Un años más, el comedor social Nos Importa Jerez se convierte en una fábrica de dulces navideños para costear las futuras operaciones del pequeño jerezano que padece la enfermedad de Trevor. 

Inés elabora la masa en la cocina y luego esta pasa al comedor, donde algunas manos solidarias la estiran y, con unos vasos, hacen pequeños círculos para luego darle la forma al pestiño. Hugo, entre otros, es el encargado de coger las bandejas y devolverlas a la cocina, donde Charo y su sobrino Eduardo zambullen los pequeños pestiños en el perol de aceite hirviendo para darle forma. Después, la miel. Según Loren, este año este es el producto que más reclaman. En las anteriores Navidades hubo una empresa de la provincia que abasteció su almacén. Pero este año no corren la misma suerte.

"Pedimos que la gente traiga harina, vino blanco... Pero sobre todo miel, que es lo más caro", manifiesta Loren Hinojosa, encargado del comedor social Nos Importa Jerez. Hace ya tres años que Loren cedió este espacio a Inés, la madre de Hugo, para que pudiera elabora kilos y kilos de pestiños. Por último, cuando los pestiños ya han reposado durante un tiempo, Inés termina la cadena colocándolos en las tarrinas de un cuarto de kilo. La risa, el compañerismo y la ilusión, también son ingredientes principales de estas bandejas que venden a tres euros. 

Hace una semana, Loren publicó un vídeo en su página de Facebook donde estaba destrozado. Los casos de Hugo y Marcos Carribero son los más famosos en Jerez. Dos menores con enfermedades raras que necesitan costearse numerosas operaciones en España y en el extranjero. En 2015 Inés, la madre de Hugo, pensó en elaborar pestiños y conseguir así algo de dinero para poder operar a su hijo, que padece la enfermedad de Trevor, una dolencia que hace que sus cartílagos crezcan más de la cuenta. Pero para Loren, que un día se levantó "con la vena" de dar de comer a quienes no tienen, "esta madre no tendría que estar haciendo pestiños en un comedor y el padre de Marcos no tendría que estar vendiendo sus muebles". Sin embargo, un año más, el comedor social Nos Importa Jerez, se convierte en la fábrica de los pestiños de Hugo. Pero en la primera semana de producción, por la nave de la calle Juana Jugan en el barrio Madre de Dios, solo aparecieron cuatro voluntarios. "A Jerez le falta despertar. ¿Nos tiene que tocar a nosotros para que demos el callo?", se pregunta Loren. "Hay un niño que nos necesita", titubea. 

"A Jerez le falta despertar. ¿Nos tiene que tocar a nosotros para que demos el callo?"

Parece ser que el vídeo caló y esta última semana por el comedor han pasado más de 20 manos solidarias. Algunas habituales, como Charo Ruiz, jerezana de 60 años del barrio La Unión, que desde que abrió el comedor, no ha faltado ni un día en la cocina. "Soy viuda y quería dedicar mi tiempo a hacer algo en lo que yo me sintiera bien". Conoce la causa de Hugo, y observa con mimo cómo el pequeño los pestiños junto a su hermano mayor. "Lo están vigilando para ver si lo tienen que volver a operar", comenta.

Junto al perol de Charo, está su sobrino Eduardo Ruiz, de 26 años que trabaja en la bodega en Diez Mérito y como ayudante de cocina en el bodegón rociero La Blanca Paloma. "Siempre que puedo, vengo. A mi me reconforta, me siento valorado y con la conciencia limpia", expresa Eduardo de manera cercana. "Me gratifica ayudar a los demás. Aquí viene quien quiere, da igual la edad, la situación social, aquí da igual todo: tenga mucho, tenga poco. Querer es poder", añade. También confiesa que es su primera vez haciendo pestiños, e incide: "Y por cierto estos están muy ricos". ¿Qué ingrediente tiene que haga que se diferencie de los demás pestiños? "El sentimiento de las personas, ese es el ingrediente mágico, el sentimiento de toda esta buena gente que está colaborando", responde. 

"Esto es que entras por la puerta y sientes una paz y una tranquilidad… es inexplicable", dice Toñi Durán, jerezana de 44 años de la barriada La Marquesa, y vecina de Hugo. "Me dio mucha pena no venir la semana pasada, vi el vídeo…". Y en esta semana ha respondido a la llamada. "La gente se tiene que concienciar de que si alguien te pide ayuda, hay que tenderle la mano, porque luego eres tú el que puedes verte ahí", manifiesta Loren, al tiempo en que sirve unos cafés a los voluntarios. Y otas caras nuevas como, Inés Iglesias, agricultora y asesora dietética de Gibalbín y de 38 años, que sabe de lo que habla Loren. Ayuda en la elaboración de pestiños junto a su hermana y su hijo, que de vez en cuando sale a jugar con Hugo. "Cada vez que vengo a colaborar lo traigo, para que él vaya sabiendo qué es ayudar a los demás y lo bien que se siente uno haciéndolo", comparte. "El año pasado colaboré comprando pestiños, y ahora ayudo a elaborarlos y también los compro", añade.Charo, Inés, Toñi y Eduardo son manos solidarias que han trabajado durante tres horas para ayudar al pequeño Hugo, que en diciembre tendrá que ir al Hospital Virgen de las Palomas, de Madrid, para revisar cómo avanza la enfermedad. El comedor social Nos Importa Jerez trabajará en la elaboración de pestiños 'marca' Hugo hasta Navidad, todos los miércoles y viernes de 18:00 a 21:00 horas. ¿Cómo se puede colaborar? Siendo mano de obra, aportando productos para la elaboración de los pestiños (harina, vino blanco, aceite y miel) o comprando las tarrinas de un cuarto de kilo o de medio kilo. "Jerez está muy pasivo, y cuando nos duele algo es a lo mejor cuando las personas reaccionan", apunta Loren y señala a uno de los voluntarios: "Mira, ese es un chaval marroquí que viene a comer al mediodía y luego ayuda por la tarde, con los pestiños". "Querer es poder", reitera Eduardo. 

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Claudia González Romero

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