El histórico Bar Rafael, un referente en la barriada jerezana de La Granja durante más de cuatro décadas, ha reabierto sus puertas tras la jubilación de los hermanos Román, sus emblemáticos propietarios. El nuevo encargado del establecimiento, Ángel Ramírez, ha apostado por mantener el espíritu del local y continuar con la tradición que lo convirtió en uno de los bares más queridos del barrio.
"Desde el principio teníamos claro que no queríamos cambiar nada esencial", explica Ángel Ramírez. "Hemos seguido la misma línea que tenían los antiguos dueños: comida casera, mismos horarios y prácticamente la misma carta. Creemos que un bar con más de 40 años de historia, ya validado por los vecinos, no necesita grandes transformaciones".

La reapertura ha generado una expectación que ha superado las previsiones iniciales. "La aceptación ha sido tremenda, incluso más de lo que esperábamos. Estaba la gente con ganas de que el bar volviera a abrir", cuenta Ramírez. El nombre también se mantiene: "Creemos que una de las esencias del bar es llamarse Rafael. Es como lo conoce todo el mundo, gracias a los antiguos propietarios".
En cuanto a los cambios, el nuevo responsable subraya que han sido mínimos. "Hemos actualizado algunas cosas como las mesas, las sillas, la máquina del café… También estamos pendientes de renovar los toldos, pero todo lo demás funciona perfectamente. Los antiguos dueños lo dejaron todo limpio y en orden, algo que quiero agradecer públicamente".

Los primeros días no han estado exentos de contratiempos, algo normal cuando un negocio se pone en marcha. "El viernes no esperábamos tanta gente y nos vimos un poco sobrepasados. El sábado reforzamos el personal y todo salió perfecto".
Ramírez lidera el proyecto con entusiasmo, pese a que su experiencia en hostelería se está iniciando. “Vengo de otro sector, el del fitness y la alimentación, pero para mí esto es un reto. Estoy muy ilusionado con llevar adelante un bar con tanto prestigio”, señala. Le acompañan en el día a día Israel, a quien considera su "mano derecha", y Maite, cocinera con experiencia y pieza clave del equipo.
Horarios flexibles pensando en la clientela
El bar abre bien temprano. A las seis de la mañana ya está operativo y tiene horario de cierre a mediodía a las cuatro de la tarde, aunque el horario es flexible. "Todo depende del flujo de gente", explica Ángel. Por las tardes abre de siete a doce de la noche, aproximadamente.
En cuanto a la carta, los platos más demandados siguen siendo los clásicos de siempre. "La gente pide mucho choquitos a la plancha y fritos, carrillada, alioli, tortilla casera, croquetas de puchero, de berenjena o de espinacas. Tenemos prácticamente de todo", enumera Ramírez, orgulloso de conservar la oferta tradicional.
"Seguimos con la misma línea, la misma cocina casera, los cafés por la mañana como hacían los anteriores dueños. Queremos que los vecinos sigan sintiéndose como en casa, igual que siempre". Con esta filosofía, el Bar Rafael encara una nueva etapa sin olvidar sus raíces.




