El pago de Macharnudo, uno de los más significativos del Marco de Jerez por tradición y calidad, es uno de los que en mayor medida está sufriendo la plaga de mildiu que azota al viñedo de la comarca. Si bien esta semana el hongo ha dado un pequeño respiro, lo cierto es que la expansión de la plaga ha llevado a algunos productores a una situación límite.
Una de las principales casas del sector, con importante viñedo en Macharnudo, sencillamente ha renunciado y esta campaña no va a vendimiar las decenas de hectáreas que tiene en dicho pago. Después de varias semanas plantando cara al mildiu finalmente ha decidido que estratégicamente no compensa y centrará sus esfuerzos en la campaña que viene (lo que no quita para que haya una evaluación y la uva que haya aprovechable, se aproveche, pero sin la logística que implica una vendimia como tal).
Una decisión de este calado no ha pasado desapercibida entre los pequeños y medianos viticultores del Marco –de hecho, la noticia es un nuevo motivo de preocupación–, precisamente por tratarse de un tema de esta envergadura –taxativa– y haber sido adoptada por alguien de peso en el sector.
Otro relevante viñista con propiedades en este mítico pago tiene también importantes problemas, según se habla en el sector. Este ha decidido seguir adelante, pero está por evaluar en qué medida le afecta el mildiu, y cuando decimos “cómo le afecta” hablamos en dos sentidos, tanto por el daño de la plaga sobre las cepas como por el coste del tratamiento con fungicidas durante todo este tiempo.
El pago de Macharnudo (Alto y Bajo) tiene unas 600 hectáreas de tierra albariza, con una ubicación, altura y orientación que resultan fundamentales para la obtención de sus característicos vinos, en los que destacan su cuerpo y mineralidad. Si le sumamos el peso de la historia y la tradición, nos acercamos al mito. Haciendo analogía con las grandes DO francesas, caso de Burdeos o Borgoña, los expertos se han referido en ocasiones a este pago como el auténtico ‘gran cru’ del Marco de Jerez.
Siguiendo con el problema del mildiu, la semana pasada, LA CATA aportó un dato significativo, como es el hecho de que algunos viñedos habían recibido ya siete tratamientos fungicidas contra esta plaga (faltan más de dos meses para la vendimia)… y los que puedan llegar.
Todo este panorama lleva a que las expectativas sobre la vendimia de 2025 hayan bajado y, a falta de algún tipo de evaluación oficial, ya nadie hable de ‘cosechón’, como llegó a especularse en abril en el sector, optimismo comprensible después de las lluvias importantes caídas en invierno y al comienzo de la primavera.
Allá van otros dos apuntes. El primero va sobre las otras dos uvas (muy minoritarias) autorizadas en las denominaciones de origen Jerez-Xérès-Sherry y Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda, la Pedro Ximénez y la moscatel. En ambos, las fuentes consultadas entre los viticultores señalan que están sufriendo aún más que la uva palomino, es decir, estaríamos hablando de una campaña realmente mala para las dos varietales que van tradicionalmente para vinos dulces.
El oídio, mal endémico
El segundo apunte es sobre el oídio, la otra plaga habitual en el Marco de Jerez. El oídio del que apenas había noticias esta campaña “ha echado a correr también por las viñas”, respetando al máximo la terminología utilizada por un viticultor. En realidad, el oídio se mueve en un plano muy diferente. Es una plaga que se considera endémica en la comarca y que suele manifestarse un poco más adelante, hacia San Juan (24 de junio).
Si bien esta semana el mildiu ha estado relativamente tranquilo, han comenzado a ser significativos los casos de “cenizo”, como se llama también a esta plaga por su semejanza a una ceniza blanquecina.
Una primavera, en definitiva, muy complicada para las viñas del Marco, en la que las lluvias, toda esa humedad, al final se ha convertido en un arma de doble filo.




