En la calle Bizcocheros de Jerez acaba de abrir sus puertas un lugar diferente, donde el viaje se convierte en peregrinación y en destinos marcados por la religiosidad católica. Se llama Ave María y, aunque a simple vista parece una tienda de ornamentos litúrgicos, basta detenerse unos minutos para descubrir que es mucho más: un espacio que combina la venta de artículos religiosos con una agencia de viajes especializada en turismo espiritual.
En sus estanterías conviven casullas, cálices, velas, imágenes de santos, crucifijos y rosarios, junto a folletos de peregrinaciones. Todo parte de una idea tan sencilla como singular: ofrecer a los creyentes una experiencia completa, que une la espiritualidad del viaje con los objetos y símbolos que la acompañan.

“Queríamos ofrecer algo que no existía en Jerez”
Detrás del proyecto está Esmeralda González, una agente de viajes con casi 30 años de experiencia profesional. Tras pasar por varias agencias decidió crear la suya propia, pero con una orientación distinta: “Después de tanto tiempo trabajando, quise especializarme en turismo religioso. En la provincia no había nada parecido, y muchos clientes lo pedían”, explica.
La idea surgió de forma natural. Durante años organizó peregrinaciones a Tierra Santa, Roma o Međugorje, además de recibir grupos desde Puerto Rico, donde existe un vuelo directo con Madrid. “Los recibimos aquí y desde Jerez organizamos toda la peregrinación. Y de ahí nació la idea de montar la tienda, porque los propios viajeros nos pedían recuerdos, imágenes, objetos litúrgicos...”, cuenta.


Ave María es, por tanto, una extensión de su trabajo como agente de viajes. El local ofrece a sus clientes —y a cualquier persona interesada— artículos que antes solo podían encontrarse en tiendas especializadas de grandes ciudades. “Aquí no había un comercio así. Queríamos dar también un servicio a sacerdotes, hermandades y particulares que buscan ornamentos, juegos de altar o imágenes concretas”, afirma.
Entre cálices, velas y peregrinaciones
En los estantes se mezclan velas, crucifijos, custodias, copones, figuritas de santos y azulejos, que forman parte de su catálogo. Incluso es posible adquirir el aceite de nardos utilizado en la ordenación sacerdotal, el mismo que —según la tradición— usó María Magdalena para ungir el cuerpo de Jesús. “Solo se puede comprar en tiendas de la Vía Dolorosa en Jerusalén”, comenta Esmeralda.
Su clientela es variada. “Los sacerdotes vienen buscando casullas o juegos de altar para sus parroquias, también las hermandades que tienen templo propio, y luego están los fieles que buscan imágenes o recuerdos devocionales”, explica.
Pero su actividad no se limita al mostrador. Desde su agencia, Esmeralda prepara estos meses un nuevo viaje a Tierra Santa, previsto para agosto. “Gracias a Dios ya se está normalizando viajar a Israel”, dice con optimismo.
“El peregrino no busca un viaje, busca una experiencia de fe”
La diferencia entre una agencia tradicional y una especializada en turismo religioso es, según Esmeralda, la dimensión espiritual del viaje. “Para el peregrino no es un simple recorrido turístico, lo vive como algo interior, como un encuentro con Dios”, subraya.
Por eso, cada viaje se organiza con un guía formado y un sacerdote acompañante, que se encarga de dar orientación espiritual y organizar actos de culto. “En Jerusalén hacemos horas santas en Getsemaní, misas en los lugares santos, visitas a Belén o al Santo Sepulcro. No es solo ver, es vivirlo”, añade.
Las parroquias y hermandades son quienes más demandan este tipo de experiencias. “Nos piden peregrinaciones a Roma, a la Vía Francígena o a santuarios marianos. Y siempre enviamos un guía desde aquí, porque es fundamental resolver lo que surja en el momento y mantener la cercanía con el grupo”, comenta la empresaria.
Un segmento turístico en auge
El turismo religioso es uno de los segmentos de mayor crecimiento en los últimos años, especialmente en Europa y América Latina. En España, las peregrinaciones a Santiago de Compostela o Fátima han consolidado una tendencia que mezcla espiritualidad, cultura y experiencia colectiva.
“Podría parecer similar al turismo cultural, pero la diferencia está en la intención del viajero. No busca solo conocer, sino vivir algo trascendente”, explica Esmeralda. En este sentido, ‘Ave María’ actúa como puente entre la fe y el viaje, ofreciendo asesoramiento especializado y atención personalizada.
Aunque las grandes agencias generalistas han empezado a incluir en su catálogo peregrinaciones religiosas, González considera que la especialización es clave: “Esta opción hay que conocerla, dominarla y tener experiencia real. No es un producto más, es una vocación”.
Quienes entran en el establecimiento lo hacen buscando un rosario o una imagen; otros, información sobre el próximo viaje. “La gente entra y se sorprende. No esperaban encontrar una tienda así en Jerez”, comenta su fundadora.
La apertura de este comercio, para su propietaria, representa algo más que una nueva propuesta comercial: “Para nosotros, cada viaje es una forma de oración —dice—. Y cada cliente, un peregrino en busca de su propio camino”.


