Un hombre suplanta la identidad de un agente tras intentar coger un teléfono y ser visto por la dependienta de una tienda de calle Honda.
Una tarde ajetreada, con varias clientas en la tienda, entra un hombre de mediana edad, con gafas de sol, y se pone a dar vueltas por el establecimiento. Mira vestidos, observa complementos y pasa más de veinte minutos sin que las trabajadoras reparen en su presencia. “La verdad es que no le echamos mucha cuenta”, confiesan. En un momento dado, una de las dependientas se percata de que está intentando coger el móvil de empresa, que descansa sobre el mostrador. Pero tiene una táctica para estos casos. Cuando se ve sorprendido, se lleva a una de las empleadas a un extremo de la tienda y le asegura que es policía, aunque casualmente no lleva la placa encima, pero está buscando a un delincuente que, dice, opera por la zona. Entonces enseña una foto del supuesto sospechoso.
Al ver lo grabado por las cámaras de seguridad de la tienda, a las que este hombre dirige miradas furtivas durante su estancia en el establecimiento, es cuando Jessica, la dueña de La casita de Lupita, de calle Honda, se percata del intento de robo. En el vídeo, que acompaña a la información, se puede ver cómo el individuo quiere aprovechar el despiste de una de las dependientas para intentar coger el móvil que está sobre el mostrador. Luego, cuando le llaman la atención, cuenta que es policía, aunque no se identifica, algo que es materialmente imposible ya que los agentes están obligados a portar la placa aún sin estar de servicio.
“Estoy buscando a un hombre”, aseguran las dependientas que dijo el sospechoso, “suele venir con una mujer rubia, va a entrar y te lo va a quitar todo”, añaden que comentó. “Estuvo 20 minutos dando vueltas por la tienda, viendo vestidos”, señala Jessica. “Se ponía a mirar la cámara”, añade. La encargada del establecimiento denunciará el caso, por intento de robo y suplantación de identidad, como le ha aconsejado la Policía Nacional.
El individuo en cuestión, después, fue visto saliendo de otros comercios de la calle, aunque en ninguno repararon en su presencia. Por casos como éste y por los numerosos robos que ha habido este verano, vecinos y comerciantes se están planteando contratar seguridad privada. “No tenemos las patrullas que necesitamos”, señala Jessica, que asegura: “En verano estamos vendidos”.
Durante los cuatro años que lleva con la tienda abierta, a Jessica y sus empleadas les ha pasado casi de todo. Desde una clienta que perdió el móvil y al intentar recuperarlo realizando una llamada comprobó que lo tenía otra metido en el calcetín, también tuvo a otra que les llegó a tirar un zapato porque no se podía devolver y hasta les han colado billetes falsos y algún que otro timo. Pero el del falso policía es la primera vez que lo sufre. “Te coge de novata y luego cuando se va es cuando ves todas las mentiras que ha contado”, dice, por eso quiere que se conozca su caso.
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