Cáritas presenta su informe de 2014, en el que se refleja que en Jerez se atendieron el año pasado a 14.000 personas y casi a 30.000 en toda la diócesis. Francisco Domouso, director de la institución en la ciudad, pide un esfuerzo al Ayuntamiento para "revertir" la situación, mientras que el obispo, José Mazuelos, habla de olvidar las diferencias políticas.

“Hemos llegado a un punto en que no es que cada vez haya más pobres, sino que los que hay lo son cada vez más”. Francisco Domouso, director de Cáritas de Asidonia-Jerez vuelve a ser claro, esta vez, presentando la memoria de 2014 de ésta organización, que vuelve a arrojar datos preocupantes y que dejan bien a las claras que aún hay que trabajar mucho para que la provincia de Cádiz pueda empezar a levantar cabeza.

Los números, lamentablemente, son los que son: una de cada cuatro personas en la provincia viven en exclusión social (unas 297.000 aproximadamente); sólo uno de cada cinco hogares se encuentra en integración plena y otro dato que ya adelantaban informes anteriores: Ya ni siquiera un trabajo garantiza salir de la exclusión. De hecho, el 19% de las personas que acuden a Cáritas tienen uno, eso sí, la gran mayoría precario o de media jornada. Entre los desempleados que cobran una prestación, siete de cada diez tampoco pueden salir adelante por sus propios medios.

En Jerez, Cáritas atendió en 2014 a 14.000 personas, mientras que en el total de la diócesis la cifra aumenta hasta casi las 30.000. La principal demanda sigue siendo la relativa a la alimentación (un 66% del total), seguido de aquellos que piden ayuda, información o simplemente alguien que les escuche (35%), información o formación para encontrar un empleo (34%), vivienda y suministros (19%) y sanidad (11%).

En cuanto al perfil de estas personas, mayoritariamente son mujeres (el 67%) de nacionalidad española (88%) y entre los 35 a 44 años de edad (37%).

Desde Cáritas siguen afirmando que la situación sigue siendo muy complicada. Los cerca de tres millones de euros que se recaudaron en 2014 -casi un 70% gracias a socios, donaciones y colectas parroquiales y un 24% de subvenciones públicas- se invirtieron en ayudas y proyectos, por lo que se puede decir que siempre falta dinero.

Otro de los problemas que refleja la memoria es la relativa a las viviendas, o mejor dicho, a las infraviviendas, sobre todo en el centro histórico. Así, en un estudio en el que participaron 576 familias de las Cáritas parroquiales de San Dionisio, Santiago, San Marcos, San Miguel, San Mateo-San Lucas, Virgen de Fátima, Los Descalzos y San Pedro, más de la mitad afirman que sus hogares no poseen servicios mínimos, algunas tienen goteras, humedades y otras carecen de iluminación natural, lo que en palabras de Domouso provoca que “sin estar desahuciados, están desahuciados”. Para el director de la ONG de la Iglesia, esto es algo que “hay que revertir”, y así se lo reclama al Ayuntamiento.

Al respecto de estos datos, el obispo, José Mazuelos, pide que los resultados electorales no signifiquen crear “divisiones”, sino “buscar un bien común. Es hora de sentarnos ya todos los partidos, todas las ideologías y todo el que aporte algo bueno para paliar esta crisis”.

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Jorge Miró

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