Katy, Laura, Olga, Gosia, Lisa y Arantxa cuentan por qué decidieron convertirse en 'au pairs': "Estar con otra familia es la mejor vía para aprender el idioma".

Seis chicas de entre 18 y 22 años aterrizan en Jerez para dedicarse durante unos meses a ejercer de au pairs. Se les podría denominar como niñeras, pero realmente ellas no son unas cuidadoras corrientes. Au pair es una palabra francesa en la que se especifica el oficio de una persona acogida temporalmente por una familia a cambio de un trabajo auxiliar. La persona que es bienvenida en los hogares -normalmente mujeres- suele dedicarse al cuidado de los niños y recibe una pequeña remuneración, además de alojamiento y comida gratis. Y en la mayoría de los casos las au pairs llegan a la ciudad sobre septiembre u octubre, cuando comienza el curso escolar. 

Técnicamente esa es su labor esencial, pero esta profesión va más allá. Se trata de un intercambio de experiencias, ya sea para la trabajadora o para la familia de acogida. Si bien los padres demandan a una persona que se encargue a diario de los niños, la au pair busca conocer un nuevo país, un idioma o una cultura distinta y vivir algo diferente. Salir de la rutina para meterse en otra que cambie todos sus esquemas, esa es la idea que tienen Lisa, Gosia, Olga, Laura, Katy y Arantxa.

Gosia, de 24 años, nació en Polonia, pero se declara una "enamorada de la cultura española". Laura, de 21 años, es alemana. Ambas han tenido una estancia distinta en Jerez. Mientras que Gosia ha estado once meses trabajando en una familia con dos hijos, Laura hace apenas una semana que llegó a la ciudad. No obstante, las dos vinieron por una misma razón, y es que tienen preferencia por aprender el idioma. "En la universidad nos enseñan la gramática, pero no el ambiente, la comida... Yo quería vivir la cultura española", pronuncia Gosia en un perfecto español, ya que en su país de origen se encuentra finalizando el grado de Filología Hispánica. Dice que no quería volverse a Polonia, pero que su familia la presionó para que terminase sus estudios. Del mismo modo, Olga, 20 años, es también polaca y le gustó la idea de trabajar como au pair en el sur de Andalucía porque "estar con otra familia es la mejor vía para aprender el idioma". 

Katy tiene 22 años, viene desde Inglaterra y en un principio no se mudó para aprender español. Su objetivo era alejarse de su país. "Finalicé mis estudios y estaba harta de Inglaterra. No soportaba el tiempo de allí, entonces decidí irme a un sitio soleado, es por eso que hoy estoy aquí", explica Katy. Es la más veterana de todas, lleva cerca de tres años en Jerez y dice que no tiene pensado marcharse. Sigue descansando, respirando un aire distinto al británico. Es más, cuenta que en septiembre regresó a su país, no porque extrañase aquello, sino porque le hacía falta un nuevo visado. Como Katy, Arantxa hace dos meses que dejó Venezuela por el mismo motivo. Tiene 21 años y está cursando la carrera de Lenguas Modernas. "Para nadie es un secreto cómo está mi país. Aquello es una dictadura. Vine para tomar un break (descanso), para ver algo nuevo y descansar del panorama porque allí hay bastante estrés", comparte la joven venezolana. 

Lisa es la más pequeña, tiene 18 años y es austriaca. "Soy de Austria, que no es Australia", señala. Al parecer la confusión entre estos dos países es bastante común. Para ella trabajar en Jerez como au pair fue algo totalmente espontáneo. Comenta que cuando acabó sus estudios obligatorios no sabía muy bien qué hacer. Sin nada por delante decidió inscribirse en aupairworld.com y probar suerte. Dice que ella no escogió esta ciudad, sino más bien la oferta que le llegó a través de la página web. Eso sí, menciona en pocas palabras —debido a su bajo nivel de español— que Jerez es encantadora y que le gusta por estar cerca de la playa.

"La gente es cerrada, me preguntaban por qué iba a meter una 'guiri' en casa"

"La gente es cerrada, me preguntaban por qué iba a meter una guiri en casa", señala Rocío López, jerezana y filóloga inglesa que lleva más de cinco años con au pairs en la familia. Cuenta que siempre quiso vivir en Inglaterra, una idea que vio frustrada por el trabajo fijo de su marido. No obstante, Rocío quería tener el inglés siempre presente, hablarlo con fluidez, que no se le olvidara. Dice que si ella no iba a establecerse en Reino Unido, la lengua inglesa vendría a ella. Y así fue. "Tengo dos hijos, mi marido y yo trabajamos e intentábamos tirar de mis hermanos para que los cuidaran, pero ellos también trabajan. Entonces se me ocurrió la idea de que alguien viviese en la casa, que estuviera 24 horas conmigo. ¿Y qué mejor persona que alguien que hable inglés para que mis hijos aprendan el idioma?", agrega.

Roció buscó au pair y encontró a Katy. Cuenta que la entrevistó por videoconferencia y que le gustó. Katy es la primera au pair que ha vivido con ella, pero a día de hoy en su casa se hospeda Laura. "Mi hija mayor, de ocho años, está interesada en aprender alemán, es por eso que esta vez decidimos traer a Laura", expresa la jerezana, quien declara que no ha tenido nunca problemas con las chicas que ha tenido en casa: "Yo las llamo hijas mayores con las que no discutes. A mí me han dado la vida y mi inglés", concluye. 

Arantxa manifiesta que vale la pena vivir la experiencia. "Es una manera bastante barata de estudiar, pero aconsejaría que todo quedase bien planteado. La gente debe ver realmente si sirve para esto, la vida cotidiana con un niño es una responsabilidad inmensa. Hay que planteárselo muy bien", advierte. Por su parte, Katy corrobora las palabras de Arantxa y añade: "Hay que venir con los ojos abiertos. Realmente no te puedes preparar para el trabajo de au pair. Hay que tener presente que vives en el trabajo, tu tiempo libre no es normal porque no puedes despegarte del trabajo cuando tú quieras", comparte la joven británica, a lo que continúa: "Es una experiencia distinta a viajar. No somos turistas, vivimos como españolas".

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Claudia González Romero

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