El mural de Mesas de Asta, concebido en 2021 a partir de una idea del presidente honorífico de la Plataforma por Asta Regia, Francisco Núñez, continúa creciendo a paso firme. Su autor, el artista sanluqueño Antonio Mejías, observa cómo la obra va tomando forma pese a que solo se han completado 35 de los 150 metros previstos. El proyecto avanza con el impulso de un equipo de colaboradores que incluye pintores, albañiles y alumnado de la Escuela de Arte.
La magnitud de la intervención, expuesta al aire libre y sometida a las inclemencias del tiempo, está detrás de las principales dificultades del proceso. A ello se añade el carácter singular del diseño, que combina un enfoque pedagógico sobre la historia de Asta Regia con un formato tridimensional poco habitual en este tipo de murales. Mejías explica que "por fin la Junta va a comprar los terrenos", un paso que considera relevante para el entorno en el que se desarrolla la obra.


El origen del proyecto se remonta a una exposición multidisciplinar del artista en los claustros de Santo Domingo en 2021, basada en un libro del escritor jerezano Carlos Manuel López. "El presidente los vio. Yo uso en mi pintura muchos recursos helenísticos, romanos, de estatuaria y demás, y entonces eso le gustó", recuerda. A partir de ahí surgió la propuesta inicial, pensada al comienzo como un conjunto de intervenciones efímeras.
El primer impulso llegó en junio de 2022, con la participación de varias clases de la Escuela de Arte. Sin embargo, Mejías comprobó que el muro no estaba en condiciones y optó por replantear el enfoque hacia un relieve pintado. "La pintura al aire se pierde al final, entonces les dije, en relieve, y en relieve pintado", explica. El artista destaca también la implicación vecinal, con aportaciones que llegaron incluso desde la guardería del pueblo.
Desde entonces, el trabajo ha consistido en ir avanzando paño a paño a lo largo de los casi 200 metros del muro que rodea el colegio y la iglesia. El diseño establece un recorrido por diversas civilizaciones y referencias arqueológicas universales, al tiempo que incorpora elementos vinculados a los hallazgos de Asta Regia y a piezas del Museo Arqueológico de Jerez, como los ídolos oculados o reproducciones del arte rupestre.

Uno de los puntos centrales de la fachada actual es el dolmen de Menga, en Antequera, que ocupa el paño principal. Alrededor, se integran otros motivos, entre ellos las estelas del Guerrero y un futuro relieve dedicado a un barco fenicio. El conjunto se enmarca entre dos grandes olas que simbolizan el inicio y el final del recorrido, con la luna como referencia final vinculada a las antiguas rutas de navegación.
Mientras el mural avanza, Mejías observa cómo ha ido cambiando la percepción vecinal. Al principio, el muro blanco fue sustituido por manchas de color que generaron desconcierto. "En un día manchado de color no se veía nada, y la gente, decía que vaya mamarracho, con lo bonito que estaba de blanco", recuerda. Con el progreso del trabajo, la acogida mejoró e incluso surgieron anécdotas inesperadas, como la de unas ovejas que se acercaron a mordisquear la hierba representada en uno de los relieves.
En busca de albañiles solidarios
El artista subraya que el ritmo depende en gran medida del trabajo previo de albañilería. "Estoy siempre muy supeditado al albañil", explica, consciente de que el secado de los materiales en invierno ralentiza el proceso. El año 2023 avanzó poco por su jubilación, aunque el primer verano permitió un impulso decisivo gracias a la ayuda de dos profesionales durante varias horas al día.
A la espera de que se concrete la promesa municipal de contar con un albañil una jornada completa semanal, Mejías insiste en la necesidad de apoyo técnico cualificado. "Si hay algún albañil altruista, de Jerez, o que le guste la arqueología, allí estaríamos encantados", afirma. Por ahora, el proyecto continúa su avance, sostenido por la mezcla de arte, historia y participación vecinal que lo ha caracterizado desde su inicio.




