La imagen de la Virgen de la Merced, patrona de Jerez desde la Edad Media, no solo forma parte del alma religiosa de la ciudad, sino también de un fascinante conjunto de leyendas que alimentan la devoción de generaciones. Ocho siglos después de su llegada, el enigma sobre sus orígenes continúa siendo uno de los grandes misterios de esta advocación mariana.
La historia de la Orden Mercedaria se enlaza con la conquista cristiana de Jerez en 1264. Los frailes no participaban en combate, sino que en la retaguardia cumplían la misión de rescatar a los cautivos apresados por los musulmanes. Pocos años más tarde, hacia 1268, establecieron su convento a las afueras de la ciudad, punto de partida de una relación inseparable entre la ciudad y la Virgen.

Una imagen hallada en un horno de tejas
El origen de la talla está envuelto en relatos que traspasan el límite de la historia documentada. Una tradición asegura que, al iniciar las obras del convento, los obreros hallaron la imagen en el interior de un horno de tejas.
Otra versión afirma que un soldado la trajo oculta desde Algeciras y la escondió para protegerla, una teoría que se apoya en una inscripción que tuvo en su peana donde podía leerse ‘Palma’, lo que apuntaría a una vinculación con la antigua Virgen de la Palma algecireña.
Lo cierto es que, en 1272, la ciudad la proclamó patrona de Jerez, apenas ocho años después de la llegada de los cristianos. Tres décadas más tarde, en 1300, fue jurada oficialmente por el concejo municipal, y en 1600 se reforzó la devoción con un voto de gratitud que se renueva cada 24 de septiembre.

El ‘Libro de las Maravillas’ de la Virgen: sus milagros
El prestigio de la Orden creció rápidamente gracias a la liberación de cautivos, muchos de ellos jerezanos o descendientes, lo que consolidó las simpatías hacia la labor de la Orden y a la veneración popular hacia la Virgen.
A lo largo de los siglos, los fieles han dejado constancia de su agradecimiento con numerosos exvotos que aún se conservan en la basílica. Estos pequeños cuadros narran episodios de salvaciones, accidentes o enfermedades, considerados intervenciones milagrosas de la patrona.

Las paredes que conducen al camarín de la Virgen y su sacristía se han convertido así en un archivo pictórico único, donde la fe y la memoria se entrelazan en escenas que datan de hace varios siglos.
La única referencia no oral de estos hechos, además de los exvotos, se recogen también en el denominado ‘Libro de las Maravillas de la Virgen de la Merced’. Se trata de un volumen de gran tamaño que se conserva en el archivo de la Orden en el que a lo largo de los siglos, prácticamente desde que la imagen se puso el culto público, se han ido anotando las ‘maravillas’ o milagros atribuidos a la Virgen.
Desde relatos directos hasta testimonios transmitidos oralmente, en ese libro se relacionan los prodigios atribuidos a La Merced junto a una larguísima lista de agradecimientos en las que destacan, por su elevado número, la superación de enfermedades o curaciones milagrosas.
Cada día de la novena los cultos previos a la fiesta de la Merced, se rezan una serie de oraciones y también se recuerdan algunas de las ‘maravillas’ propiciados por la Virgen. Como ejemplo, en el ejercicio del séptimo día se dice textualmente: Madre de la Merced y Misericordia, que habiendo imitado a vuestro Divino Hijo Jesús en saciar con trigo prodigioso a tu querido pueblo de Jerez, también lo habéis querido imitar en cuidar ciegos, tullidos, cojos, mudos, leprosos, paralíticos y otros varios enfermos, como leemos del Beato Juan Pecador que trajo a vuestros pies para implorar la salud de dos niñas tullidas, un niño baldado, una niña y un niño ciegos, y quedaron curados. Tan bien Francisco Garrido, natural del Toboso, tullido de pies y manos, se encomendó con fe a Vos y sanó repentinamente; Alfonso de Ledesma, natural de Zamora, estando cubierto de lepra llegóse a vuestra Imagen rogandoos le dieseis Salud, se limpió el rostro con vuestro manto y quedo curado de la lepra. Leemos en el siglo XVI veinticuatro maravillas de esta naturaleza; en el XVII, seis; en el XVIII cinco; en el XIX, doce y en el XX, cuatro. Todos públicos y notorios, según consta en el libro de las maravillas de la Merced.


El misterio del color oscuro y el intento de cambiar la imagen
Uno de los grandes enigmas de la Virgen de la Merced es el tono oscuro de su madera. La talla muestra a María de pie, con el Niño en brazos, y ha sido objeto de interpretaciones diversas. Algunos lo atribuyen a un deterioro natural de la policromía, otros a las condiciones en las que pudo estar oculta.
Sin embargo, el padre Otuno, comendador mercedario, sostiene que la negritud simboliza lo divino, la maternidad y la fecundidad, siguiendo una tradición que enlaza con antiguas representaciones paganas. En toda Europa existen imágenes marianas conocidas como “vírgenes negras”, y la de Jerez se suma a esa corriente de misterio y fascinación que sigue viva con el paso del tiempo.
El paso de los siglos fue pasando factura a la imagen hasta punto de que en 1899 se propuso sustituir la talla por su pésimo estado de conservación. En un documento que se conserva en el Archivo Diocesano, que tras ser restaurada o más bien tras una transformación brutal, se comprobó que no tenía ningún parecido a la actual. A partir de ahí, las distintas autoridades pertinentes exigen la vuelta de la antigua imagen de la patrona, destacando entre esas autoridades hasta el propio Ayuntamiento de Jerez. Toda la historia termina con la vuelta de la actual imagen y su recubrimiento con planchas de plata años más tarde.
Un símbolo que trasciende siglos
Expulsados en distintas etapas por las desamortizaciones, los mercedarios regresaron una y otra vez a la ciudad, manteniendo vivo un lazo que ya es inseparable. Para los jerezanos, la Virgen de la Merced no es solo una patrona religiosa, sino un auténtico símbolo identitario que acompaña la historia de la ciudad desde hace casi 800 años.
Hoy, la devoción sigue presente tanto en la vida litúrgica como en la memoria colectiva. Su misterio, sus leyendas y su carácter milagroso convierten a la Virgen de la Merced en una imagen única, capaz de unir tradición, fe y cultura bajo el sello del Jerez eterno.






