esconde cuatro centros escolares en su interior y una joya de la educación infantil en el municipio como es la guardería La Blanca Paloma, "la mejor de todo Jerez", según David Jiménez. ¿Y esa imagen de barrio lleno de presuntos camellos, donde el trapicheo campa a sus anchas? "Esa es la imagen que le quieran dar desde fuera", expresa. Todos sostienen que ha habido una evolución en el vecindario y que ya se sacudieron ese estigma. "Para cómo está la vida, aquí hay mucha tranquilidad", apostilla Francisco Iglesias mientras se termina su café. Y si bien la mentalidad ha cambiado a mejor, el estado del barrio ha ido a peor. Aquí llega la batería de quejas sobre la degradación y el abandono al que las administraciones públicas, especialmente la más cercana, el Ayuntamiento, someten al barrio. "El acerado está levantado en algunas zonas y las personas mayores se caen. Las barandillas están podridas, el césped sin cuidar... Arreglaron la plaza San Rafael de Federico Mayo, pero aquí no ha venido nadie a solucionar nada", se quejan.

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Claudia González Romero

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