Una mañana, mientras Marianne estaba en la ducha, recibió una llamada a eso de las 8:00 horas. "Era una mujer, a bordo de una patera, que me llamaba para que avisara a Salvamento Marítimo", cuenta. No es la primera vez que Marianne, una belga de 62 años de edad, que reside en Jerez desde hace dos, y que es conocida entre los inmigrantes del polideportivo Kiko Narváez de Jerez como “la mama” o “la yaya”, recibe una llamada de una persona que está en mitad del Estrecho, pidiendo auxilio. "¿Dónde están?, le pregunté. En el océano, me dijo ella". Luego, a lo largo de la jornada, le llegó un mensaje: "¡Victoria! Hemos llegado". Fue así como el pasado miércoles 25 de julio una embarcación de Salvamento Marítimo rescató a 23 personas que viajaban en una patera.
Marianne es una voluntaria más que forma parte de un grupo de 26 vecinos de Jerez que se han unido en grupo de WhatsApp con dos objetivos: parar la oleada de racismo que crece en la ciudad con la llegada constante de inmigrantes a las costas andaluzas, y "hacerles la estancia más fácil" a aquellos que se han jugado la vida en África y en el Estrecho.
Según cuenta Paco Cuevas, jerezano de 44 años de edad y vecino de La Granja (barrio donde se encuentra el polideportivo que Cruz Roja ha establecido como albergue temporal), "esto surge como una iniciativa del sindicato CNT que se amplía a otra gente con la que nos relacionamos en distintos movimientos sociales". El grupo nace cuando algunos de ellos se percatan que los jerezanos no paran de verter comentarios racistas y xenófobos en las redes sociales: "Que si van a traer enfermedades, que hay que ayudar a la gente de aquí, que no caben...", enumera Paco. "Leemos eso y nos ponemos a discutir con ellos en las redes, pero vemos que es absurdo y que lo tenemos que hacer es implicarnos, actuar", continúa.
En un principio tan solo fueron cuatro personas, dos de ellas francófonas, que se presentaron en el centro deportivo, ante Cruz Roja, para ayudar en lo que hiciera falta. "En ese momento la ONG aceptaron nuestra ayuda y fuimos al sindicato a por sillas de palas para la primera noche que llegaron —el pasado 25 de junio—, porque apenas había sillas", indica Paco. "Pero a continuación vemos que Cruz Roja se va burocratizando en cuanto a la aceptación de ayuda", critica. Desde Cruz Roja, el portavoz en Cádiz informó a lavozdelsur.es de que la ONG tiene su propia logística interior y que no trabajan "con donaciones espontáneas”.
Por ello, este grupo de vecinos ejercen su solidaridad fuera, en el parque de Mayores. "Vemos que no tienen ropa para cambiarse. Ellos llegan con un chándal, que se los da la Policia Nacional y algunos llevan ya una semana con ese chándal", asegura uno de los miembros de esta red de voluntarios. "Lo que hacemos es venir al parque para hablar con ellos, resolver sus problemas y sus necesidades más básicas, le prestamos los teléfonos, le traemos comida y ropa limpia, y les damos clases de español desde hace una semana en el centro social de La Granja, durante un par de horas, con la asociación juvenil Bululú", explica Paco.
"Ellos no están en una isla, ni en un CIE, ni en una prisión. Están en una barriada, y tanto la policía como la Cruz Roja tienen que entender que tienen que contar con la población local, que deben de contar con la gente de la barriada", reclaman los miembros de este grupo solidario. "Estos chavales no están presos y ellos tienen que facilitar que haya lazos con la población civil, que sea de acogida. Porque cuanto más los aisles, más fomentas el racismo. Y eso es lo que no están haciendo las autoridades ni la ONG", destacan.
Por otro lado, mientras este grupo de voluntarios afirman que Cruz Roja fuerza a los inmigrantes a escoger un destino (Barcelona, Madrid, Bilbao...), "diciéndoles que si no eligen destino, el polideportivo cierra y se van a quedar fuera", desde Cruz Roja expresan que “eso no es lo que nosotros estamos transmitiéndoles a ellos, ellos lo estarán entendiendo mal. Lo que sí es cierto es que es un polideportivo temporal y es una asistencia temporal. Estamos allí prestándole un espacio para que se estabilicen y darles unos recursos, para luego darles plaza en centros de acogidas en otras ciudades, que suelen ser para una estancia de tres meses”.