El rito permanece en el cementerio de Jerez: "Venía con mi abuela y ahora está ella aquí"

El camposanto, que ocupa 114.040 metros cuadrados, se abrió a las ocho de la mañana. Decenas de puestos de flores y otros productos daban a bienvenida con un lleno en el aparcamiento y caravanas en los accesos

Un momento de la mañana este 1 de noviembre en el cementerio de Jerez.
Un momento de la mañana este 1 de noviembre en el cementerio de Jerez. MANU GARCÍA
01 de noviembre de 2023 a las 18:19h

Una mañana luminosa de un primero de noviembre, en las puertas del cementerio de Jerez. Es el día en el que la ancestral costumbre de visitar a los difuntos convierte el kilómetro cuatro de la carretera de La Barca, ahora apenas a 100 metros de zonas urbanizadas, en un ir y venir de gente que rinden un recuerdo a seres queridos cuyos restos habitan nichos y tumbas.

El elegante acceso al camposanto, que este año está completamente expedito de puestos, presenta una animación inusual en un constante cruce de personas: mayores, adultos, jóvenes… no hay edad que prevalezca. Muchos portan grandes ramos de flores identificados con cintas con el nombre del finado o los finados, creaciones florales más complejas en forma de cruz o de corona, todos para depositarlos ante lápidas o placas de nichos.

Una mujer adecentando una tumba.     MANU GARCÍA
Una mujer adecentando una tumba.       MANU GARCÍA

Una chica joven entra al recinto con cubo y un recipiente tipo spray con agua. Va a visitar su abuela que "no faltaba ningún año para recordar a sus familiares, siempre pertrechada de útiles de limpieza para dejar más que decente el nicho. Venía con ella y la ayudaba. Ahora que ella está aquí, yo también lo hago. Es por cariño y por dejar presentable y limpio el espacio que ocupa, como hacía con sus familiares".

El cementerio de Nuestra Señora de la Merced es enorme. Tiene cuatro patios que articulan su interior. Las zonas más ‘nobles’ son las que están más cerca del acceso principal donde se ubica la capilla de San José, cuyas puertas permanecieron abiertas. El día de Todos los Santos, el cementerio abrió a las ocho de la mañana y cierra once horas después.

Uno de los cuarteles de nichos.
Uno de los cuarteles de nichos.      MANU GARCÍA

La extensión es de 114.040 metros cuadrados, mientras que el cálculo de enterramientos supera con creces los 12.000, aunque el dato de exacto es complicado porque a este cementerio llegaron los difuntos que había en el antiguo, situado en la zona de la barriada de España, que llegada hasta el actual parque Scout. Hay 80 panteones y unas 50 criptas. Para saber las tumbas y nichos, hay que pedir una solicitud al negociado donde sacan las cuentas.

En la oficina, pacientemente, un funcionario atiende al público. La información más solicitada es la localización de tal o cual difunto. "Aunque muchos piensen que este es un sitio un tanto desagradable para trabajar, lo cierto es que los que están aquí no se quejan", dice con cierto humor uno de los empleados.

El personal de servicio municipal destinado al camposanto está a tope. Su labor es de mantenimiento, pero en estas fechas todo se multiplica. "Está siendo un día de mucha gente; es que los días de atrás ha estado lloviendo y el buen tiempo de hoy ha movido mucha gente", nos señala uno de ellos, mientras que vigilantes municipales se ocupan de que se cumplan las normas: que no se venda nada en el interior, nada de publicidad, no sacar fotos, que se mantenga el respeto en el lugar…

La zona habilitada para los puestos de flores.
La zona habilitada para los puestos de flores.       MANU GARCÍA

Bien es cierto que esto no es lo que era antaño. La cremación de los difuntos gana en mucho a los que siguen la tradición del enterramiento. De hecho, justo frente al cementerio se ubica un tanatorio. "Entiendo que es más cómodo por muchas razones, pero nosotros, los más viejos, seguimos con la idea del enterramiento", señala un señor mayor que hoy visita a su difunta esposa y de paso lo hace también ante los nichos que ocupan sus padres.

Cierto es, como cuenta uno de los floristas, que venden su producto cerca del acceso, que "la gente no nos falta ningún año", mientras va despachando y aligerando la cola que tiene ante su puesto, donde predominan las variantes florales propias de los difuntos -crisantemos, margaritas…- e incluso de plástico, "que duran más aunque si vienes más adelante te encuentras que te las han quitado". En el espacio que les ha dejado en el interior es bastante agobiante por la distancia que ocupan unos 5 puestos y las grandes colas de gente que guardan su turno.

CEMENTERIO DIA DE TODOS LOS SANTOS 2023 12
Una mujer en el cementerio de Jerez.  MANU GARCÍA
El exterior del cementerio en la zona de aparcamiento.
El exterior del cementerio en la zona de aparcamiento.        MANU GARCÍA

El exterior es una feria. Se venden productos de lo más variado: verduras, lechugas, aceitunas a 7 euros el kilo; castañas y frutos secos propios del día. Muchas personas, mayores, sobre todo, acompañadas por hijos o familiares más jóvenes, portan un cubo y un cepillo porque el ritual manda dejar limpio el espacio que ocupa el ser querido, “aún más en mi caso porque el nicho está a ras de suelo”.

"La verdad es que no falto nunca, pero suelo venir en días más tranquilos. Este año me ha cogido las fechas", explica una señora de mediana edad que aguarda a que su marido haga cola para comprar flores, mientras espera sentada en el pretil del acceso a la zona que se ha habilitado para el montaje de los puestos, en el lateral del camposanto.

También hay familias que van juntas a cumplir con la tradición: padres, hijos, nietos… todos portan algo: flor, el cubo y cepillo para la limpieza, y la escalera, algunas de gran altura por aquello de tener que subir hasta las filas más altas de los nichos.

Una Jones y 7na señora mayor por uno de los paseos del camposanto.
Una Jones y una señora mayor por uno de los paseos del camposanto.      MANU GARCÍA

Con este ambiente transcurre el día en el camposanto jerezano que, al igual que en todas las ciudades y pueblos, el día obliga a acordarse de los antepasados, muchos de los visitantes aún con el rostro contrito por ser reciente el fallecimiento, otros con una actitud más relajada y los más con el ánimo de que al menos una vez al año se acercan a donde están los restos de sus seres más queridos para decirles de pensamiento: ‘aquí estoy un año más’.     

Lo efímero de la vida es un principio que toma toda su verdad cuando accedes al interior y más aún cuando te internas en los cuarteles de nichos de una altura considerable. Nombres y más nombres, algunos con su edad y adornando la placa con una foto del difunto, todo se adivina entre una maraña de flores naturales y de plástico.

Es lo único que queda de una vida que fue y que ahora es un recuerdo que se refresca en la mente y en los sentimientos al plantarse ante los más allegados, musitar una oración y algún "te sigo echando de menos". El simple hecho de ponerle unas flores y limpiar su espacio se convierte en un gesto de ese amor que aún permanece en los que aún hollan la tierra.

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Kiko Abuín

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