Tras la desaparición del oso en el siglo XVIII, el lobo era el mayor de los carnívoros que existían en los montes y la principal amenaza para los ganados. Como publicó en un reportaje lavozdelsur.es, citando diversas fuentes, se recogen numerosos testimonios desde el siglo XIV que daban cuenta de la existencia de lobos en la mayor parte de la provincia y, en especial, en las serranías de Grazalema y en en las sierras del sur y el este de la provincia.
Además, consta cita documental de la presencia de estos mamíferos, ahora amenazados en casi toda Europa, en numerosos puntos del término municipal de Jerez y otros colindantes, al menos hasta bien entrado el siglo XIX.
Yendo mas atrás, según ha publicado el Archivo Municipal en las redes, en el año 1500 se produjo un acuerdo capitular, el “domingo veynte y nueve dias de disyenbre año de mill e quinientos”, adoptado en “las gradas de las puertas del monesterio de san françisco”. Este cuerdo determinó que se pagarían cuatro reales “por cada lobo que se mate. El coste de la matanza recaería sobre un repartimiento de dinero entre los ganaderos de Xerez, los cuales pagarían así a los ballesteros que hicieran el trabajo”.

El acuerdo, como se refleja en un documento del Archivo, se sustentaba en “que en los terminos desta çibdad andan y ay muchos lobos y fazen muy grandes daños en los ganados de los vesinos y moradores desta çibdad…”
Según expone el propio Archivo, en el texto se habla de un detalle curioso, que se pague lo que corresponda no solamente al que traiga un lobo muerto, sino también, particularmente, a quien traiga “cama de lobos” (camada de lobeznos que no se dice si vivos o muertos). Otro detalle, el Consistorio ordenaba que se depositara el dinero y su pago “en una buena persona para que aquella pague los dichos quatro rreales al ballestero que matare qualquier lobo por libramiento de la justicia (…) pues esto es pro y utilidad de los vesinos e de sus ganados y a ellos plase”.
En un trabajo de investigación del doctor en Historia Diego Pérez Cebada, señala que también se utilizaban otros métodos para tratar de darles caza, como trampas, cebos con agujas, lazos o cebos conocidos como matalobos, envenenados con nuez vómica, que se dispensaba en las droguerías y las boticas.
Pérez Cebada recoge en sus estudios que en el último registro de animales nocivos conservado en nuestra zona (1945-48), aparecen águilas, zorros, turones y comadrejas pero ya no figuran lobos entre las piezas cobradas por lo que, como máximo en estas fechas, puede darse por extinguido tras el acoso permanente al que fue sometido. Otros testimonios orales cuentan que, el que tal vez fuera el último lobo de estos territorios, fue cazado por monteros de Ubrique en el Canuto de Las Palas, un paraje enmarcado en los Montes de Propios de Jerez. El caso es que, desde hace casi cien años, no se han vuelto a tener noticias de la existencia de lobos en nuestros montes.
En las cercanías de la ciudad aún existe una nomenclatura que habla de estos animales, como la Cañada de la Loba, junto a la carreteras de Sanlúcar; también está el arroyo de la loba. En la serranía todavía hay topacios o cañadas que tienen denominaciones relacionadas: La Cañada del Moro y de la Loba o el Cerro del Lobo, al igual que la Casa de los Lobos o la Loma del Puerto del lobo, espacios en el interior de los Montes de Propios donde encontramos también el Arroyo del Puerto del Lobo.


