Jerez lo dejó de lado, pero supuestamente los millones de los fondos de la ITI dotarán a su ribera de un paseo que enlazará con El Puerto y que lo llenará de vida. Dos de las personas que mejor lo conocen miran con optimismo al futuro.

En la barriada de La Corta hace décadas que se dejaron de pescar angulas o sábalos. Lo que antes era el modo de vida de medio centenar de vecinos, se ha convertido en un recuerdo del pasado para los más viejos del lugar, algo que los jóvenes solo pueden descubrir en las añejas fotografías en blanco y negro que cuelgan de las paredes de la venta Las Angulas. También son un recuerdo los baños en el río, precisamente aquí, el que dicen más cercano entre la ciudad y el Guadalete, de ahí que a este punto se le definiera como la 'playa' de Jerez.

Sin embargo, a mediados del siglo XX Jerez empezó a dar la espalda a su río, coincidiendo con su progresiva degeneración. Los vertidos de la azucarera del Portal y, sobre todo, el crecimiento urbano, con las cañerías de la ciudad desembocando directamente al Guadalete, lo fueron convirtiendo en una cloaca, hasta el punto de que a finales de los 70 es considerado el más sucio de España solo por detrás del Llobregat, en Cataluña. Poco a poco desaparecen las ‘playas’ de guijarros y arena. La vegetación salvaje se apodera de la ribera y come terreno a un río que solo lo recupera en las grandes épocas de lluvias, como aquellas últimas de 2010, que inundaron buena parte de la zona rural. A raíz de aquello, las administraciones tomaron por fin la sartén por el mango y decidieron emprender una serie de actuaciones encaminadas a recuperar la ribera del Guadalete. Hoy, siete años después de esas ultimas riadas, el río que bautizaran los musulmanes como “del olvido” tiene por fin un futuro prometedor. Una lluvia de millones de fondos europeos con cargo a la Iniciativa Territorial Integrada (ITI) permitirá que en unos años, esperemos que no muchos, su ribera vuelva a llenarse de vida gracias a la construcción de un gran paseo que conectará Jerez con El Puerto de Santa María.

Así lo piensan y así lo creen Agustín García Lázaro y Antonio Figueroa, dos enamorados del río y de su longeva historia. Al primero, a pesar de su origen maño, pocos le pueden discutir sobre la historia de Jerez y la provincia gaditana, algo que refleja semanalmente en la página web que comparte con su hermano José, entornoajerez.com. El segundo, historiador, fue coordinador del proyecto del Centro de Interpretación del Guadalete inaugurado hace escasos meses en el parque de Santa Teresa. Agustín, que llegó a Jerez de su Épila natal junto a su familia por el traslado de su padre a Jédula para trabajar en la azucarera de la pedanía arcense, recuerda de su infancia esas visitas, “día sí y día no” a la Junta de los Ríos y los baños que en época estival se daba en el Guadalete. Antonio, sin embargo, es de esa generación que no tiene recuerdos en el río, así que más que sentir frustración por ello, afirma tenerlo “idealizado por el conocimiento que tengo de su historia”.
En La Corta, la ribera del Guadalete se presenta aquí bastante limpia. Los trabajos de poda, además, han eliminado muchos de los eucaliptos que hasta hace no mucho poblaban el margen derecho según se mira en dirección a El Puerto. En su lugar, próximamente se plantarán fresnos, álamos y sauces, árboles autóctonos que favorecerán todavía más la regeneración de este espacio. García Lázaro y Figueroa ya imaginan lo que supondrá el futuro paseo que bordeará el río, que nacerá en el embarcadero del Rancho de la Bola —otro lugar que espera su transformación en parque periurbano— y llegará hasta la misma puerta del restaurante Aponiente, en el antiguo molino de mareas de El Puerto. “Es un camino que ya está prácticamente hecho y que actualmente toman muchos ciclistas. La obra es relativamente fácil de hacer, porque ya está hecho el carril, que discurre por encima de los diques que se construyeron en los años 60 para que las crecidas no inundaran los llanos de Doña Blanca”.

Agustín no duda que el proyecto gustará, porque además considera que después de mejorarse la calidad del agua gracias a la depuradora —aunque siga estando lejos de lo que llegó a ser— y de limpiarse su ribera, la tercera pata para la regeneración del Guadalete pasa por darle un uso público para que se convierta en una zona de esparcimiento. “Si ahora la gente se va a andar a la ronda Este, ¿por qué no iba a hacerlo por la ribera del río por un camino precioso?”. Antonio es de la misma opinión. Él mismo ha llegado desde Jerez a La Corta en bicicleta por la hijuela de Pinosolete. Cuando en el futuro esté listo el paseo, estima que los ciclistas tendrán más de cien kilómetros de itinerarios potenciales ya que se podrá conectar con otros puntos de la provincia como Medina o incluso por la Bahía, llegar prácticamente a la misma Cádiz. “Lo importante —añade Agustín— será la suma de pequeñas cosas. La Cartuja en breve tendrá lista su hospedería, y en el futuro el que se aloje allí querrá darse sus paseos por el sendero o visitar el centro de interpretación del Guadalete. Y los de Jerez lo mismo. Y si se monta un embarcadero, se da la posibilidad de que se practiquen deportes acuáticos… La suma de pequeñas cosas es lo que hará de toda esta zona un lugar atractivo”.

Después de oírles, uno no puede más que imaginarse un río lleno de vida 80 años después de que empezara a perderla. “La falta de visión de futuro sobre lo que puede significar el río es lo que lo ha condenado tantos años. El Guadalete es la gran zona de Jerez por descubrir”, sentencia Antonio Figueroa. Ahora solo falta que el proyecto que se redacte cuente con el consenso de todos, administraciones, vecinos y ecologistas, para que Jerez, por fin, pueda mirar con orgullo a su río.

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Jorge Miró

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