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Pocas personas saben tanto de las historias, leyendas y personajes de Jerez como Antonio Mariscal Trujillo, uno de los impulsores de la página de Facebook 'Cosas jerezanas que se han perdido con el tiempo'.

Hablar con Antonio Mariscal Trujillo (Jerez, 1944) tiene una parte de peligro y otra de gozo. De peligro, porque empezar a hablar con él supone zambullirse a un mar de historias, leyendas, personajes y lugares que harán al receptor, sin darse cuenta, perder la noción del tiempo. Pero a la vez es una gozada poder aprender tanto sobre Jerez de manos de una persona que algunos definen de cronista, si no oficial, oficioso de la ciudad, mérito que bien pronto se quita de encima. “Cronistas sois los periodistas y los periódicos, y en tal caso, y hablando de oficial, el último cronista que tuvo Jerez fue Sebastián Rodríguez de Molina, más conocido por su seudónimo de Rodrigo de Molina”. Como ven, casi sin darse cuenta, Antonio Mariscal acaba convirtiendo cualquier conversación en una lección improvisada de Historia.

“Trato de captar todo lo que está a mi alrededor. Un día una señora me dijo que era un libro abierto, y le respondí que yo había abierto muchos libros”, señala al respecto quien también fundara la tertulia ‘Noches jerezanas’, que pervivió durante 25 años y que precisamente se dedicaba a tratar temas sobre la ciudad. “Al fin y al cabo todo eso nos hacía acumular vivencias, algo así como una especie de cajón de sastre”.

Académico numerario de la Real Academia de San Dionisio; miembro numerario del Centro de Estudios Históricos Jerezanos; miembro de la Asociación Colegial de Escritores de España, miembro fundador de la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Jerez y autor de una decena de libros relacionados con Jerez, su historia y sus personajes, Mariscal, ahora jubilado tras ejercer durante cuarenta años la profesión de visitador médico, tiene más tiempo para seguir divulgando sus conocimientos y material fotográfico a través de Facebook. El grupo Cosas jerezanas que se han perdido con el tiempo, que recientemente ha sobrepasado los 18.000 miembros, se ha convertido en todo un referente para recordar y conocer lo que ha sido Jerez los últimos 100 años.

“La página la creó mi hijo Antonio”, afirma. “Un día, creo que hace justo cuatro años, estaba él en Chiclana con dos amigos, pidieron una botella de Tío Pepe en un bar y uno comentó que se habían perdido las costumbres de las reuniones de medias botellas cuando se salía del trabajo. Y entonces pensó en crear una página en Facebook que se llamara así”, recuerda.

"'Cosas jerezanas...' ha traído a la luz fotos antiguas y algunas únicas que de otra manera se habrían perdido"

Lo que comenzó siendo algo casi anecdótico se ha convertido en un foro de debate y divulgación de primer orden, “un acontecimiento social y cultural” en palabras de Mariscal Trujillo que considera que “está prestando un buen servicio al conocimiento de Jerez en el sentido de que, aparte de las cosas que aporta uno y otro, se están recopilando miles de fotografías”. Así, echa la vista atrás, cuando hace 40 años Luis Bellido, párroco de San Dionisio, le cedió una caja repleta de postales antiguas de Jerez para que se llevara las que estaban repetidas. “Y las que no lo estaban, las reproduje con mi cámara. No te puedes imaginar la de copias que tuve que hacer porque todo el mundo me las pedía, porque es que no había material antiguo de Jerez. La gente conocía el Jerez antiguo a través de las fotos de Montenegro, que digamos que fue el reportero gráfico de los años 10 y 20 del pasado siglo, y por eso había ansia por conocer. Y este foro ha traído a la luz fotos antiguas y algunas únicas que de otra manera se habrían perdido”.

Pero, aparte de edificios y objetos materiales, ¿qué ha perdido Jerez con el tiempo, desde el punto de vista de Antonio Mariscal? “Parte de su idiosincrasia y su personalidad”, señala rotundo y sin dudarlo. “Jerez ha crecido tremendamente, las distancias que hay desde Pozoalbero hasta Puertas del Sur son tremendas y eso ha diluido lo que es la sociedad jerezana. Además ha habido una generación que no ha transmitido a los hijos su cultura y sus tradiciones como a mi generación nos la transmitieron”.

Luego, desde su punto de vista, se han “prostituido y deformado hasta lo inexplicable” algunas tradiciones, como la zambomba –“lo que hacen ahora los pubs y los bares es una zambomba sui géneris, porque eso era una cosa espontánea nacida de la confraternidad y la hermandad de los vecinos”- o la mismísima Feria: “Antes no era sólo una juerga para divertirse, era un sentimiento, una tradición y el lugar de encuentro de los jerezanos, y por eso lo vivíamos intensamente. Hoy no, hoy ves La Rosaleda llena de jóvenes haciendo botellón y te preguntas qué será de la Feria el día de mañana”.Pero Antonio Mariscal ahonda más en esa pérdida de personalidad para incluir lo que define como el lenguaje jerezano. “A mí Cádiz me gusta mucho y cuando voy por el barrio de Santa María o La Viña, entro en un bar a tomar café y escucho al personal, noto que es gente auténtica, y aquí en Jerez me cuesta más trabajo encontrar eso. En los antiguos tabancos de Jerez, donde la gente iba a convivir y a charlar en torno a media botella de vino, se hablaba el jerezano, esa lengua que aunque muchos presumen de hablarla, muy pocos saben. Se han perdido sus dejes, sus dichos, sus refranes, sus citas, sus comparaciones… Ahora cuando entro a algún sitio a tomarme una copita y escucho a la gente, me doy cuenta que hay palabras y frases que no le pegan a nuestro vocabulario, que son sacadas de la televisión”.

Personajes, historias y leyendas

En una conversación con Antonio Mariscal uno no puede dejar pasar la oportunidad de preguntarle por algunos de los personajes, las historias y leyendas que han formado parte del Jerez del ayer. “Si me lo hubieras dicho con tiempo me habría preparado algo”, responde tras nuestra propuesta, pero enseguida demuestra que no le hacen falta papeles ni un ordenador por delante para empezar a soltar datos y nombres como el del cardenal Sebastián Herrero, “el único cardenal que ha tenido Jerez. Nació en el número 3 de la calle Bizcocheros en 1820 y murió en Valencia en 1902”, explica sin pestañear, sorprendiéndonos su capacidad de retener fechas y lugares.

Cuenta Mariscal que Herrero, antes de ejercer el sacerdocio, fue abogado, juez, escritor y autor teatral. Estando ejerciendo de magistrado en Morón hubo una epidemia de cólera, muriendo muchos vecinos, entre ellos sus mejores amigos. “Eso le hizo cambiar el chip para ingresar en el seminario”. Tras ser obispo en varias diócesis, entre ellas la de Córdoba –donde aún hoy una calle de la Judería lleva su nombre- acabó en Valencia, donde fue ordenado cardenal y donde moriría para ser enterrado en la Catedral.

Otros personajes que destaca Antonio Mariscal es el general Laserna, el último Virrey español en Perú y héroe en la guerra del Rosellón y en la guerra de la Independencia contra los franceses; o el padre Luis Coloma, escritor y académico, creador del Ratoncito Pérez. “Su mayor éxito fue su novela Pequeñeces, que se llevó al cine, donde satirizaba a la sociedad burguesa de la época. Dicen que en Madrid, cuando se publicó, no se hablaba de otra cosa”, afirma Antonio Mariscal, quien considera que en Jerez no se le ha reconocido todo lo que se debiera. Además del instituto que lleva su nombre tiene un busto frente a la comisaría, que antes estaba situada en la plaza del Clavo, que antaño llevaba su nombre. “Lo que más se le conoce es el Ratón Pérez, pero tiene obras magníficas. Juan Miseria, por ejemplo, es una preciosidad, porque te describe con exactitud a la sociedad jerezana de la época. Además, todo lo que escribía lo hacía por vivencias propias".

Pero uno de los grandes olvidados, desde su punto de vista, es el actor jerezano Antonio Vicos, “uno de los más grandes que ha dado España”. Nacido en la calle Algarve, cuenta Antonio Mariscal que el propio José Echegaray, premio Nobel de Literatura en 1904, le decía a la mujer de éste que tenía la suerte de estar casada con Antonio Vicos y que él tenía la suerte de que fuera él quien interpretara sus obras teatrales. “Este hombre, dicen, hacía reír o llorar en diez segundos. Tenía una fuerza dramática impresionante”.

En cuanto a historias, Antonio Mariscal saca a relucir una muy curiosa y que cuenta de que una vez el Ayuntamiento en pleno fue encarcelado. Corría el año 1843 cuando el general Espartero fue derrocado como regente del reino tras el golpe de estado del general Narváez, lo que hizo que Espartero huyera de Madrid con destino a Cádiz con la intención de embarcar hacia Inglaterra.

En su busca iba el general Manuel de la Concha, al mando de un ejército que estableció su cuartel general en Lebrija. Éste general mandó un emisario al Ayuntamiento de Jerez para informar de que, en caso de localizar en la ciudad a Espartero, éste fuera detenido. Sin embargo, desde el gobierno respondieron que Jerez tenía norma de ser una ciudad hospitalaria y que acogía a cualquiera que cayera en desgracia, cosa que se haría también, llegado el caso, con Espartero.

Cuando el emisario cuenta esto a sus superiores, las tropas de De la Concha llegan a Jerez y encarcelan a toda la corporación municipal, la cual además fue obligada a suministrar de víveres a caballos y soldados bajo la amenaza de ser fusilada. Si bien no tuvieron más remedio que entregar el suministro, Espartero acabó llegando a Cádiz y embarcando en un navío que lo llevó hasta Inglaterra.

Por último, Mariscal destaca una de tantas leyenda de fantasmas, magnificada en su día pero que en el fondo fue real, que tuvo lugar en los años 30 del pasado siglo. En lo que hoy es la avenida Martín Ferrador, antaño un descampado enorme por la que cruzaba la vía del tren, contaban que había un fantasma que se aparecía casi a diario. Tuvieron que ser varios jóvenes de apenas 14 años los que, cargados de piedras, hicieron frente a esa aparición que al final resultó ser un vecino cubierto con una sábana blanca que se cubría el rostro con una calabaza con los ojos pintados.

Historias, leyendas, personajes… Jerez, en definitiva, de la mano de un cronista, -llámenlo oficial, oficioso o aficionado- al que podrán encontrar a golpe de click en Cosas jerezanas que se han perdido con el tiempo.

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Jorge Miró

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