Mayoristas de Mercajerez reclaman mayor control a la economía sumergida

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Afirman que no todas las ventas que se realizan están fiscalizadas. Desde Mercasa, la empresa que gestiona las instalaciones, señalan que ese asunto depende de los propios empresarios.

El ajetreo de carretillas es constante en Mercajerez a eso de las siete y media de la mañana. Pilas de cajas de fruta y hortaliza se acumulan en el pasillo central que da a los diferentes módulos a la espera de ser transportados a furgonetas y coches. 90 minutos antes los mayoristas han vendido sus productos a fruterías y comercios de barrio. Hace años que desaparecieron las subastas. Ahora es el boca a boca el que prima en las ventas, señalan veteranos empresarios.

Con 57.000 metros cuadrados de superficie; 40 empresas, la mayoría dedicadas a la comercialización de frutas y verduras y en menor medida a carne y pescado; y con unas 50.000 toneladas de ventas anuales, Mercajerez afronta el futuro con vistas a reforzar su papel como principal centro logístico y alimentario de la provincia de Cádiz 43 años después de inaugurarse y tras unos años complicados por culpa de la crisis económica. Los dos últimos ejercicios, los de 2014 y 2015, se saldaron con un volumen de negocio en torno a los 630.000 euros, cuando lo ideal, confirman desde Mercasa, la empresa pública que gestiona junto al Ayuntamiento las instalaciones, es que alcanzara el millón de euros.

Ángel Salazar, director gerente de Mercajerez, recuerda que ahora sólo se obtienen ingresos de los alquileres de los módulos –entre 800 y 500 euros mensuales, señalan los mayoristas-, el pesaje de camiones, el aparcamiento y la entrada de vehículos a las instalaciones, si bien ahora se está construyendo una nueva gasolinera, para uso tanto del personal del merca como para particulares y que además incluirá una estación de lavado de camiones. Los beneficios que reportará servirán para equilibrar las cuentas, afirma el gerente.Aunque el futuro se mira con perspectivas positivas, algunos consejeros recuerdan que el presente también es importante, y eso pasa por mejorar las condiciones en las que trabajan los mayoristas con instalaciones renovadas –las últimas obras se efectuaron en el año 2000- o controlar la fiscalidad durante las ventas. Alfonso Rendón, mayorista de pescado durante más de 30 años y consejero de Mercajerez por Ciudadanos, recuerda que hace un par de años hubo una inspección sorpresa de Seguridad Social en la que intervino la Guardia Civil para luchar contra la economía sumergida. “Nos consta que se trabaja en B, y es algo que no se controla, ya que las ventas deberían estar todas fiscalizadas”, señala Rendón. Este problema, más allá del tema económico, también repercute a la hora de reclamar responsabilidades si se produjera cualquier intoxicación alimentaria. “Si sanidad reclama los datos de trazabilidad (número de lote, fecha de envasado, proveedor, etcétera) pero no hay una factura de la venta…”. Al respecto, desde Mercasa señalan que esos temas dependen directamente de los propios mayoristas.

Otros asuntos que señalan algunos empresarios es la falta de limpieza en algunos puntos de las instalaciones y la falta de un control exhaustivo en el acceso al merca. 

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Jorge Miró

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