Una casa de tres siglos entre viñedos: turismo de calidad en el Jerez rural

La finca Romanito ha rehabilitado el cortijo que hay en la propiedad para crear un espacio turístico de gran excelencia con todas las comodidades. Lleva desde el siglo XVII en manos de la misma familia

Interior de la Casa Romanito con una decoración exquisita.
Interior de la Casa Romanito con una decoración exquisita. JUAN CARLOS TORO
26 de julio de 2023 a las 20:20h

El Cortijo Romanito, situada en plena campiña jerezana, ha cumplido un año y pico desde su apertura. Dejó de ser una casa de campo típicamente jerezana, en avanzado estado de deterioro, para convertirse en un espacio dedicado al turismo rural de excelencia, en un edificio cuyos orígenes se remontan al siglo XVII.

La familia Soto es la propietaria de este establecimiento. Al frente está Javier Soto como director gerente, tanto de la instalación como de la producción agrícola. Romanito se sitúa en un precioso entorno de 535 hectáreas de tierra de las que 15 están dedicadas al cultivo de la vid, 17 a olivar superintensivo, 3 a olivar tradicional y el resto de trigo, avena, remolacha, girasol y garbanzos.

Vista del exterior de cortijo con la piscina y un lateral de la casa.     JUAN CARLOS TORO
Vista del exterior de cortijo con la piscina y un lateral de la casa.     JUAN CARLOS TORO
Patio central de la casa de típica configuración campera de Jerez.     JUAN CAROS TORO
Patio central de la casa, de típica configuración campera de Jerez.     JUAN CAROS TORO

En pocas palabras, una iniciativa de carácter turístico insertada en medio de una finca a pleno rendimiento agrícola, uno más de los atractivos que ofrece. Las reformas duraron 18 meses hasta alcanzar el objetivo de excelencia que querían sus promotores en la adaptación de este cortijo de 485 metros cuadrados.

La casa se sitúa muy cerca de la pedanía de Mesas de Asta, antigua Asta Regia, uno de los activos que hace tan atractiva la estancia en Romanito: “un entorno único, elegido por los romanos para vivir”.

El cortijo fue rehabilitado sobre los muros de una edificación de finales del siglo XVII. En el siglo XIX fue propiedad de Pedro Domecq Lustau, casado con Carmen Núñez de Villavicencio, propietario de Bodegas Pedro Domecq. En 1895 pasa a ser propiedad de Carmen Domecq Núñez de Villavicencio. Tras el fallecimiento de estos, la propiedad pasa a su hijo Manuel de Soto Domecq.

Javier Soto en la pieza principal de la casa.     JUAN CARLOS TORO
Javier Soto en la pieza principal de la casa.     JUAN CARLOS TORO

"Estamos en un entorno único, elegido por los romanos para vivir"

Esta relación generacional viene a destacar que desde hace mucho tiempo, la propiedad está en manos de la misma familia, que decidió, dado el estado de casi ruina en que se encontraba la casa, “rehabilitarla y recuperarla con el objetivo de convertirlo ya en un alojamiento rural”, para lo que contó con ayudas del Grupo de Desarrollo Rural.

“El fin último fue conservar un cortijo de los más antiguos de Jerez”, explica Javier Soto. Tiene cinco dormitorios perfectamente dotados con baño y todas las comodidades, además de una excelente decoración “que llama la atención a todo el que viene”. Soto comenta que el target de cliente que buscan es el de carácter familiar, por lo que de momento no se plantean una ampliación.

Una de las habitaciones de las que dispone Romanito.     JUAN CARLOS TORO
Una de las habitaciones de las que dispone Romanito.     JUAN CARLOS TORO

La mayoría de los que eligen Romanito son extranjeros, pero también españoles “que buscan un turismo diferente, con una media de estancia de tres días, aunque los que vienen de afuera se quedan más tiempo”. Ese turismo internacional proviene principalmente de Alemania, Reino Unido, Suecia e Irlanda, “que se van encantados por las experiencias vividas y la comodidad de la estancia”.

"Damos un producto de calidad; que los que vengan se sorprendan"

Tiene actividades concertadas con diferentes empresas, pero la más elegida es la cata de vinos que se hace en la misma casa. “Además, es una gran ventaja nuestra situación geográfica porque el visitante puede estar en la playa en un cuarto de hora, visitar Jerez, que se quedan impresionados con la ciudad; acercarse a los pueblos blancos, ir a Doñana o pasear y conocer nuestras viñas, así como el proceso de crianza del jerez”.

El comedor central de la casa.     JUAN CARLOS TORO
El comedor central de la casa.    JUAN CARLOS TORO
Detalle curioso, cartas del Rey Alfonso XIII al abuelo de Soto, que se exponen en el comedor.   JUAN CARLOS TORO
Detalle curioso: cartas del Rey Alfonso XIII al abuelo de Soto, que se exponen en el comedor.    JUAN CARLOS TORO

“Procuramos ofrecer un producto de calidad; que los que vengan se impresionen”, relata Javier que, como anécdota, cuenta que cuando llegan los huéspedes traen la visión de lo que se enseña en la web del establecimiento: “Y lo primero que dicen que todo es mucho más grande y más bonito de lo que creían, por lo que la primera impresión es fantástica”.

Todas las estancias de la casa conservan multitud de detalles históricos como piezas y figuras heráldicas únicas, junto con objetos de la época o reconocidas pinturas artísticas. Cuenta con piscina, sala de juegos y otros servicios para conseguir una estancia cómoda e inolvidable en el Jerez rural.

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Kiko Abuín

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