barrio_de_la_plata03
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Considerada en su día como modelo de urbanización para el siglo XX, La Plata se erige como una de las históricas barriadas de Jerez tras levantarse en los años 40.

"Ruje el mar y el sol se nubla

y se marchita un clavel

cuando viene pa su casa

mare mía de la Merced".

Juan Romero Pantoja, El Guapo de Jerez -“aquí y en América”-, saetero de saeteros, recita una letra que le dedicara en su día a la patrona, en la terraza del bar Parada de la barriada de La Plata.

Es jueves, y en la plaza de La Constitución hay ajetreo por eso de que es día de mercadillo. Una mujer pregunta el precio de un pijama de los Minion para sus hijos en uno de los puestos mientras que en otro despachan chucherías de mil clases y colores. El ‘tito’ Paco Bonilla sigue vendiendo churros en su puesto, a pesar de que el reloj ya roza la 1 de la tarde, y en la plaza de abastos, con la mitad de los puestos cerrados, se despacha el último género del día.

Al fondo, la Torre del Agua, que no hace tanto recuperara el esplendor perdido, sigue alzándose como el santo y seña de una barriada que fue considerada modelo de urbanización para el siglo XX gracias al diseño del arquitecto municipal Fernando de la Cuadra. Enfrente, tras el colegio Isabel La Católica, el parque Juan de la Plata, bautizado hace un par de años en honor a uno de los vecinos ilustres de Jerez, el fallecido flamencólogo Juan Franco Martínez, se erige como gran pulmón verde de esta zona del distrito Oeste, ocupando el suelo de lo que fue La Plata Vieja. 

Hoy día, La Plata, al igual que otras antiguas barriadas de Jerez, se ha envejecido después de que muchas familias decidieran emigrar en su día a otras zonas de la ciudad más modernas.

Volvemos con El Guapo, nacido en el número 28 de la calle Nueva hace casi 92 años pero vecino de La Plata desde hace unos 70. Aunque desde los siete años ya estaba trabajando en una fragua, ganando tres reales de la época, lo suyo siempre ha sido el cante. El Guapo recuerda aquel día que lo llevaron a Sevilla en Semana Santa, al desaparecido bar de Pepe Pinto de la plaza de La Campana, para que le cantara a las imágenes hispalenses sin tener ni idea de qué hermandades se trataban. Ahí estaba, improvisando una letra tras otra junto a Pastora Pavón, La Niña de Los Peines. El Pinto, marido de ésta, se quedó loco al enterarse de que Juan no se dedicaba profesionalmente al cante, y enseguida le tramitó el carné de artista, necesario en la época para poder dar recitales y conciertos.

“A mí, cuando llega Semana Santa, me vienen pidiendo consejos los chavales para que les recomiende qué saeta cantarle a tal o cual imagen”, explica el saetero por excelencia de Jerez mientras da y recibe piropos de todos cuantos pasan a su vera.

Propietario del Parada, antiguo Canaleja, es Juan Quirós, 36 de sus 52 años tras el mostrador del negocio. De la Plaza de Belén vino a la calle Lealas y aquí se quedó. Hace 18 años que regenta este bar, parada obligatoria de muchos vecinos de La Plata como el famoso Federico el dentista, de quien Juan recuerda la broma que le gastó a un amigo al que le puso una dentadura de cera y al que luego mandó a éste bar para que se tomara un café que, ni decir tiene, derritió los dientes del buen hombre. Otro que paraba por allí era Paco el barbero, al que otros amigos, tras una borrachera, pintaron y tapiaron su barbería de tal manera que Paco se llevó el disgusto al creer que su negocio había desaparecido de la noche a la mañana.

Para Juan, lo bueno del barrio son sus vecinos y el “buen ambiente” que se respira, a pesar del “punto negro” que representan algunos “niñatos” que suelen parar por el entorno del mercado. El arbolado –“casi todos los árboles están enfermos”- y el estado del acerado –del que trabajadores municipales daban buena cuenta en la calle José de Arce- son otros de los males que presenta La Plata.

A pocos metros de allí, Paco Bonilla, 67 años, despacha los últimos churros de la mañana en su histórico puesto. “Churros con arte, sobrino”, afirma mientras entona un cantecito recordando aquellos otros junto a uno de sus históricos clientes, el Beni de Cádiz. “Aquí estamos entretenidos, echando la 'peonaíta' desde hace 54 años”.

Actualmente Paco abre su puesto los días de mercadillo, los fines de semana y los festivos. Abrir todos los días ya no le merece la pena. “Esto ha cambiado al cien por cien. Antes había más vida y más negocios. Los grandes han desbaratado al resto. Aquí había veintitantos puestos. Pero bueno, mi clientela sigue siendo fija, vienen de todos lados”.

Paco, que ha “visto hacer y caer el cine Lealas” recuerda también la verbena de la Hispanidad -“era mejor que la Feria”- y cuando Icovesa era campo. “Por aquí he visto hasta correr a los locos que se escapaban del manicomio de la carretera de El Puerto”.

La Semana Santa y el fútbol también despiertan pasiones aquí. Hablar de La Plata es hacerlo también de su hermandad de la Candelaria, que cada Lunes Santo reúne a sus vecinos, tanto aquellos que siguen viviendo aquí como los que decidieron emigrar a otras barriadas de reciente construcción. En cuanto al deporte rey, los más viejos  aún recuerdan al CD La Plata, que llegó a jugar en Regional Preferente cuando ésta categoría tenía un nivel mucho más grande del que tiene ahora.

El carril bici, cuya obra ha levantado críticas aquí también, renueva una barriada que por otro lado espera como agua de mayo la rehabilitación de muchas de sus viviendas.

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Jorge Miró

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