Todo lo que le interesa a Sierra de Jerez
Javier Sierra conoce bien Jerez y guarda recuerdos de numerosas visitas a la ciudad a lo largo de los años. "He estado en muchas ocasiones en el pasado y tengo familiares en la provincia de Cádiz, no muy lejos de Jerez", explica el escritor. Para él, siempre es un placer reencontrarse con un lugar tan lleno de historia y matices culturales. El autor subraya que, aunque la proyección externa de Jerez suele estar muy vinculada al vino y a sus famosas bodegas, la ciudad ofrece mucho más.
"También hay arqueología en Jerez que a mí me interesa y patrimonio. Todo eso me resulta siempre muy grato cuando visito la ciudad", señala Sierra, mostrando su mirada de investigador atento a los detalles históricos y culturales que van más allá del turismo habitual. En cuanto a la posibilidad de que Jerez se convierta en escenario de alguna de sus novelas, Sierra reflexiona sobre la universalidad de las historias humanas. "La clave es que cualquier lugar del mundo puede ser el epicentro de una grandísima novela, porque si algo tiene el ser humano es que no hay persona sin historia que contar", afirma.
El escritor reconoce que Jerez está lleno de esas historias humanas que tanto le apasionan. "Por supuesto, en Jerez hay muchas personas con historias que contar, y ya se han escrito grandes novelas a partir de la ciudad", concluye, dejando entrever la riqueza narrativa y cultural que sigue inspirándole en cada visita.
Javier Sierra ha presentado en Jerez su última novela, El plan maestro, un relato de intriga que recorre algunos de los lugares más emblemáticos del arte mundial, como el Museo del Prado, el Louvre, la Galería degli Uffizi o la cueva de Lascaux. La obra se centra en la pregunta que ha acompañado al autor durante años: ¿Para qué el ser humano inventó el arte?
"Soy un apasionado de la historia de la civilización, y también he prestado mucha atención a todas las investigaciones, desde la prehistoria hasta nuestros días, de distintos aspectos del género humano", explica Sierra. Según el escritor, el arte no surgió como algo práctico, sino como un medio para expresar lo invisible: "El arte, en un principio, servía para hacer visible lo invisible. Nuestros antiguos palpaban las cuevas, las paredes de las cuevas, y donde veían un bulto, imaginaban que era de un bisonte, o donde veían una grieta creían que era el lomo de un caballo, y lo completaban con la pintura para hacerlo visible al resto de la tribu".
Sierra define su obra como un faction, una mezcla de ficción y hechos reales: "En El plan maestro, igual que en una novela precedente que está relacionada con este universo, que es El maestro del Prado, lo que hago es mezclar géneros. Por un lado, hay algo de autobiografía, hay algo de novela de intriga, hay algo de novela histórica y todo eso genera un nuevo pulso narrativo".
El autor busca que sus novelas sean una invitación a la investigación y a la curiosidad del lector: "Mi principal objetivo es estimular la curiosidad del lector. Darle argumentos suficientes para sorprenderle, pero también para empujarle a hacer sus propias investigaciones. Desde ese punto de vista, mis novelas terminan convirtiendo en cómplices a los lectores, cómplices de mi propia búsqueda".
Y es que el escritor defiende la lectura como un refugio frente a la aceleración de los tiempos modernos. "El libro es el salvavidas de la humanidad en estos momentos, porque te da ese tiempo de reposo, de sosiego ante una historia", asegura. .
Más allá del valor económico de la obra de arte
En El plan maestro, Sierra también denuncia la visión materialista del arte en la actualidad: "Valoramos los materiales de los que está hecha una obra de arte, la trayectoria del artista, el género al que pertenece, le damos también mucha importancia a su cuantificación económica en una subasta de arte, pero nos preguntamos realmente muy pocas veces ¿qué quiso decirnos el artista a través de esa obra de arte? ¿Cuál es el mensaje? ¿Para qué servía?".
La novela revela detalles sorprendentes de obras emblemáticas, como El Jardín de las Delicias de El Bosco: "Está un gran ojo sobreimpreso al Jardín de las Delicias. No es una ocurrencia del portadista, sino que en realidad trata de poner de relieve algo que El Bosco escondió en su obra más conocida, hace 500 años. El lago que domina la tabla central del jardín tiene una forma oblonga que reproduce la de un ojo humano. Es un ojo humano gigante que en ese contexto pictórico representa al ojo de Dios que todo lo ve".
Sierra combina ciencia, historia y religión en un equilibrio pensado para mantener la atención del lector: "Desde ese punto de vista, mis novelas terminan convirtiendo en cómplices a los lectores… tienes que equilibrar muy bien los ingredientes. No te puedes pasar de suministro de material de una determinada cosa y que tengas carencias de otras, porque entonces la curiosidad se desequilibra".
"Preservar la mirada de niño"
Javier Sierra mantiene viva su pasión por contar historias gracias a una curiosidad constante: "Creo que la clave es preservar la mirada del niño. Yo fui un niño muy curioso. Me preguntaba por todo y preguntaba a los mayores por todo. Eso me llevó, en su momento, a estudiar periodismo porque el periodismo me daba licencia para preguntar. Pero pude dar también un salto más allá, introduciéndome en el mundo de la literatura, porque ya no solamente me daba licencia para preguntar, sino que me daba espacio y tiempo para responder a esas preguntas, que muchas veces es el gran drama de los periodistas, que nos falta el espacio o el tiempo para poder contestar bien a las cuestiones que hacemos".
Sierra recuerda también la importancia del contacto directo con los lectores en un mundo dominado por la inmediatez de las redes sociales: "Los lectores también aprecian mucho el contacto no virtual con los autores, tener oportunidades como la de la Feria del Libro de Jerez, encontrarte cara a cara con quien te lee y tener un momento de intercambio humano, de impresiones. Eso sí que es muy innovador".
Con El plan maestro, Javier Sierra ofrece a los lectores una experiencia que combina entretenimiento, reflexión y misterio histórico, llevando al arte y la historia a un nivel de descubrimiento constante.
