Águeda, Débora, Isabel y Pepe, usuarios de la Fundación Down Jerez Aspanido, realizan prácticas en empresas en las que pueden demostrar lo capaces que son de desempeñar un trabajo ordinario.

“Dadme una tarea en la que pueda poner algo de mí mismo y ya no será una tarea; será gozo; es arte”. Esta breve cita del poeta canadiense Bliss Carman resume la satisfacción que genera la rutina de trabajar en los usuarios de la Fundación Down Jerez Aspanido –discapacitados y personas con síndrome de Down- a quienes se les ofrece la opción de desempeñar un trabajo. Como a cualquiera, realizar una tarea y realizarla bien, les hace sentir útiles y lo más importante, sentirse iguales al resto de la sociedad.

Débora, Isabel y Águeda son tres de las jóvenes con síndrome de Down que actualmente trabajan de reponedoras en Alcampo. Otros también lo hacen en otras grandes superficies con las que Jerez Aspanido tiene convenio, como Carrefour o Decathlon. Allí no hay distinción, trabajan como los demás. De 9:00 a 13:00 recorren las calles de la tienda colocando los productos. La presidenta de la Fundación, Juana Zarzuela, subraya que “trabajan, que no es lo mismo que ser empleados, porque no reciben retribución económica”.

Antes de llegar ahí ellas y otros compañeros se han formado en las escuelas taller de Jerez Aspanido puestas en marcha en 2002, dos años después de la constitución de esta entidad. En el caso del curso de reponedor, además de la teoría, realizan prácticas simuladas, de modo que lo que encuentran en las grandes superficies no es una sorpresa para ellas. Isabel, de 23 años, asegura que llegó con mucha ilusión y nervios, aunque en parte tranquila por los conocimientos adquiridos en el taller a lo largo de seis meses. Solo lo ha pasado algo regular en una ocasión, como le podría haber pasado a cualquiera: “Rompí dos botes de cristal y me puse mal, pero vino la limpiadora, lo recogió y ya está”.

Águeda es otra de las componentes del equipo. A sus 33 años estas son las segundas prácticas que realiza. Las primeras fueron en los jardines del parque de El Retiro. Su vida, más allá del trabajo de reponedora, es plena: asiste a clases de baile, de teatro y sale con los compañeros en el club de ocio –con jóvenes sin discapacidad y discapacitados- los sábados por la tarde. Pero aspira a tener un empleo ordinario, como cualquier persona. Su compañera Débora, de 37 años, antes se ha formado como conserje y camarera. En este último curso trabajó en el Catering Paco Lechuga. Ella no lee, de ahí que la preparadora laboral de Aspanido que las supervisa durante las prácticas, Verónica, le orienta para que se fije en las ilustraciones y colores de los productos o usa adhesivos de colores para que los pueda identificar mejor. “Pero las adaptaciones son mínimas”, asegura Verónica.

Las grandes superficies comerciales no son los únicos lugares en los que los chicos y chicas de la Fundación Down Jerez Aspanido se desarrollan laboralmente. Pepe, de 32 años, tiene una discapacidad intelectual. Tras recibir formación sobre jardinería trabaja en Los Museos de la Atalaya, gracias al acuerdo alcanzado entre Aspanido y la Fundación Andrés de Ribera. “Tenemos unos fines sociales que no podemos olvidar y que son perfectamente compatibles con este programa de prácticas. Además, no entra cualquiera sino que la persona que nos remiten tiene un perfil adecuado para realizar las tareas de mantenimiento del jardín. Al igual que las personas sin discapacidad, hay quienes están más preparadas para un trabajo que para otro”, asegura la directora comercial de Andrés de Ribera, Míriam Morales. En sus primeros días allí, Pepe barre, ayuda a tirar el forraje, pero como asegura Jesús, el empleado encargado del jardín, espera que pronto también pode. El joven que también ha trabajado como carpintero en la Bodega Díez Mérito, se siente como pez en el agua y lo tiene claro: Si tuviese que escoger entre ser carpintero o jardinero, prefiere lo segundo porque está en contacto con las plantas.

Posibilidad laboral real

Zarzuela anuncia que en breve la organización que preside y el Ayuntamiento han firmado un acuerdo para que los usuarios hagan prácticas en diferentes departamentos municipales como Fundación Caballero Bonald, el Zoobotánico de Jerez y en el propio Ayuntamiento. Otra medida que promueve la posibilidad de que estas personas en edad de trabajar sean contratados; son varios los que al concluir las prácticas, han sido empleados en la misma empresa donde han estado de prácticas. “Es muy gratificante cuando ellos ven que consiguen un empleo. Poco a poco se están incorporando al panorama laboral. Afortunadamente cuando los ven en una ventanilla o en un puesto de trabajo específico, los jerezanos, en general, animan mucho a nuestros chavales. A nivel personal se sienten integrados en la sociedad y realizados porque hacen una labor y la hacen bien”, afirma agradecida Juana Zarzuela, presidenta de la Fundación Aspanido- Jerez.

Sobre el autor:

btJPX1dv_400x400

María Luisa Parra

...saber más sobre el autor

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído