El pasillo de un hotel, en una imagen de archivo.
El pasillo de un hotel, en una imagen de archivo.

Algunos hoteles de cinco estrellas de la provincia de Cádiz pagan a las camareras de pisos 2,15 euros por habitación, durante jornadas de seis horas sin descanso y no les retribuyen las jornadas libres. 

Un escándalo. La esclavitud del siglo XXI, el paraíso para los turistas, y el pan que llevar a casa: trabajar como camarera de pisos en condiciones más que precarias. “Es una vergüenza, las acribillan”, cuenta a lavozdelsur.es el delegado de Riesgos Laborales y Salud del sindicato Comisiones Obreras (CCOO). Las “privilegiadas” que tienen la campaña de verano garantizada no son escogidas al azar. “Suelen ser madres solteras, separadas, muy necesitadas… si no, no lo aguantan”. Pero parece que poco a poco se quieren hacer oír, ya lo han hecho en diferentes puntos de España, y en la provincia de Cádiz cada vez son más las que denuncian a los sindicatos esta situación de precariedad, “menos de las que deberían porque se marchan a los pocos días de empezar a trabajar, sobre todo las jóvenes”, cuenta este delegado sindical que es espectador de lo que sucede en uno de los grandes hoteles de la Chiclana en el que trabaja y de los mejores valorados en el portal Trip Advisor. 

Les pagan 2,15 euros por habitación, y en principio deben hacer trece, en seis horas. “Es imposible. Hay días que trabajamos para siete habitaciones, porque hay muchas salidas y cuando se marchan los clientes tenemos que limpiar a fondo; tardamos tres cuartos de horas o una hora, hacemos como mucho siete habitaciones”, explica Ana camarera de pisos en Chiclana. El cálculo es fácil: en los días más duros de trabajo vienen a cobrar 15,05 euros. Ella tiene 40 años, su pareja está en paro y no le queda más remedio,  debe llevar algo a casa. “Mi familia me dice que me ve reventada, muy cansada, pero qué voy a hacer... comer hay que comer todos los días y pagar hay que pagar todos los días”.

“Mi familia me dice que me ve reventada, muy cansada, pero qué voy a hacer... comer hay que comer todos los días y pagar hay que pagar todos los días”

Ana no quiere dar sus datos —el nombre es ficticio— para no poner en riesgo su empleo y sus compañeras prefieren no hablar a los medios de ninguna de las maneras para evitar que sospechen de ellas. Reconoce que algunas de sus compañeras toman ansiolíticos para soportar la presión. “Hay algunas que necesita medicarse, están separadas, tiene hijos, y psicológicamente está mal, es muy duro, pero aquí tienes asegurada la temporada entera, no nos echan, cualquiera no aguanta esto”. Los ánimos están crispados. En las contratas intentan acallar las quejas. “Ya nos hemos repuchado varias veces con los de la subcontrata. Nos reúnen y nos dan la charla, a ver si solucionamos algo; lo que hacen en apaciguar los ánimos”. 

En el mejor de los días, si se lograsen terminar las trece habitaciones —que no suele pasar porque muchas están ocupadas— pueden llegar a ganar 27,95 durante las seis horas, limpiando habitaciones de unos 45 metros cuadrados. Los días libres no los cobran y ni siquiera descansan para comer, “es dinero que pierde”, apostillan desde CCOO. “Las niñas duran semanas, 15 ó 20 días, como mucho, no lo pueden soportar, y muchas vienen a trabajar desde Arcos, Jerez…”.

Afortunadamente, no sucede en todos los hoteles. Anteriormente, Ana trabajó en una cadena diferente después de acabar su contrato como dependienta de una tienda, hace cuatro años. Las condiciones eran mucho mejores, pero no tenías garantizada la temporada. Esa parece ser la única recompensa: la garantía de tener un trabajo precario.

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María Luisa Parra

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