El legado del Hermano Adrián, el primer economato social de Cádiz: "Hay gente necesitada en silencio"

Este proyecto de la orden hospitalaria San Juan de Dios lleva 13 años ayudando a unas 300 familias en riesgo de exclusión que seleccionan los productos de la compra en función de los créditos de los que dispongan

Asia Cousin elige los productos que va a meter en la cesta en el economato social de San Juan Grande en Jerez.
Asia Cousin elige los productos que va a meter en la cesta en el economato social de San Juan Grande en Jerez. MANU GARCÍA

“Yo voy a escribir en la agenda que hoy es un buen día”. Asia Cousin, de 40 años y natural de Argelia, introduce un bote de suavizante en su carro. A su lado, Trinidad, voluntaria, suma en una calculadora los 65 céntimos que le costará a esta madre de cinco hijos menores que se ha acercado este martes al economato social San Juan Grande en Jerez. Es su primer día en esta especie de pequeño supermercado económico que existe gracias a la solidaridad de muchas personas.

La mujer recorre el pasillo del primer proyecto de estas características de la provincia de Cádiz. “Vivo en España con mi marido y mis niños desde hace dos años y medio. Estuve nueve meses en Jerez, después viví en Puerto Real y ahora he vuelto, llevo tres meses aquí”, comenta mientras coge un paquete de yogures a 39 céntimos.

Con una sonrisa de oreja a oreja, Asia se siente agradecida por la atención que ha recibido. “Muchas gracias a toda la gente de España, ellos me dan mucha ayuda”, dice a lavozdelsur.es antes de pasar por la caja. Ella es una de las personas en riesgo de exclusión social que recibe ayuda de la obra social de San Juan Grande. Este economato surgió en 2011 como legado de la labor de un hermano de la orden hospitalaria de San Juan de Dios que dejó huella.

Asia junto a la cesta de la compra en el economato social.
Asia junto a la cesta de la compra en el economato social. MANU GARCÍA

Un “hombrecillo con cara de santo”, como lo describe Antonio Mariscal en su biografía, que nació en Retamoso de la Jara, en Toledo. En la noche del 15 de septiembre de 1952, el Hermano Adrián del Cerro llegó a Jerez y entró en el Sanatorio de San Rosalía motivado por su vocación de servicio a los demás. Después, pasó al Hospital San Juan Grande, el primero de la provincia gaditana. “Él pedía limosna por las calles de Jerez y, después, venía aquí y repartía bolsas de alimentos a todas las personas necesitadas de la zona”, recuerda el Hermano Juan Manuel López Rubio, responsable de la obra social del centro.

Estuvo más de 40 años entregado con la causa hasta que falleció en 2015. Él pudo ver con sus ojos cómo se inauguraba este economato que lleva su nombre y que continúa con su acción solidaria. “Aquí las personas que vienen no se llevan lo que nosotros le damos, sino que ellas escogen lo que necesitan, es una forma más digna”, comenta Juan Manuel desde la puerta.

En el economato se realiza un reparto gratuito de productos del Banco de Alimentos y se procede a la compra de una caja de leche por 1,50 euros, una bolsa de patatas congeladas por 53 céntimos o un bote de friegasuelos por 30 céntimos. Todos los productos que reposan en las estanterías cuestan un 70% menos que en los supermercados, de forma que las familias solo pagan el 30%.

El Hermano Adrián en una imagen de la biografía de Antonio Mariscal.
El Hermano Adrián en una imagen de la biografía de Antonio Mariscal. MANU GARCÍA
La madre escoge los artículos que necesita en función de su crédito.
La madre escoge los artículos que necesita en función de su crédito. MANU GARCÍA

En la actualidad, unas 300 personas son beneficiarias de esta iniciativa que estudia en colaboración con el Ayuntamiento de Jerez los casos para ver sus necesidades. “Nos volcamos sobre todo con personas mayores, con dificultades, o con familias con muchos niños, muchos de ellos con discapacidades”, explica Juan Manuel, que añade que la ayuda recae en la zona noroeste de la ciudad. “Nos encantaría poder ayudar a todo Jerez, pero es muy difícil, los alimentos han subido muchísimo”, dice.

En el interior, Omar realiza una factura mientras varios vecinos meten en sus carros lo que necesitan.

Según explica este voluntario que conoció la obra social a través de los hermanos hace tres años, la compra se lleva a cabo mediante créditos. Existen créditos de 8, 10 y 12 euros en función del número de miembros de cada familia. “Un voluntario o voluntaria acompaña a cada persona para hacer el cálculo de lo que lleva, por si le falta algo para llegar a esa cantidad o se ha pasado”, explica el voluntario, que detalla que los carros que salen van llenos de productos de alimentación, higiene personal y limpieza.

Detalle de un voluntario del equipo.
Detalle de un voluntario del equipo. MANU GARCÍA

A veces, Omar, encargado de la logística y de la parte administrativa, abre el economato antes de las 10.00 horas “si vemos que hay muchas personas, para no hacerles esperar más tiempo”.

El proceso que acaba de describir recuerda al nuevo modelo de tarjetas monedero propuesto por el Gobierno con el fin de "dignificar” el acceso a los productos básicos. Créditos que ya han generado polémica y que permitirán a las familias decidir en función de sus preferencias y evitar las conocidas como “colas del hambre”.

“Hoy tenemos pan y lo estamos dando gratis, también hay plátanos y, a veces, tenemos verduras de los huertos solidarios”, comenta Omar, que forma parte de un equipo de unos 30 voluntarios. “Sin ellos no podríamos atender a las familias”, dice el Hermano Juan Manuel destacando la “importantísima labor” que realizan.

María Bernal acaba de salir del economato social.
María Bernal acaba de salir del economato social. MANU GARCÍA
Varias personas esperan su turno.
Varias personas esperan su turno en la puerta del economato.  MANU GARCÍA

María Bernal acaba de salir del economato con una bolsa en la que hoy lleva una barra de pan, plátanos y otros productos. Esta jerezana de 71 años que vive sola viene una vez al mes con su hijo desde hace siete años. “Mejor, imposible, nos lo dais todo. Dais todo por los necesitados”, le dice al hermano responsable.

La vecina, apoyada en su andador, ya ha cogido lo que le permite su crédito de 8 euros y se dirige al coche, donde le espera su hijo. “Mi niño me ayuda, él es el que me trae porque sola no puedo, mira como estoy”, comenta.

Los hermanos de San Juan Grande están trabajando en un proyecto pensado para personas como María, que tienen dificultades para desplazarse hasta el economato. Algunas de ellas no pueden moverse, son mayores, y viven en un cuarto piso sin ascensor, por ello, los voluntarios se encargarán de apuntar sus compras por teléfono y llevarlas a sus casas.

 

“Hay mucha gente muy necesitada en silencio, sin nadie, que vive sola. Más allá de la compra, vamos a poder detectar otras necesidades”, sostiene Juan Manuel desde este lugar que funciona gracias a la aportación de muchos colaboradores, grandes instituciones, empresas locales del entorno o vecinos que desean contribuir al mes. El economato también se sustenta con los fondos recaudados en diversas actividades.

“Si no tuviéramos esas ayudas sería muy difícil. Gracias a Dios, la gente sigue creyendo en San Juan de Dios”, expresa el Hermano.

A lo largo de estos 13 años de vida, los responsables han notado “un montón” la subida de precios que ha asolado el país. El economato cuenta con un trabajador, contratado por la obra social, que se dedica a buscar las mejores ofertas de los productos más demandados por las familias usuarias. Un dato que recaban a través de encuestas en las que pueden concretar lo que más necesitan.

“Hemos tenido que poner un cupo, por ejemplo, no puedes llevarte más de dos litros de aceite. Aquí también existe la picaresca y hay que cuidarlo”, sostiene. La ayuda mutua y la cooperación hacen posible esta iniciativa que permite a muchas personas llenar sus neveras y alacenas. 

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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