Desde que Hugo tenía tres años, su vida está marcada por la enfermedad de Trevor, un trastorno esquelético poco frecuente que provoca un crecimiento anormal del cartílago y la formación de tumores en las articulaciones. Su diagnóstico supuso el inicio de un largo camino de intervenciones quirúrgicas, tratamientos complejos y un desgaste emocional constante para su familia. Su madre, Inés, se ha volcado en dar visibilidad a esta dolencia y en recaudar fondos para afrontar los elevados costes médicos.
Sin embargo, a ese desafío diario se suma otro que ha convertido en una auténtica pesadilla. Y es que madre e hijo llevan trece años soportando el acoso persistente de una vecina. Una situación que ha tenido consecuencias graves en la salud del menor y que ha llevado a la familia al límite.
Insultos, amenazas y un entorno insoportable
Inés ha relatado en el programa Hoy en día de Canal Sur que la mujer en cuestión ha llegado a imitar los movimientos de Hugo, reírse de él en público, insultarle y dejarle notas amenazantes. Una de estas cartas decía: “Queridísima vecina, soy mala, pero muy mala. Me importan tres carajos lo que piensen de mí. Lo que tú hagas, te lo devolverán con creces”. El escrito refleja el grado de hostigamiento al que están sometidos.
El impacto sobre el joven ha sido directo. “Hugo ha sufrido ataques de ansiedad. Le remedó, le dijo cojo de mierda y no supo cómo actuar. Le pilló en el parque solo y cuando llegué estaba con los bailes morados, temblando”, ha explicado Inés. Con una discapacidad reconocida del 65%, el menor ha perdido incluso las ganas de salir por miedo a cruzarse con su agresora.
El origen del conflicto, afirma la madre, se remonta a varios años atrás, cuando aún convivía con su expareja. “Empezó hace mucho tiempo con mi exmarido. Nos arañaba el coche, nos tiraba basura por encima de la tapia, nos echaba azafrán en la ropa blanca”, ha detallado. Cuando Inés decidió irse de la vivienda en alquiler, la vecina dirigió entonces su comportamiento hacia la nueva inquilina. Al regresar, los insultos se retomaron, esta vez dirigidas directamente hacia ella y su hijo.
A pesar de los intentos por dialogar, la madre afirma que nunca ha obtenido una razón clara del porqué del acoso. “Fui a hablar una vez con ella y me dijo que simplemente no le caía bien”, ha asegurado. Inés asegura que nunca ha tenido conflictos con nadie más y que la vecina tiene antecedentes de enfrentamientos con otras personas de la zona. “Me ha tocado a mí, qué le voy a hacer”, resume resignada.
Además de las agresiones verbales y psicológicas, las amenazas se han materializado también en mensajes directos. “Me puso una carta en el coche diciéndome que tenía lo que me merecía, supuestamente que tenga a mi hijo que esté mal”, ha denunciado. Una situación que ha llevado a la familia a valorar seriamente cambiar de domicilio para tratar de recuperar la tranquilidad.
La historia de Inés y Hugo ha generado una oleada de apoyo, pero también ha puesto el foco en un problema más amplio: el impacto del acoso vecinal sobre las personas vulnerables y la necesidad de que las administraciones actúen con mayor contundencia ante estos casos.



