El Bar Maypa es mucho más que un negocio familiar en Jerez: es una parte viva de la historia de la ciudad. Fundado en los años 50 por los hermanos Manolo y Paco Alzola, su nombre nació precisamente de las primeras sílabas de ambos (“Ma” y “Pa”). Su primer local abrió en los años cincuenta en un lateral del Palacio de Villapanés, donde servían bebidas y tapas en un pequeño espacio con bingo incluido. Aquellos comienzos marcaron el estilo del bar: trato cercano, cocina casera y un ambiente que pronto lo convirtió en uno de los rincones más queridos por los jerezanos. Una imagen rescata la historia de entonces en redes sociales.
En 1960, el Maypa se trasladó a la calle Molinero, en la Cruz Vieja, una ubicación que mantendría durante 55 años, hasta su cierre en 2015. En ese local mítico se hicieron famosas sus tapas frías, sus conservas y, sobre todo, sus tortillones de patatas, de hasta cinco kilos, que con el tiempo se convirtieron en un emblema de la gastronomía jerezana. “Cuando amas tu trabajo todo sale bien”, decía José Antonio Alzola, uno de los hijos de los fundadores, que continuó con el legado familiar.
Antes de ese cierre, en 2001, nació un segundo Maypa en el Parque Empresarial, en la calle del Euro. Allí, la familia amplió su oferta gastronómica y su espacio —casi mil metros cuadrados—, convirtiéndose en restaurante y salón de celebraciones, pero sin perder su esencia. “El cariño y la experiencia son el secreto de nuestras tortillas”, aseguran desde la cocina, hoy dirigida por Antonio Alzola, nieto de los fundadores y cocinero formado en la Escuela de Hostelería de Cádiz.
El Bar Maypa ha visto pasar generaciones, procesiones de Semana Santa, clientes fieles y miles de tapas servidas con el mismo espíritu de siempre. A pesar del cambio de ubicación, su historia sigue latiendo fuerte: la de una familia jerezana que convirtió su amor por la cocina en una tradición que ya es parte del alma de la ciudad.



