Ana María 'Poti' Bohórquez, en una imagen de 2010, cuando recibió el Caballo de Oro, junto a Pilar Sánchez.
Ana María 'Poti' Bohórquez, en una imagen de 2010, cuando recibió el Caballo de Oro, junto a Pilar Sánchez.

Figura fundamental en la cultura ecuestre andaluza, Ana María 'Poti' Bohórquez Escribano ha fallecido este lunes cuando contaba 90 años de edad. Esta jerezana ha sido durante décadas un referente imprescindible en el mundo del caballo y, muy especialmente, en la disciplina del enganche, donde destacó en una época en la que la presencia femenina era una excepción. Su nombre quedó asociado a la defensa del patrimonio ecuestre, el impulso de la afición en Jerez y la conservación de una tradición familiar profundamente ligada al campo y a la ganadería.

Nacida en 1935 en Jerez, hija de Fermín Bohórquez Gómez y Soledad Escribano Aguirre, heredó desde su infancia el legado de una de las sagas más emblemáticas del mundo del caballo en España. Su vinculación a este universo no fue meramente familiar, sino vocacional: desde muy joven montó, enganchó y participó activamente en actividades ecuestres, convirtiéndose en uno de los nombres más respetados del sector. Fue su hermano Fermín, el rejoneador, el que le puso el cariñoso apelativo de Poti.

Caballo de Oro en 2010

Su pasión por los enganches se tradujo en la creación y conservación de una importante colección de carruajes antiguos, guarniciones históricas y piezas de gran valor patrimonial. Muchos de estos vehículos —ingleses, húngaros o caleseros de finales del siglo XIX y principios del XX— fueron restaurados minuciosamente bajo su supervisión, preservando un legado material que forma parte de la identidad cultural jerezana.

Ese esfuerzo fue reconocido en 2010, cuando recibió el Premio Caballo de Oro, la máxima distinción ecuestre de Jerez. El galardón subrayó su compromiso con la tradición, su labor de difusión y, sobre todo, su ejemplo como mujer pionera en un ámbito tradicionalmente masculino.

Vocación empresarial: ganadería y agricultura

Además del terreno estrictamente ecuestre, Ana María Bohórquez mantuvo una intensa actividad empresarial. Formó parte de los órganos de administración de diversas sociedades agroganaderas y agrícolas vinculadas históricamente a su familia y al municipio jerezano. Entre ellas, destacaban explotaciones y sociedades agrarias y la gestión de fincas, entre las que se incluye la Yeguada Ana María Bohórquez Escribano, integrada en la entidad Modecusa.

Casada con Jaime Domecq Ybarra, su descendencia continuó también en el mundo ganadero, como su hijo Santiago Domecq Bohórquez, vinculado a ganaderías de reses bravas y a la continuación del importante legado familiar.

Más allá de su papel empresarial o su prestigio en el enganche, Ana María Bohórquez deja una huella profunda por su capacidad para unir tradición y modernidad, patrimonio e identidad local. Fue promotora, conservadora, transmisora y, sobre todo, protagonista de una forma de entender el caballo como parte esencial de la cultura de Jerez.

 También participó de la vida cofrade jerezana, estando muy estrechamente vinculada a la Hermandad del Desconsuelo, de la que era la hermana número 2 en el momento de fallecer, además de ser la camarera de María Santísima del Desconsuelo. También fue una persona generosa con las causas sociales y en la promoción de la vida religiosa y parroquial. La cofradía en un comunicado ha lamentado su fallecimiento, "una fiel servidora de esta corporación".

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