Hierro y chapa, los puntales 'provisionales' del intramuros jerezano

Esquina de la calle Santa María de Gracia con Juana de Dios Lacoste, en una imagen de archivo.
Esquina de la calle Santa María de Gracia con Juana de Dios Lacoste, en una imagen de archivo. MANU GARCÍA

La polémica instalación de una chapa en la esquina poniente del castillo de Torremelgarejo, declarado Bien de Interés Cultural, se hizo viral. La propietaria de la finca instaló un panel de acero galvanizado con objeto de impedir una destrucción mayor de este deteriorado castillo bajomedieval. En declaraciones a este medio, varios vecinos de la barriada rural jerezano confesaron sus temores: "El castillo morirá así". Lo que aparentemente es una actuación provisional puede convertirse en permanente si nadie actúa por la reparación de dicho complejo. En el centro histórico de Jerez, sucede algo parecido, con una particularidad mayor: muchos de sus espacios e inmuebles no tienen grado de protección. lavozdelsur.es ha querido dar un paseo con Alejandro González Morillo, presidente de la Asociación de Vecinos del Centro Histórico por los puntales provisionales del intramuros jerezano.

La ruta de la chapa del hierro y del metal comienza en el Arroyo, vía Barranco. Iba a ser un edificio de viviendas. Así lo dejó escrito el anterior gobierno local de María José García-Pelayo en el Plan de Actuación 2014-2015, con el que supuestamente iba a destinar cuatro millones de euros al centro histórico, precisamente de la venta del agua pública. Sin embargo, un cartel al lado de su fachada, que con suerte y un montón de refuerzos metálicos aguanta el chaparrón, habla de un centro internacional de español. Ni uno ni otro. Desde hace un par de años el edificio de la calle Barranco, un inmueble que data al menos del siglo XVIII, permanece a la espera del Museo Flamenco de Andalucía, de cuyo proyecto, presentado en 2017, forma parte. Ahí sigue, esperando. La huella de otro tiempo le acompaña: "Para seguir avanzando".

La pieza expositiva de lo que iba a ser la Ciudad del Flamenco, diseñado por Herzog y de Meuron en 2003, abandonada en uno de los solares de plaza Belén. FOTO: MANU GARCÍA.

A sus espaldas una remodelada plaza Belén le saluda. Un colchón en el suelo, numerosos restos de basura y trozos de escombros se alojan en su interior, a la vista de cualquier viandante. "Este solar es público", señala González, presidente de la Asociación de Vecinos del Centro Histórico de Jerez, que este pasado mes de febrero organizó la tercera marcha por la rehabilitación y repoblación del centro. A sus espaldas, en una de las fincas continúa la estructura de la Ciudad del Flamenco, una pieza expositiva del proyecto de Herzog y de Meuron diseñado en 2003. La avanzadilla es uno de los símbolos del fracaso en la gestión urbanística y modelo de ciudad del municipio. Más de quince millones de euros se enterraron aquí en un proyecto que finalmente fue descartado.

En pleno barrio de San Mateo, se encuentra la calle Flores. Entre losas levantadas y trozos de pared venidos abajo, varias piezas metálicas se superponen en el suelo. "Son un peligro pero ahí están, provisionales también", dice con sarcasmo González, en referencia a las intervenciones hechas en el entorno. Un montón de cables, prácticamente sin sujeción, están amarrados a un poste de madera. De camino a la plaza del Mercado, el presidente de la asociación vecinal señala el techo de un edificio, también metálico.

Con una imponente tapia (sí, metálica) totalmente discordante con el entorno, continúa la casa palaciega de los Riquelme, una obra renacentista del siglo XVI que es de propiedad municipal y cuya intervención hace unos años se limitó a "la consolidación de la estructura". "Nadie se pregunta dónde está puerta", señala González mientras llama sin esperar respuesta. "Durante meses se ha llevado el cartel de un antiguo evento en la entrada", comenta sobre el abandono de la zona, de sobra conocido.

Un edificio de la calle Juana de Dios Lacoste. FOTO: MANU GARCÍA.

El palacio Riquelme está "minado" de chapas y estructuras metálicas. A sus espaldas, por el Rincón Malillo, cuesta trabajo pasar. Unas vallas municipales en el suelo, con los restos derruidos de una edificación que las raíces de una higuera está echando abajo, impiden el paso. La vista del interior de Riquelme apenas es perceptible pero su supuesta consolidación sí. "Nada de esto es permanente, claro", dice con sarcasmo González.

Cerca de allí se encuentra el solar de la calle Cordobeses, sobre el que tampoco hay noticias. Un enorme espacio abandonado que aparentemente protege una valla. "Creo que es uno de los solares más grandes que hay en el centro, y nadie dice nada", comenta el presidente de la asociación vecinal, mientras una de las pocas vecinas de esta zona del centro histórico lo ve pasar sentada en la puerta de su casa.

El palacio de San Blas, otro espacio repleto de estructuras metálicas. FOTO: MANU GARCÍA.

En la otra parte de San Mateo, entre la calle San Blas y la calle Ceniza, otro espacio hueco hace acto de presencia. La chapa vuelve a sostener una estructura que a duras penas resiste en pie. "Aquí los vecinos han tenido bastantes problemas con las ratas", señala González, mientras observa el horizonte sin muchas esperanzas. "Ahora vienen las elecciones, pero ningún partido político ha puesto sobre la mesa un compromiso real con el centro histórico", señala.

De vuelta por San Juan de los Caballeros, a otro solar se impide la entrada con una puerta metálica sujetada con candados en los suelos. Cada rincón de intramuros es una chapuza nueva. Por la calle Juana de Dios Lacoste, a la altura de la calle Santa María de Gracia, otro edificio apuntalado entero espera la intervención municipal. "Hay edificios sobre los que es posible intervenir, es cuestión de voluntad política", señala el líder vecinal, que no oculta su indignación porque obras anunciadas como la del Tabanco del Duque, con la intención de dar acceso al Cine Astoria, estén estancadas. De camino hacia el Carmen, otra edificación que seguramente pocos recordarán ya en buen estado. Por sus estructuras metálicas tampoco pasan los años. Todo sigue igual: lo provisional se torna permanente y lo abandonado, destruido. El metal no engaña.

Sobre el autor:

Sebastián Chilla.

Sebastián Chilla

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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