A sus casi 15 años de vida es un lugar de residencia tranquilo en el que los residentes de sus 1.800 viviendas se quejan de la falta de seguridad vial, el aparcamiento en zonas residenciales y el ruido de los vehículos.

Disculpe, ¿es de La Marquesa? -No, ojalá, me encantaría vivir aquí. Los jerezanos que no pertenecen a esta barriada desean residir allí. La Marquesa, una barriada que ahora vive su adolescencia, como diría la canción, ahora es vista desde fuera “más bonita que ninguna”. Pertenece al Distrito Noreste, conocido popularmente como La Granja, y la conforman 1.800 viviendas en las cuales viven una media de cuatro personas, la mayoría residentes desde su origen hace casi 15 años.

Ubicada lejos del centro, no le falta nada o casi nada: colegio, centro de salud... todo a la mano. Las instalaciones deportivas de La Marquesa se encuentran en muy buen estado en relación a las de otras barriadas, según explican los propios operarios de mantenimiento del Ayuntamiento presentes. “Solo hemos venido a cerrar algunos agujeros. A unos metros hay un parque de seguridad vial que según comentan funciona, “van muchos colegios y se celebran cumpleaños”.

Un trabajador de la tienda de electrodomésticos abierta desde finales de año, asegura que es una buena zona comercial. “Mi jefe llevaba mucho tiempo buscando un local aquí, tenemos buena demanda porque también ofrecemos servicio técnico y por aquí viven muchas personas mayores. Yo he trabajado antes en empresas grandes y este negocio aquí tiene futuro cien por cien”. En contraposición, la responsable de una tienda de ropa y complementos cierra a los dos años de vida. “Me voy con todo el dolor de mi alma. En esta barriada la hay muy buena gente, se nota en lo serviciales que son, en la simpatía; todo el mundo te da los buenos días, te anima…”, afirma. La frutería que se encuentra justo al lado se mantiene. Para ello trabaja hasta los domingos, pero son las 12:30 y la tienda está vacía. “La cosa está muy flojilla, si antes compraban dos kilos de tomates, ahora compran un pimiento, un tomate y una cebolla y mañana, si tienen, compran más. Un hombre tiene a sus siete hijos y a los nietos en casa… imagínate”.

Antonio García, de 69 años, antes vivía en Las Torres cuando entonces aquel era un barrio de los mejores. "Me vine aquí por una razón: quería un patio y una habitación en la que poner las herramientas". Él no tiene quejas. Su mujer Maru, sí. Dada la proximidad de Piscinas Jerez y el polideportivo, las personas que van hasta allí aparcan en la zona exclusiva para residentes y en ocasiones incluso no pueden salir de casa.

Pedro Garrido, presidente de la asociación de vecinos La Marquesa cumple su papel, como "tutor" de la joven barriada y expone una retahíla de quejas. Recuerda el caso de los impagos de los VADOS: “Diputación envió una carta para que pagásemos los recibos con cuatro años de atraso o nos embargaban las cuentas y todavía hay juicios pendientes”. Todo pese a que como dice, muchos de ellos no pueden meter su vehículo en sus casas, bien porque no entran por su tamaño, porque el acceso se encuentra en un paso de peatones o coincide con una marquesina. Además se queja flamante del parque forestal, “es un poquito fullero, pero han replantado árboles que se habían secado, han asfaltado un camino que era intransitable; el parque no será parque hasta q pasen 40 o 50 años”.

Garrido también señala la peligrosidad del cruce de la calle Afanas y Alcázar de Jerez, donde han tenido lugar varios accidentes. Según cuenta han pedido la colocación de semáforos para evitarlos y los diferentes ejecutivos les han dado largas: “Todos los políticos me dicen que van a estudiarlo”.

Belén, vecina de La Marquesa de 22 años también hace referencia a un problema relacionado con la circulación de los vehículos en la Avenida Carlos I. “Por aquí vamos –me incluyo- a una velocidad muy superior a la establecida. El ruido de los coches es muy molesto, circulan a gran velocidad sea la hora que sea. Este verano atropellaron a una mujer y manolito el de las cabras también murió atropellado ahí”. Desde el Ayuntamiento intentaron solucionarlo con un badén retirado posteriormente porque el resultado fue aun peor, mayor ruido. No obstante está muy contenta viviendo allí aunque reconoce que en su tiempo libre puede hacer poco, salvo pasear a su mascota, con lo que no tiene problemas, las calles están limpias y no hay quejas vecinales al respecto. Aunque varían dependiendo de la comunidad de vecinos, ya que en aquella a la que no pertenece, está prácticamente prohibido todo, dice, especialmente indignada porque no está permitido jugar a la pelota.

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María Luisa Parra

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