La Cartuja secreta: "El oscurantismo que la rodea es lo que levanta suspicacias"

La Cartuja renombrada, en una imagen reciente. FOTO: MANU GARCÍA.
La Cartuja renombrada, en una imagen reciente. FOTO: MANU GARCÍA.

— Buenos días, hermana. ¿Es visitable La Cartuja?

— Se puede visitar el atrio, la capilla de caminantes y el museo.

— ¿Y el monasterio? Tenemos entendido que al ser monumento nacional…

— El monasterio no, porque somos una orden de clausura. Buenos días.

La conversación dura menos de un minuto, aprovechando la presencia de una religiosa de la orden de Belén que atiende en la puerta a un operario de telefonía. Son testigos de la misma Pepe Ruiz Mata, escritor y miembro del Centro de Estudios Históricos de Andalucía; y José Luis Moreno y José Ramírez, de la Plataforma Laicista. Ambas instituciones, junto a la coordinadora Recuperando, han organizado las jornadas La Cartuja de Jerez. Un tesoro olvidado, que se celebra estos días, motivo por el cual visitamos el monasterio, considerado por muchos el monumento más importante de la provincia de Cádiz.

Las declaraciones de la religiosa vienen a demostrar algo que vienen denunciando formaciones como IU o Podemos, así como historiadores y ciudadanía en general desde hace mucho tiempo: que el edificio, a pesar de ser Monumento Nacional y estar catalogado como Bien de Interés Cultural, no es visitable, por mucho que la Junta de Andalucía, en concreto la que fuera delegada de Cultura en la provincia, Remedios Palma, afirmara hace meses lo contrario, señalando incluso que tiene un horario de visita —que en realidad existe solo para visitar el atrio y la iglesia—.

La Cartuja sigue siendo una gran desconocida para los jerezanos, tanto para los que ya peinan canas como para los más jóvenes. Muy pocos han podido pisar el monasterio en décadas, ni cuando lo habitaban los cartujos ni ahora con las religiosas de Belén, que ocuparon el edificio tras la marcha de los primeros hace ya casi 15 años. Y eso, a pesar de que otros monasterios tan conocidos de la geografía nacional como los de Silos, Las Huelgas o Miraflores, en Burgos, o los más cercanos de Las Descalzas, en Sanlúcar, o Santa Paula, en Sevilla sí están abiertos al público, obviamente con las restricciones que establece la vida monástica.

“Aquí siempre ha habido dos realidades paralelas —señala José Luis—: el ordenamiento religioso y el civil. Y aún hay muchos comportamientos del pasado, como el de algunos que se creen con una superioridad moral que, pese a que hay edificios religiosos de titularidad pública, se creen los más capacitados y llevan un ordenamiento jurídico paralelo. Se mueven en una ilegalidad que no puede ser, porque tenemos leyes de patrimonio que regulan todas estas cuestiones. Y queremos que se aplique la ley, porque esto no es una embajada, es un Bien de Interés Cultural en el que queremos entrar compatibilizándolo con la vida monacal”.

Tras dejar atrás la verja que comunica con el exterior, donde un cartel informa de que estamos en el "Monasterio de las Hermanas de Belén" —¿no era de La Cartuja?—, cruzamos la portada renacentista de Andrés de Ribera, donde por cierto aún se aprecian los balazos que dejaron de recuerdo las tropas francesas durante su invasión, y llegamos a la capilla de caminantes, abierta al público y que permite observar cómo se ha cambiado el mobiliario y pintado de un tono blanquecino el retablo, algo que nos llama la atención. “Aunque las religiosas son las inquilinas, no son las dueñas de la Cartuja, lo es el Estado, es decir, todos los españoles —señala al respecto Pepe Ruiz Mata—. “Entonces, no pueden hacer las obras y las intervenciones que les dé la gana, por mucha voluntad que pongan. Aquí no vale el voluntarismo, aquí hay que intervenir con un programa. Por eso reclamamos un Plan Director de la Cartuja en el que se exponga en qué situación está, qué intervenciones hay que hacer, cómo hay que hacerla, cómo pueden hacerse las visitas… Para que no se quede esto en la buena voluntad de nadie”. "Nosotros no estamos en contra ni de las religiosas, ni de los voluntarios que vienen aquí, sino de la oscuridad. Si todo se hace por el bien del monumento, déjennos visitarlo. El oscurantismo que rodea al monumento es lo que levanta suspicacias", añade José Ramírez.

Inmediatamente, saca de una carpeta un listado de obras patrimoniales que se encuentran en el Monasterio, publicado por la consejería de Cultura de la Junta: figuran una reja, cuadros, la sillería del coro, púlpitos, imágenes de santos, retablos… “Todo esto son cosas móviles que suponemos que seguirán ahí, pero igual no, o han podido ser modificadas, como este retablo”. Entre las obras que se perdieron para siempre, aparte del antiguo retablo de la iglesia, que fue desmontado para acabar en los hornos de las panaderías de los alrededores, siglos atrás cuando el monasterio fue abandonado, se encuentran las célebres pinturas de Zurbarán. Cádiz, Nueva York o Grenoble disfrutan ahora de estos cuadros. “Al menos se conservan en buen estado y pueden ser admirados por todos. De seguir en La Cartuja igual no se podrían ver”, considera Ruiz Mata.

Cruzamos el atrio y llegamos a la fachada principal, datada entre 1662 y 1666, obra de fray Pedro del Piñar. “Una fachada retablo, de las pocas que hay en España”, explica Pepe Ruiz. Tenemos suerte y hoy podemos acceder a la iglesia, lo único de todo el monumento, junto a la capilla exterior, que puede visitarse. Una esterilla cubre todo el suelo. Cruzamos una enorme y preciosa reja, “un trabajo de herrería que es una auténtica virguería”, en palabras de Ruiz Mata. A los lados, la sillería del coro, intacta, pero los bancos y sillas dispuestas para los fieles también han sido pintados del mismo color blanquecino que el retablo de la capilla de caminantes. En cuanto al retablo de la iglesia, parece intacto, aunque las religiosas han montado a sus pies una especie de sencillo baldaquino, hecho de madera, donde se expone el Santísimo. El silencio lo inunda todo. Arriba en el techo aún se percibe el cielo azul teñido de estrellas pintado siglos atrás, propio de las iglesias de la época gótica.

Tras unos minutos de paz, salimos de nuevo al exterior. “¿Sabías que en una de las excavaciones que hubo en la Cartuja apareció el único ánfora nazarí encontrado en Jerez?”, apunta Ruiz Mata. La pieza, de un alto valor arqueológico, debería estar actualmente en el Museo Arqueológico de Jerez, si bien el Nacional de Madrid la requirió hace décadas para una exposición temporal… y allí se quedó. Y aunque esa es otra historia, la pregunta surge de nuevo. ¿Alguien duda de que no aparecerían otras piezas similares en caso de llevarse a cabo otra excavación? “Y otra cosa importante: ¿cómo aparece un ánfora nazarí en La Cartuja? Eso también habría que investigarlo”, añade Pepe.

Lo cierto es que, más allá de pedir la apertura al público del monumento, otra de las reclamaciones es la de proteger todo su entorno. “Dentro de ese Plan Director que pedimos, habría que limitar el BIC, porque si bien la parte monumental lo es, no así los alrededores. El único que ha hecho más o menos su tarea es el Ayuntamiento, indicando en el PGOU que no se puede construir”. Si bien esa limitación la deberían establecer los técnicos, desde el Centro de Estudios Históricos de Andalucía señala Ruiz Mata que “entendemos que son los muros exteriores de la Cartuja hasta el río y la huerta. Y Luego un aro, alrededor, que sería de protección, no ya como BIC, sino como zona de protección, que además lo recoge la ley y que en Jerez no se ha respetado en diferentes sitios, como el palacio Domecq, junto al cual se colocó el monumento a la Virgen del Rocío, o la Catedral, donde también se puso la estatua de Juan Pablo II”.

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Jorge Miró

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